5. En la sala polivalente

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Después de la charla que Danel ha tenido con sus dos amigos, si se les puede llamar así, me he quedado sola porque se ha marchado solo hasta el edificio. No he ido tras él, seguramente quería estar solo y lo he dejado marchar, como a mí me habría gustado que hubiesen hecho conmigo.

La última hora antes de ir al comedor a comer la he pasado sola bajo mi árbol preguntándome lo que ha podido pasar. Mi cabeza da muchas vueltas, no he entendido casi nada de la conversación que han tenido. Solo he logrado sacar un par de cosas claras: que alguien se ha inventado que Danel se ha enrollado con una chica que le gusta a un amigo suyo que se llama Jonah y que para colmo y no haber posibilidades para creerle a él, ha habido testigos.

Para empezar, si es algo que se han inventado, ¿qué ha ganado el autor de esa supuesta mentira? NADA. Ni yo misma entiendo la lógica del asunto, aunque bueno, otra posibilidad es que no sea mentira y Danel sea el mentiroso, pero con lo poco que lo conozco, me permito dudarlo.

Miro mi reloj de muñeca, marca las 13:50, cada vez queda menos para ir al comedor y juntarme con Blaze, Nathan y Charlotte. Echo un vistazo a la piscina para buscarlos y me doy cuenta de que no queda casi nadie, seguramente estén en las habitaciones cambiándose de ropa.

Cuando ya queda menos, me levanto de donde estoy y empiezo a caminar sola hasta el comedor. Por el camino no me cruzo con nadie conocido, los pocos que ahora mismo quedamos en el patio no somos del mismo instituto.

Cuando entro en el comedor, veo a Nathan y a Blaze sentados ya en la mesa pero sin plato, algo me dice que me esperan para que vayamos todos juntos a por la comida.

—Hola Summer —saludan Blaze y Nathan a la vez.

—Hola —saludo.

—Te estábamos esperando para ir a por la comida, bueno, también a Charlotte, así que siéntate porque hasta que llegue... —dice Nathan.

— ¿Va tardar mucho, o cómo? —pregunto por el tono que ha usado.

—Se estará secando el pelo, ya sabes, lo tiene largo, así que tardará un rato.

Me acomodo en mi sitio y esperamos a que venga Charlotte. Es raro que sea impuntual, esta mañana se ha puesto alarma para no llegar tarde al desayuno.

Mi reloj marca las 14:05, algo está pasando, Charlotte no aparece. No es que tenga hambre, no tengo ninguna prisa, pero es que esta impuntualidad en Charlotte es inusual, aunque no lleve ni dos días enteros con ella.

Pasa un minuto y sigue sin aparecer. Decido echar un vistazo al comedor por si por casualidad la veo y efectivamente, está compartiendo mesa con Leti.

—Chicos, no hace falta esperarla. Está allí —señalo disimuladamente a la mesa que está compartiendo con ese grupo de chicas de mi instituto.

Nos levantamos los tres y vamos a por nuestra comida. Los chicos que sirven vuelven a ser tan majos como el día anterior, todos con una sonrisa en la cara. Debe apasionarles su trabajo, pienso.

Volvemos los tres a nuestra mesa y nos encontramos con una chica ocupando el sitio de Charlotte. Es Violet, una chica de mi clase con la que apenas me he cruzado cuatro palabras haciendo un trabajo de historia este año.

Después de pensarlo un poco, he logrado entrar en razón, ayer hice cuentas sobre la cantidad de sitios que había en el comedor, es obvio que si Charlotte ahora ocupa otro lugar, la persona que tenía el sitio en el que ahora está ella se venga aquí.

Violet es una chica en la que nunca me había fijado ahora en secundario, tiene unas pocas pecas en la cara que la hacen parecer tímida, ojos marrones muy claritos y el pelo del color de sus ojos.

93 días de Verano ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora