Capítulo 35

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Inside out - Britney Spears.

No llevamos ni veinticuatro horas que acabamos de aterrizar en Londres y ya me va a llevar a comer con un socio

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No llevamos ni veinticuatro horas que acabamos de aterrizar en Londres y ya me va a llevar a comer con un socio.

Traigo suficiente ropa en la maleta, lo cierto es que nada de lo que me pongo me gusta lo suficiente como para ir a conocer al socio. Y por la vestimenta que trae Maximiliano, es suficiente claro para dejarme saber que será en un restaurante de lujo.

—A veces pienso que debería modificar mi armario a un estilo de ricos —me quejo, enseñándole a Maximiliano pantalón crema con un suéter de tejido blanco y unos botines blancos con diseño de vaquero. Con la tormenta de nieve que acaba de caer, decido ponerme encima una chamarra negra que me llega hasta las rodillas.

—Te ves bien así, no entiendo por qué insistes tanto en cambiarte de ropa.

—Porque estoy un noventa por ciento segura de que tu socio irá de traje así como tú, y ni se diga de su esposa. Seguro va con un vestido y tacones.

—No importa como vayan vestidos. Si así te sientes cómoda, así vete.

—No entiendes.

—La verdad no. Nunca te entiendo a ti, ni mi madre, ni a Sofía cuando se trata de vestimenta.

—¡Cosas de mujeres, Dimitriou!

Revisa el reloj de su muñeca.

—Mira, hermosa, te ves espectacular con ese atuendo. Ahora, ¿podemos irnos que los Roberts nos esperan?

Recojo la chamarra de mala gana. Ni su "hermosa" o su "te ves espectacular" logran convencerme de que me veré bien a un lado de dos trajeados y una mujer con vestido de diseñador.

—Bien.

Maximiliano me ayuda a ponerme mi chamarra. Seguido de ello pide el elevador al último piso del hotel y bajamos a la recepción, donde en la entrada del edificio se encuentra Roberto, William y Ethan esperando a que lleguemos para los dos morenos montarse a la camioneta y Roberto abrimos la puerta trasera del Mercedes que se ha rentado para transportarnos.

Como estoy muriendo de frío, a pesar de que abajo traigo unas medias gruesas junto con calcetas de peluche y, debajo del suéter, una camisa de algodón manga larga, me pego a Maximiliano. De todos modos, ya es muy confianzudo como para colocar su mano en entre mis muslos.

—¿Qué tan Londres, señorita Carson? —pregunta Roberto desde el conductor.

—Hace mucho frío.

Roberto y Maximiliano se ríen.

—Lo bueno es que me trae a mí para mantenerla calientita —asegura Maximiliano.

—Gracias al cielo.

Los dos hombres vuelven a reír de mí.

Menos de media hora más tarde, bajamos en compañía de William y Ethan que parecen estar muriendo de frío igual que yo. Miami nunca se podría comparar al invierno que hace por estos rumbos del planeta.

Mientras Me Busques (1º) ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora