Hey bebés de luz que tal están, como pasan su cuarentena, espero la pasen lo más relajados posibles, bueno, quiero contar que esta historia no es mía, es de una amiga muy querida, que quiso contar su historia, denle mucho amor y comenten si les gustó o no, sin más que añadir, les deseo felices vacaciones y disfruten.
Mi nombre es Camila, tengo 18 años y esta es mi historia. Hace una semana mi madre se Casó con un nuevo hombre, su nombre es Jhosep, quien se vino a vivir con sus tres hijos a nuestra casa. (No les puedo negar que están bien guapísimos los tres, y tienen un paquetote entre sus piernas que ni se imaginan.)
La casa es amplia, con cuartos suficientes para tener una habitación por persona. En fin...
Hace unos días sentí que Aldo, uno de los chicos, abrió mi puerta y observo como dormía por unos minutos. Me sentí un poco incomoda, pues fue algo como psicópata, pero sus hermanos, Edgar Y Aldo tenían la misma costumbre de mirarme por las noches. Los tres me tenían ganas. A decir verdad soy un poco mustia, pero eso no quita que mis nuevos medios hermanos tengan lo suyo.
Anoche Edgar vino a verme dormir, pero esta vez, entró y hasta se sentó en mi cama.
Me hice la dormida como las otras veces. de repente sentí sus manos en mis piernas, me estaba gustando pero mi conciencia me decía que estaba mal, entonces desperté fingiendo estar asustada, y lo corrí de mi cuarto, antes de salir se mordió los labios y cerro la puerta.
Luego de irse, empezó a mandarme textos y le respondí:
-Edgar: Duermes hermoso
-Camila: ¿que hacías aquí?
-Edgar: me gusta verte dormir, me encantas.
-Camila: descansa.
Detrás de la pantalla yo mordía mis labios mientras sonreía, no me desagradaba para nada la idea de tener una pequeña aventurilla con uno de ellos, al final de cuentas no corre la misma sangre por nuestras venas.
Me levante a las 5:00 am para darme una ducha, la universidad me esperaba.
Yo era la única que se levantaba a esa hora, por lo tanto todos dormían hasta mas tarde.
Me desvesti y entre a la regadera, de golpe siento que la puerta se abre, tras la cortina transparente veo la silueta de un hombre, imagine que estaría entre dormido y no se habría dado cuenta de que estaba en el baño.
Corrí despacio una esquina de la cortina para ver de quien se trataba, era Edgar, y no parecía estar para nada somnoliento.
-Edgar: Hola Teffy, que tal si nos damos un baño juntos?
-Camila: ¿que haces? Sal de aquí.
*se acerco hasta mi*
-Camila: sal ahora mismo o gritare!
-Edgar: no si yo no lo permito.
Se acerco mucho más, con su mano tapó fuerte mi boca, y me arrecosto a la pared, la ducha estaba encendida por lo que se mojo toda la ropa.
Llevo su mano a mis senos y acaricio mis pezones.
No moví un solo dedo, estaba desconcertada y poco a poco me estaba excitando.
Intente empujarlo, pero tomo mis manos, las subió arriba de mi cabeza y las presiono contra la pared, comenzó a besar mi cuello, cerré mis ojos por unos segundos y pregunto:
-Edgar: te quedaras callada?
Asentí, pues estaba dispuesta a saber hasta donde podía llegar.
Siguió bajando con sus besos, mis pezones se habían avivado, estaban tesos, Edgar aprovecho eso para lamerlos y succionarlos, los mordía.
Estaba perpleja, solo podía cerrar los ojos y no moverme, mi conciencia me decía "Esto no puede ser" pero me ganaba la excitación.
Me tomo fuerte de los glúteos y presiono mi cadera a la suya, de inmediato sentí su pene erecto, ¡QUE ENORME ERA! Abrí mi boca en un suspiro.
-Edgar: me encantas teffy susurro en mi cuello mientras volvía a besarlo.
Me arrecosto a la ducha, justo donde caía el agua mas fuerte, aumento la presión del agua para que no se escuchara nada.
