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— Creo que eh cometido un error — La voz pícara e hipnótica que caracterizaba a Leila era reemplazada por una apagada y susurrante

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— Creo que eh cometido un error — La voz pícara e hipnótica que caracterizaba a Leila era reemplazada por una apagada y susurrante.

La chica se encontraba sentada en el rincón de la barra, fuera de la vista de quién entrara, los últimos días se las pasaba sentada ahí, en ese mismo lugar, solo bebía y bebía, como si eso fuera a arreglar sus males, no podía emborracharse así que no sucedía nada.

De cierta manera ese lugar le ayudaba a sentirse mejor, por lo menos aquí había personas con peores problemas a su parecer, podía sentir sus estados de humor, era parte del paquete al ser ángel.

—Si sigues así puede que pronto te empiece a contestar la pared— Una chica le habló mientras limpiaba la madera de la barra.

—¿Quién eres tú?— La castaña apoyo un costado en la pared para desviar la mirada de la rubia.

—Soy la nueva camarera, y por lo que veo pasas mucho tiempo aquí— Los ojos grises de la chica la analizaron para después agregar —Estas igual de perdida que todos en este bar—

—Yo no estoy perdida, se dónde estoy, estoy en un bar en un lugar al otro lado del mundo— Volvió a mirarla para darle un último trago a su vaso.

—No hablo de eso, hablo de que estás perdida en cuestión emocional— La rubia dio la vuelta a la barra y entró.

—No estoy perdida emocionalmente, no puedo entender las emociones como los humanos, yo no tengo esos sentimientos en mi persona, algunas veces quisiera tenerlos para ver la vida de otra manera— Sus ojos se dirigieron a sus manos mientras jugaba con ellas.

—Muchas veces pensamos que no tenemos ciertas cosas, habilidades, sueños o  sentimientos, cuando en realidad si los tenemos al igual que los demás, solo que no nos hemos dado cuenta de ello— La voz tierna con la que se expresaba le hacía recordar a la de un ángel —Para que se te suba el ánimo— Le proporciono un vaso con licor a Leila —Va por cuenta de la casa, solo no le digas a mi jefe— Una risita salió de ella.

—Vaya, emm.. Descuida no le diré a tu jefe— Leila tomo de la bebida, nunca había probado una como esa antes, su sabor era un poco amargo y le dejaba un sabor raro en la boca —¿Qué es esto?— Limpio su boca con su dorso en lo que aún sentía el sabor en su lengua.

—Es una mezcla de Cerveza y un ingrediente especial, le dicen de muchas maneras, Liquido del mal, sangre de condenados o simplemente por sangre de demonio— La rubia se acercó a ella y la retuvo sobre la barra.

—No puede ser.. ¿Quién eres?— Su vos empezaba a apagarse.

—Eso no importa, hermana— Fue hay cuando algo en la cabeza de Leila hizo Click.

—Eres un Ángel— Solo fue un susurro que desapareció en el aire, sus ojos empezaban a ver borroso.

—Vaya que hace efecto rápido esa cosa, solo agregué 3 gotas— Tomo a Leila para pasar un brazo por sus hombros.

No sabía hacia donde la llevaba, su cuerpo ya no reaccionaba, sus ojos empezaban a pesar haciendo que por segundos se quedará en total oscuridad, sus oídos no captaban con claridad nada, lo último que vio fue una puerta la cual era abierta por otra persona.

(...)

—Despierta— Un golpe se hizo escuchar por la habitación —Despierta— Repitieron la acción.

Leila empezó a despertar poco a poco, aún desorientada por el hecho de no recordar nada, una serie de imágenes le llegaron a la mente, ella bebiendo de un vaso y como perdía los sentidos, pronto se puso alerta.

Estaba en una habitación completamente blanca, se encontraba la misma chica rubia y ahora dos personas más. No necesitaba saber el lugar, ella ya sabía que era el cielo, las vestimentas de los ángeles era representativa.

—Hola Leila— La voz de su "hermana" ya no era como en un principio, ya no era tierna ni melosa, ahora era hostil, claramente un ángel.

—¿Y ahora que?— Ya estaba cansada de esto, tenía suficiente con sus problemas no quería más, su voz podía describir fácilmente el como se sentía, era muy monótona.

—Has hecho algo fuera de la ley, no puedes realizar misiones sin consultar a los superiores, no tienes esa jurisdicción— Tenía sus manos en su espalda y estaba muy recta.

—Ellos no la hubieran aceptado, mate a alguien que se lo merecía— Se justificó la castaña mientras se removía en la silla donde estaba.

—Claro que no, mataste a alguien que no debías— Esa frase le hizo recordar a Leila que también se la había dicho a Cael —El cielo tenía un tratado con él—

—¿Tratado?— ¿Cómo podían ellos hacer eso?no era justo, él era un asesino.

—El cielo dio su aprobación para que él matará a Ara— La castaña apretó su mandíbula en señal de enojo, mataron a su hermana, su mejor amiga, ellos lo sabían y lo aprobaron —Como has infringido la ley, los supremos han sentenciado que se te borré la memoria, era eso o la desintegración— Los dos ángeles se acercaron con una caja de madera.

Dentro de ella se encontraban lo que parecía ser una rueda de plata con dos taladros muy finos.

Su "hermana" le colocó el artefacto en la cabeza, podía sentir el frió de la plata en su frente y como los pequeños talados se posaban sobre sus cienes.

Fueron introduciendo los pequeños taladros en esa parte, los gritos que eran productos por Leila podría jurar que los podrían oir hasta la tierra, unos hilos de sangre bajaban por los costados de su cara.

Pareció una eternidad hasta que por fin estaban completamente dentro, ambos ángeles colocaron sus manos en el aro de plata y una luz blanca empezó a brillar.

La chica podía sentir como se le rasgaba la garganta de sus gritos, el dolor era incomparable con cualquiera que haya sentido en siglos de existencia.

Quedó inconsciente después de minutos, retiraron todo y la curaron. Después de unas horas al fin despertó.

—Bienvenida Lyra, soy Isabel y estás a mi cargo— La rubia hablo firmemente y observó el semblante de la nueva Lyra.

—Esperando órdenes— Lyra se mantenía recta y sin expresión con la vista dirigida a Isabel.

—Perfecto— susurró Isabel para salir de la habitación, había sido un éxito y ahora tenía que informar a sus superiores.

𝐍𝐎 𝐓𝐈𝐌𝐄 𝐓𝐎 𝐃𝐈𝐄  [𝑪𝒐𝒎𝒑𝒍𝒆𝒕𝒂]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora