Capítulo 3

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La mañana siguiente Athena se levantó y se vistió. Bajó a desayunar y vio a todos concentrados en otras actividades, el señor Weasley leyendo El Profeta, la señora Weasley hablaba a Ginny y a Hermione sobre un filtro amoroso que hizo de joven. Las tres soltaron una risa floja.

Athena terminó su desayuno y subió por su baúl a su habitación. Era difícil bajar su baúl por la estrecha escalera del Caldero Chorreante.

El señor Weasley condujo a Athena hacia el primer coche que estaba cerca de la acera, eran de color verde oscuro y eran conducidos por magos de mirada furtiva con uniforme de terciopelo verde esmeralda. Athena subió a la parte trasera del coche, y enseguida se reunieron con ella Hermione, Ron y Harry.

El viaje hacia Kings Cross fue muy tranquilo, los coches del ministerio parecían bastante normales, aunque Athena observó que podían deslizarse por huecos que no podrían ser traspasados por coches normales. Llegaron a la estación con 20 minutos de adelanto; los conductores del ministerio les consiguieron carritos, descargaron los baúles, saludaron al señor Weasley y se alejaron.

Había mucha gente en la estación, el señor Weasley cruzó primero con Harry; detrás de ellos, cruzó Athena. Un instante después, se encontraron en el andén nueve y tres cuartos. Athena levantó la vista y vio el expreso de Hogwarts, un tren de vapor de color rojo que echaba humo sobre un andén repleto de magos y brujas que acompañaban al tren a sus hijos.

Después de que el resto de los Weasley, Hermione y Athena se reunieran, subieron al expreso en busca de un vagón vacío, el señor Weasley iba delante de ellos junto con Harry. Encontraron un vagón medio vacío y acomodaron los baúles en la rejilla portaequipajes, colocaron a Hedwig y a Crookshanks; volvieron a salir para despedirse de los padres de Ron.

La señora Weasley besó a todos sus hijos, luego a Hermione, a Harry y de último a Athena. Quien se sintió agradecida por haber recibido un abrazo de más.

−Cuídate, Athena. ¿Lo harás? –dijo separándose de ella, con los ojos especialmente brillantes. Luego abrió su enorme bolso y dijo−: He preparado bocadillos para todos. Aquí los tienen...

Athena soltó una pequeña risa al escucharla decirle a Ron que sus bocadillos no eran de conserva de buey. Athena subió al tren junto con Ron y Hermione. Pero Harry no había subido. Se asomó por la ventanilla y los observó. Harry estaba con el señor Weasley. Athena tragó en seco. Ninguno de sus amigos sabía que su padre era Sirius Black. Aunque Ron ya ha estado haciendo conjeturas.

El tren había comenzado a moverse. Harry corrió hacia la puerta del vagón, Ron la abrió y se echó atrás para hacerle paso. Se asomaron por la ventanilla y dijeron adiós con la mano a los padres de los Weasley hasta que el tren dobló una curva y se perdieron de vista.

Fueron por el pasillo en busca de un compartimiento vacío. Encontraron uno, pero no estaba vacío, un hombre se encontraba sentado junto a la ventada y profundamente dormido.

− ¿Quién será?− preguntó Ron, en el momento en que se sentaban y cerraban la puerta detrás de ellos.

Athena lo miró con curiosidad, tenía una bata muy vieja y arraigada; él lucia enfermo y exhausto. Jamás había visto a alguien mayor tomar el tren, a excepción de la señora del carrito de los dulces. Subió su mirada y vio su baúl, en él se leía el nombre Profesor R.J Lupin.

Hermione le respondió a Ron. Athena soltó una risa cuando Ron preguntó ¿Qué materia enseñará?, era más que obvio era el nuevo maestro de Defensa Contra Las Artes Oscuras.

−No parece capaz de sobrevivir a un maleficio hecho como Dios manda –dijo Ron, no muy convencido−. Bueno, ¿Qué nos ibas a contar Harry?

−Lo siento, Athena, escuché todo anoche –dijo Harry, un tanto apenado.

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