Bajo su mano a mi clítoris y comenzó a estimularlo con pequeños y suaves toques, para que la lubricación saliera.
Introdujo un dedo en mi vagina para humedecerlo del líquido que producía y seguir estimulando mi clítoris.
Ya yo sentía que me palpitaba, y un leve gemido se escapo de mis labios.
-Edgar: Shhh! Nos escucharan. Tapó nuevamente mi boca mientras su mano seguía trabajando allí debajo. Me resultaba tan difícil quedarme callada, no emitir ningún sonido con las sensaciones que me provocaba y la adrenalina de hacerlo con todos en la casa
Yo quería probar sus labios, pues aun no los había besado, y me provocaban esos pedazos de carnes rosaditos que adornaban su rostro.
Mi deseo no demoro mucho en cumplirse, subió su cabeza y me beso apasionadamente.
Movía su dedo ahí abajo cada vez mas rápido, llegue al punto máximo de mi excitación y me llegue.
Bajo sus pantalones.
Pude sentir su pene descubierto contra mi pelvis, se sentía mas grande y el rose era mas delicioso por la humedad que nos producía el agua.
Abrió mis piernas, tomo su pene con la mano y acomodo entre el agujero de mi vagina, listo para entrar en mi.
Pero alguien toco la puerta.
Era mi mamá! No se como había pasado él tiempo tan rápido, ya era hora en la que todos despertarían.
-Mama: Camila eres tu?
-Camila: si mama, ya salgo
-Mama: apúrale hija que voy tarde al trabajo.
Estábamos asustados, con mi mama tras la puerta no sabíamos como hacer para que no nos viera salir juntos y no se diera cuenta de lo que sucedía, si ambos estábamos mojados y desnudos.
Rápidamente, se puso sus pantalones, yo tome la toalla y me cubrí.
Mama: hija voy a entrar. El pánico me invadió y no sabíamos que hacer.
Camila: mama espera un poco estoy haciendo mis necesidades.
Por el momento se calmo, pero seguia tras la puerta.
Mamá se cansó de esperar y abrió la puerta enojada. Al vernos juntos reaccionó preguntando.
- mamá: ¡¿Que hacen aquí?!
-Camila: mamá lo que pasa es q el excusado no baja bien y Edgar se ofreció ayudarme.
- mamá: ¿ Y porqué están mojados?
-Camila: mamá es que se estaba desbordando, pero ya Edgar me ayudó.
Salimos corriendo cada uno a sus habitaciones, cerramos las puertas casi al mismo tiempo. Mi madre no nos creyó, pero tampoco se imaginó que pasara algo malo, me tenía un concepto de chica bien educada, lo que no sabía es que esa educación se me olvidó el día que metió a esos tres bombones a la misma casa.
Pasados 5 minutos, me llegaron unos textos.
-Edgar: Lastima que no pudimos hacer nada.
-Camila: tenemos mucho para terminarlo, estamos en la misma casa.
-Edgar: te tengo ganas. Adjuntando una foto de su pene erecto.
Mordi mis labios y envié una foto de mi vagina, diciendo que debía irme.
Mi madre arruinó el momento justo cuando me penetraria, pero me consuela que seamos "familia", lo veré todos los días y habrán más ocasiones, Por lo pronto me fui a clases...
Al llegar a casa, todos estaban en sus ocupaciones, por lo tanto solo estaba René en la casa.
Ese era un tanto mojigato, tímido, sabía que yo le gustaba, porqué lo descubrí cuando me espiaba en las madrugadas, pero era demasiado tímido para decírmelo frente a frente. Noté que estaba en su habitación con la puerta abierta, entré a mi cuarto, me quité la ropa y pasé desnuda al baño para que me viera, sé que vió, pero se resistió. (Yo le guardaba muchas ganas, pero el muy tonto me esquivaba).
Me di un buen baño, y al volver a pasar por su recamara, estaba acostado de espaldas. Aproveché para sorprenderlo, entré con mi toalla envuelta, y cerré la puerta tan fuerte, de modo que se enterara que estaba allí.
