Pronto empezaron de nuevo las clases. Camino asistía a todas sus horas incluida la de Arte, y después de almorzar con sus amigos y su novio, asistía a las clases particulares con Maite, durante los tres días que llevaban de semana, así había sido y así esperaba Maite que fuese hoy. A ella le molestaba, no podía esconderlo tras aquella fachada de indiferencia que intentaba mostrar desde el primer momento que los vio en la puerta del aula cogidos de la mano, como dos atontados.
Había aprendido a mofarse en silencio y a gusto de las chorradas románticas que el tal Idelfonso le murmuraba a Camino antes de irse. También había aprendido a controlar las ganas de vomitar que a veces le entraban cuando el la besaba metiéndole la lengua hasta el gaznate, como en ese preciso momento estaba ocurriendo. Ese chico no sabía besar. Ella lo hacía mejor, ¿no?. Maite cerró los ojos mosqueada por la vertiente que tomaban sus pensamientos. Pero la verdad es que tenía el orgullo herido.
Maite, en el fondo, siempre había adorado la forma en que Camino la veía. Sentirse el centro de su atención y de sus miradas. Responder a sus preguntas y ser su consejera, como había sido hasta que ocurrió lo del beso... Antes de aquel desafortunado suceso, Maite había intentado alejarse las últimas semana de Camino, para que estudiase y se centrase, y además, porque le daba miedo lo mucho que Camino la miraba, más de lo habitual, y la manera en que lo hacía. Llegó a pensar que le gustaba a la chica y eso le hacía sentir culpable. El beso solo fue la alocada travesura de una joven curiosa y Maite había sido el conejillo de indias y eso no tendría por qué molestarle. Ella, expresamente se había ofrecido a dar aquel beso, así que no debería molestarse, pero lo estaba. Sus besos nunca habían dejado indiferentes y por su puesto eran mejores que los de aquel desalmado.
- ¿Empezamos?.- Camino estaba parada frente a un lienzo en blanco y se había colocado ya la bata cuando Maite levantó el rostro de aquel estúpido libro del que no había leído ni una sola palabra, aunque lo pareciese.
- Sí, bien, perfecto que ya estés lista.- Le brindó la sonrisa más natural que pudo y asintió complacida.- Hoy vamos a empezar con la acuarela, ¿te parece?.- Maite se acercó a ella y saco un estuche de acuarelas nuevo. - Este es para tí.- Dijo como si tal cosa.- Como mecenas es lo mínimo que puedo hacer.- Dijo con una sonrisa humilde.
- Vaya.- Camino no sabía qué decir, estaba sorprendida y agradecida, aunque siguiese un poco molesta con ella. Ahora el enfado estaba empezando a diluirse. Ésta parecía su Maite. Tal vez sus palabra había servido para algo, después de todo.
- Bueno, ahora empecemos.- Dijo Maite tomando los pinceles. En seguida, comenzó a explicar.
Camino quería agredecerselo, pero su profesora ya estaba con la lección y le debía por lo menos atender. La lección, para su pesar, ocupó casi toda la hora y no pudo más que hacer un esbozo a lápiz para el día siguiente. Al terminar la hora, justo cuando Camino se disponía a dar las gracias a Maite y hablar con ella un poco, Capaldi apareció de repente por la puerta.
- Hola.- Dijo con una sonrisa.- ¿Te queda mucho? Quería comentarte algo.
Maite le sonrió con complicidad, gesto que no se le escapó a Camino. La chica se puso a recoger rápidamente, tal vez con demasiada brusquedad, quería salir de allí cuanto antes.
Y así fueron sucediéndose los días, sin que apenas hablasen de sus vidas, solo de cuestiones artísticas. Para colmo, Maite se había vuelto casi una tirana con ella, el estuche de acuarela fue el único detalle bonito que tuvo con ella. Después se limitó a pedirle fotocopias, cafés, llaves, bolsos, la mandaba a la biblioteca a investigar en las horas libres que le tocaban con ella, incluso le obligó a limpiar el despacho una vez por semana. Camino no sabía si aquello estaba motivado por las ganas de Maite de castigarla o si era por su deseo de alejarse, o ambos a la vez.
YOU ARE READING
Impresión, sol naciente (Maitino love)
RomantizmMaite es profesora de Historia del Arte y Camino una de sus alumnas. Cuando Maite se ve obligada a trabajar con un brazo en cabestrillo, Camino se convierte por azar en su ayudante. La relación primero tensa, ira tornándose cada vez más cercana e in...