—René: Camila, pe-pero... ¿Qué haces?
—Camila: No tartamudees, solo vine a platicar un poco contigo.
Mordí mis labios, Puse seguro a la puerta, solté mi toalla y esta cayó al suelo.
Mientras me acercaba a la cama note como su pene se le hinchada, al llegar junto a él lo toque y diablos, si que estaba bueno y de inmediato se sonrojo, nos dimos un buen y húmedo beso, pero me empujó y me dijo que no estaba bien.
No me quedó de otra que cubrirme con la toalla humeda y salir rumbo a mi habitación. Aunque con René tampoco pude concretar nada, fue satisfactorio lo poco que logré.
Ahora quedaba saber si con Aldo se repetiría la misma historia. Con él sería más difícil pues no se la pasaba en su habitación, estaba todo el tiempo metido en el despacho, organizando papeles. Y dije: “Esta noche aprovecharé para ver que sucede.”
En la noche... Mientras todos dormian, me levanté, me puse mi bata, sin hacer mucho ruido baje las escaleras y me diriji al despacho. Allí estaba Aldo.
—Aldo: Hola Camila, ¿qué haces despierta a esta hora?
—Camila: Es que no tenia mucho sueño y quise bajar por un poco de agua, sentí ruidos y me acerqué hasta aquí. ¿Puedo sentarme contigo?
—Aldo: Claro, ven acá, hay una silla. Desocupó uno de los muebles que tenían papeles y me lo ofreció. Sin embargo me acerqué a él y me senté en sus piernas.
—Camila: Aquí me siento más cómoda. Lleve mis dedos a sus piernas y acaricié lento hasta tocar su pene, aún no estaba erecto, me imaginó que no se esperaba mi forma de actuar ante él. -¿Qué pasa, no te gustó?- No dijo una sola palabra, él sí reaccionó tomándome de las nalgas y acariciando mis piernas. Mi respuesta fue abrir las piernas para provocarlo más, eso funcionó para poner duro su pene. Él tomó la iniciativa, bajo su corredera y lo sacó, ¡era enorme! Con su mirada insinuó que me agachara, eso hice, me agaché abajo del escritorio y lo introduje en mi boca. El comandaba mis movimientos con su mano, apretó mi cabello y me hacía subir y bajar, la metía hasta el fondo que casi vomitaba. Comenzó a gemir, abrió mas su pantalón y sacó sus testículos. Lamí esas dos pelotas con tantas ancias, él decidió masturbarse mientras yo seguía lamiendo. Finalmente se llegó y me pidió que tragara ese liquido espeso y sin ninguna objeción lo hice. Ahora era su turno, Me puso de pie y entre las caricias, me sentó en el escritorio, abrió mis piernas y succionó la baba de mi vagina. Metió dos de sus dedos en mi mientras me besaba apasionadamente, mis piernas cada vez se abrían más y Aldo aceleraba la masturbación, mordía mis labios, pero la excitación no me dejaba sentí dolor.
—Aldo: Qué calientita estás allí abajo. Sonreí malvadamente. -¡Me tientas!- Me bajó y me puso de espalda, me inclinó fuertemente contra el escritorio, mis senos quedaron aplastados contra la madera al igual que las palmas de mis manos. Aldo introdujo los mismos dedos húmedos en mi ano, empezó a meterlos y sacarlos. Saco un pequeño objeto ovalado y largo de su bolsillo, y también lo introdujo. Con su pelvis empujaba para impulsar la penetración mientras pegaba fuertes nalgadas, sus manos quedaron marcadas. Yo no podía hacer más que arrancar pedazos de madera con mis uñas y morderme la lengua para no gemir. Aldo era un poco violento a la hora de actuar sexualmente, pero me encantaba. Finalmente subió mis interiores y dijo:
—Ya es hora de dormir cariño.- Despidiéndose con una nalgada. Subió sus pantalones, me dió un último beso y se marchó. Yo le seguí detrás dirigiéndome a mi cuarto. No sé sabia quién sería el primero en penetrar, pero, ¡ya que! No estaría nada mal hacer una orgia y ser yo la única chica... Pensé: “¿Será mala idea tener sexo con los tres al mismo tiempo?
Pasé toda la noche pensando, intentando descifrar la manera de que ninguno se negara y que pareciera un encuentro casual. Por más que medité, no encontré la forma, así que no había de otra que ser más que evidente a la hora de actuar. Pasó una semana antes de que el gran momento se diera, aunque no les niego que seguí teniendo encuentros casuales y cortos con cada uno de ellos, de nuevo en el baño, el despacho, la recamara, e incluso la cocina. El único espacio que nos faltaba por recorrer era mi habitación. Llegó la fecha esperada, mi madre saldría de viaje de negocios con su esposo y quedaríamos solos en casa. Claro, a cargo de Aldo quién era el mayor de todos, tenía 21 años, Edgar 18 y René siendo tan solo un año menor que yo, tenia 17. Eso explicaba por qué su timidez excesiva... Era el momento de poner en marcha mi plan macabro. No sabía que yo podría llegar tan lejos, todo lo que hace la excitación.
Apenas mi madre y su esposo se despidieron, cada uno de nosotros nos dirigimos a nuestras respectivas habitaciones. Inmediatamente le envié un texto a cada uno.
—Camila: Ven, te espero en mi habitación, estoy acaloradita y un poquito mojadita. A lo que cada uno respondió:
—Edgar: Ya voy Camila.
-Aldo: Iré de inmediato.
—René: Enseguida bebé.
Entré a la ducha, me quité todas las prendas y esperé a que llegaran. Todos entraron casi al mismo tiempo, estaban confundidos, no entendían que hacían los tres dentro de mi habitación. Cuando los sentí discutir, abrí la puerta lentamente, y caminado sensual me posicioné justo frente a ellos.
—Camila: ¡Calma chicos! Hay Camila para todos.
No entendían lo que quise decir pero, los tres pares de ojos me miraron de arriba hacia abajo, yo no traía nada de ropa, estaba totalmente desnuda. Cerré la puerta de la habitación, caminé frente ellos y acaricié sus caras mordiendo mis labios. —Camila: Hoy quiero una orgia chicos, ¿se animan?
Ninguno pudo negarse, el deseo les ganó la partida. Rápidamente los tres me acorralaron, empezaron a manocear mi cuerpo, no podía distinguir que mano estaba en cada parte, eran seis manos sobre mi cuerpo, en mis senos, mis glúteos mi vagina.
Fuimos todos a mi cama, me puse en la posición de cuatro, Aldo estimulaba mi clitoris con su lengua, Edgar introducía su dedo en mi vagina y René, el más tímido, tenía su pene en mi boca. Yo lamía su pene para enseñarle de lo que se estaba perdiendo, realmente estabamos todos excitados, tanto que no medimos y ni pensamos en lo que estábamos haciendo, simplemente nos dejamos llevar por nuestros deseos. Edgar y Aldo se masturbaban mientras me estimulaban mis partes íntimas. Yo sabía que esta sería una gran noche llena de placer. Y lo mejor, es que esta vez nadie nos interrumpiría, duraríamos todo el tiempo que aguantemos. Edgar en medio de su placer, golpeó mi ano con su pene varias veces y con fuerza, Aldo daba duras palmadas en mis glueteos. Mis gemidos se escapaban con cada golpe, quería que ya entraran en mí. Comenzaron a turnarse, de tal manera que cada pene pasara por mi boca y cada mano por mis partes. Sin duda yo, era quien mas estaba disfrutando del momento. ¿Y quién no lo haría? Si esos tres bombones estaban a punto de deborarme por completo. Ya era hora de que me penetraran de una vez.
Finalmente todos se llegaron al tiempo. Y quedé totalmente bañada de tres líquidos diferentes. Fue una excelente noche. A pesar de lo emocionante que se sintió, cabe decir que yo no pude llegarme, quedé con las ganas y mi clítoris palpitante, incesante. Pero, por parte de René, no sentía las mismas ganas de seguir, pues quería alguien con experiencia, alguien como Aldo, que no retiene las ganas, quería moretones en todo mi cuerpo, quería sentirme cansada, saciada, satisfecha. Pues apesar de tener sexo triple, no alcancé a llegar al orgasmo que prefería. Pero no me quedaba de otra que aguantarme. Los chicos se fueron a sus habitaciones y yo al baño, a asearme de todos esos derramadas en mí. Luego de un buen baño relajante, yo seguia en el mismo grado de excitación. Saque un pene vibrador de mi mesa de noche. Me escondí entre las sabanas y comencé a introducirlo en mí, no se sentía lo mismo, pero pensé en Aldo al cerrar los ojos, hacía más rica la experiencia. Con mis ojos cerrados y un salto de impresión sentí unas manos fuertes sosteniendo la misma mano con la que yo agarraba el vibrador. Siguió mis movimientos, de adentro a fuera. Estaba tan concentrada que no sentí en que momento Aldo había entrado en mi habitación, y tomado el control de la situación nuevamente.
Abrí mis ojos, vi a Aldo y mordí mis labios, solté el pene superficial para que el continuara con sus movimientos, que aunque eran bruscos, me producían mas excitación que mi propia mano. Volví a cerrar mis ojos y dejar llevarme, Aldo por un momento detuvo sus movimientos, hice flexión en mis piernas y empujaba mi cuerpo de arriba hasta abajo de tal manera que aquel objeto siguiera estimulándome. De repente siento que deja de vibrar, y no esta en mi vagina. Alcé mi cabeza y miré, Aldo entró en mí sorpresivamente. Respiré profundo, su pene se sentía calientito y mucho más duro que hacia un hora aproximadamente. No creí que él habría quedado con las mismas ganas de seguir que yo, pero efectivamente ya tenía a alguien que saciara mis ansias, y para mi beneficio era quien más placer me producía de los tres. Estaba apresurada con que me penetrara fuerte y me tratara brusco.
—Camila: Quiero sentir orgasmos, ¿puedes lograrlo?
—Aldo: Me encargaré de que grites pidiendo que pares, porqué ya no quieres mas.
—Camila: Eso espero, ahora solo métemela, no pares hasta que yo tenga mi orgasmo, y no contengas ningún impulso. Apretó mis piernas y preguntó:
—Aldo: ¿Impulsos cómo estos? Asentí con la cabeza, sonreí y puse mis manos en su pecho.
—Aldo: ¿Estás lista?
—Camila: Cuando quieras.
Con esa pequeña conversación inició la penetracion profunda. Tomó impulso y entró agresivamente. Gemí sin poder aguantar el dolor y placer que me produjo.
—Aldo: ¿Te dolió mucho? Preguntó con una sonrisa sarcastica, volviendo a entrar más duro esta vez.
Mordí mi labios, pero a pesar de eso, otro gemido se escapó. Sabía que estaba haciéndolo justo para escuchar mis sonidos. Alzó mi piernas a sus hombros y se inclinó quedando casi acostado encima mío, separados por mis piernas, ya que tengo flexibilidad y lo estaba demostrando. Comenzó a penetrarle con ritmo rápido y violento como si disfrutara el fruncir por el dolor. Entraba cada vez mas rápido, tanto que los gemidos no eran lo único que se escuchaban, los golpes de sus testículos en mi ano acompañaban el ritmo de mis gemidos. Penetraba profundo, sentía que me rasgaba algo allá dentro, pero apesar de eso, quería mucho mas. Así que se lo demostré con mis palabras entre agites.
-Camila: ¡Ah, ah, ah! Sigue...
—Aldo: ¿Te gusta?
—Camila: Sí, sí, ¡sigue!
Continuó así por minutos, imaginé que se habría cansado así que intenté bajar mis piernas y su cuello, pero él no lo permitió, no quería dejar de ser el quien llevara las riendas.
Se bajó de mí, me volteó y me colocó en posición en cuatro, me pidió que colocara una prenda en mi boca, su idea era amordazarme, amarró mis manos y mis pies, quedé totalmente inmóvil, sin ninguna posibilidad de el más mínimo movimiento. Estaba totalmente a su disposición y no me molestaba la idea, con gusto seguí sus indicaciones.
Después de nuestro encuentro sexual triple, mis tres hermanastros y mi súper cierre de función con Aldo había saciado mis ansias, pero aún sentía ganas.
Pasaron muchos días para que los chicos y yo volviéramos a hablar personalmente, no por pena, sino por que no nos interesaba entablar amistad, nuestro interés era el mismo, "follar".
Aunque René quedó encantado, por ser yo su primera mujer, creyó estar enamorado de mí, me buscaba todas las noches, me escribía, estaba intenso la verdad y me aburría la idea de tener otra noche con él, era tierno porqué no tenía experiencia, pero no era del todo mi tipo, lo mío es el sexo salvaje y solo Aldo supo darme lo que yo quería esa noche.
Ayer regresó mamá y su nuevo esposo de su luna de miel, estaban cansados de su viaje que solo alcanzaron a saludar y meterse a la cama.
Mi madre es de esas mujeres chapadas a la antigua que sólo "hace el amor" todo delicado, sin malicias ni cosas nuevas.
Imaginé que de pronto mi nuevo "papito" podría necesitar una ayudita para soltar ese hombre lujurioso que lleva dentro.
Después de todo, no están tan mal, era un buen partido, tenía dinero, un cuerpo atletico, no se le veía un pene enorme a simple vista pero yo tenía ganas de experimentar si él sería un demonio en la cama, a pesar de su pene de tamaño normal. Pensé:
“¿Será que mi padrastro tendrá las mismas malicias que sus hijos?"
Yo tenía que averguiar y más que todo comprobar por mí misma que tal era ese hombre en la cama. Digo, para saber si mi madre hizo una buena elección. Por mi mente rodaban muchas maneras de seducirlo, lo cual me resultaba complicado ya que se la pasaba trabajando, pero no hay trabajo imposible para mí.
Un domingo de descanso mi madre dormía hasta tarde para recompensar los días de trasnocho, pero Jhosep acostumbraba levantarse temprano a tomar una taza de café y encerrarse en el estudio. Yo, obviamente... Aproveché para iniciar mi plan. Me levanté poco antes que él para darme una ducha, así ponerme la pijama más corta y escotada que tenía. Bajé hasta el estudio haciéndome la inocente de que hubiera alguien allí. Abrí la puerta y fingí estar sorprendída de verlo sentando en el sillón de la esquina, frente a la ventana con su taza de café. No demoró mucho en notar mi presencia, reaccionó tragando en seco y abriendo sus ojos. Entendí que le gustaba verme, pues sus ojos no se iban de mis piernas. Me acerqué diciendo.
—Camila: Buenos días Jhosep, no imaginé verte aquí tan temprano.
— Jhosep: Yo tampoco Camila. Respondió con la voz entre cortada y tartamudeando.
—Camila: ¿No me ofreces una taza de café?
— Jhosep: Ya está frío.
Me sirvió en una taza derramando un poco al piso, sus manos temblaban, no podía disimular los nervios. Estiró la mano para dármela y haciendo un gesto de torpeza, la regué sobre mis pechos y mi abdomen.
—Camila: ¡Ay! Perdón, qué torpe, me mojé toda. Mordiendo mi labio inferior.
Sus ojos se abrieron aún más, viendo como la tela de mi pijama se esclareció a causa de la humedad dejando a la vista la desnudes de mi ombligo y mis pezones parados. Reaccionó rápidamente buscando un pañuelo para secarme, solo intentó secar mi abdomen, pero tomé su mano y la dirigí hasta mitad mis pechos. En un acto de rectitud, quitó su mano al igual que su mirada. Yo sonreí, y dije:
—Camila: ¿Qué pasa jhosep? No es nada del otro mundo, solo son senos. Tomé su mano y la puse en uno de ellos, apretando contra ellos. — ¡Vamos, toca! - Se dejo llevar por un momento y continuó secándome siendo su mano conducida por la mía. Cambié la dirección desde mis senos, bajé a mi abdomen, restregando suavemente, hasta llegar poco a poco a mi pelvis. Bajé su mano a mi pierna, dejando mi vagina sin tocar, su mano temblaba más. En una mirada hacia abajo, noté el pequeño bultillo de su entrepiernas, que me hacían deducir que su pene ya estaba erecto y listo para ser estimulado por mí. Pero primero jugaré un poco más con su fuerza de voluntad.
Aquel pañuelo ya estaba totalmente empapado, así que tome la cafetera y derrame un poco más de café sobre mí haciéndome notar la intención ante él.
—Camila: ¡Ups! Se me regó de nuevo, ¿puedes secarme? Por fa.
Buscó otro pañuelo con su mirada y en vista de no encontrar ninguno cerca, negó poder sacarme. Yo en un impulso planeado tomé su cabeza y la enterré entre mis senos.
—Camila: Lámelo, así podrías secarlo. No se negó, lamió la parte recorrida por café lentamente. Todavía no se atrevía a tocar mis partes. Me senté entre su regazo.
—Camila: ¿Te puedo llamar papá?
— Jhosep: Sí, claro. Con voz entre cortante.
Con mis dedos acaricié su cuello e incliné su cabeza hacia mis tetas, insinuando que siguiera lamiendo. Y así lo hizo, lamió delicadamente. Bajé los tirantes de mis hombros dejándolos caer por mis brazos. Mis senos salieron de su lugar y saltaron a la vista. Derramé nuevamente sobre mi pezón. Lo pensó antes de hacerlo, no estaba seguro de lamer. Pero le di otro empujoncito con mi mano y lo sumergí en mi pezón. Lamía con ganas, como si estuviese esperando eso hace mucho. Cada vez se presionaba mas sobre mí, ya sus manos acariciaban mis piernas involuntariamente y la mía se dirigía a bajar la corredera, sacar el botón de su pantalón. Estimulé un poco su pene, apretándolo a través de su ropa interior. Efectivamente era como yo pensaba, estaba erecto
Su pene cabía perfectamente en mi mano, no era muy grande, pero esa no era mi preocupación, solo quería sexo y más sexo con mi padre postizo. Procedí a abrir mis piernas para indicarle el camino que debían tomar las caricias de sus manos. Pero a pesar de mi insinuación descarada, no acató mi petición. Me tocó cambiar de táctica. Tendría que excitarlo de otra manera. No hallé otra forma que abrir aún más mis piernas, salivar mis dedos y llevarlos a mi clítoris. Hice a un lado mis pantis dejando a la vista mi feminidad para que obsevara detalladamente el movimiento de mis dedos. Acerqué mi cara a su oído para que oyera mi respiración y gemidos. Inicié la masturbación moviendo los dedos en forma circular, escupiendo cada 5 minutos en dirección a mi vagina para así seguir lubricando.
—Camila: ¡Ah, ah! ¿Te gusta lo que ves papito?
Respirando más rápido y profundo cada vez, él cerró sus ojos para concentrarse más, abrió su boca involuntariamente, metí los dedos en su boca. Con su mano sujeto mi muñeca fuerte y chupó mis dedos con su lengua, esa saliva fue el mejor lubricante, estaba más babosa y espesa. Seguí masturbando y moviendo mi pelvis a producto del placer.
Tomé sus dedos, que para describirlos diré que eran gruesos, robustos, ásperos, y grotescos; parecían dedos de alguien cuyo trabajo fuera una labor pesada, pero por el contrario en su empleo acostumbraba a teclear y hacer llamadas, típico empresario exitoso. Lo que me parecía extraño pero gratificante, pues dicen que hombres con manos de ese tipo tienden a ser fieras en la cama. Miré detalladamente su palma rasposa y lamí el centro con mi lengua lento llegando a la punta de cada dedo para acabar chupando cada uno de ellos. Con sus dedos en mi boca, lo miré sagazmente, y jugué con mi lengua dándole a entender a su imaginación que así tomaría su pene si se decidía a follarme de una vez. Metí y saqué numerosas veces el par falanges en mi boca, simulando sexo oral, incluso hice ruidos con mi garganta para estimular su imaginación. No despegó sus ojos de mí. Saqué sus dedos ya más que mojados e introduje el índice pegado del medio y anular en mi vagina.
—Camila: ¿Sientes el calientito en mi, Jhosep?
Solo asintió con su cabeza, respondiendo al tiempo con una exhalación fuerte.
—Camila: ¡Vamos! Siente todo lo que quieras.
Decía y empujando su mano de adentro hacia afuera, lo que no duro mucho porqué por fin tomó él la inicitiva
Metía esos ásperos dedos dentro de mí, fuerte y rápido como si no hubiese un mañana.
Me acerqué a su oído y le susurré: -No te contengas, sé toda una fiera, que así es como me gusta-.
Ese mensaje fue para él como oprimir su botón de inicio, elevó su nivel de intensidad y ya no tenía que ser yo quien lo buscara o me insinuara.
Propiamente tomó mis piernas y golpeó diciendo:
— Jhosep: Eres una chica mala.
—Camila: ¡Sí daddy, castígame más!
Ese "Castígame más" hizo escapar de él, un gemido inesperado, me tomó por las piernas, y me sentó en su regazo cambiando mi posición.
Me abrió de piernas, frente a él, dejando mis pechos en su cara y mi vagina con su pene, cuyo miembro aún seguía cubierto por su ropa interior.
Puso sus grandes manos en mis glúteos exprimiéndolos con lujuria, su cara enterrada en uno de mi pezones lamiendo cada centrimetro de mi piel, empujando mi cadera y separándola de la suya respectivamente.
Empujaba y halaba, empujaba y halaba, habiéndome respirar mas rápido por el contacto chocante de nuestras partes sexuales.
Abría más mis piernas para sentir más su pene, puse mis manos en su cuello y bailé sobre él de tal manera que mi clítoris fuera estimulado con su pelvis, al igual que tras ese pedazo de tela que nos separaba, su pene estaba siendo descubierto, desnudado con mis movimientos.
Estábamos teniendo sexo con ropa.
Enterraba mis uñas en su cuello. Él, en el punto más alto de la excitación, me separó un poco de su cadera para sacar su pene de los interiores. No era de gran tamaño, pero su grosor lo recompensaba, las venas sobresalían y su "cabeza" era rojiza, como si toda la sangre de su cuerpo se concentrara en ese solo punto. Miré hacia abajo y mordí mis labios. Él tomo una de mis manos y arropó su pene con ella, me guió de arriba abajo cada vez mas rápido, estaba ayudándome a masturbarlo. Estiró sus pies, arqueó su espalda, echó su cabeza hacia atrás y comenzó a gemir tan fuerte que me tocó introducir mis dedos en su boca para que los lamiera. Pero no lo detuvo, hacia ruidos con su garganta que de escuchaban hasta la cocina, pero era tanto su placer que no le importaba o no notaba el tono de su voz. Soltó mi mano para mover mi clítoris con sus dedos de arriba hasta abajo y en circulos. En menos de un minuto con su fuerza rompió mi pantis y la parte superior de mi pijama, quedé totalmente desnuda ante él, mientras que el solo tenía su pene afuera. El cual estaba en mi mano, siendo víctima de los movimientos de ella. Podía sentír como las venas de su miembro palpitaban al igual que mi clítoris. Jhosep estaba tan desesperado que me enganchó sobre su pene sin penetrar, solo refugiándolo entre mis labios vaginales. Con sus manos condujo mi cintura de adelante hacia atrás, pelando su pene y rozando mi vagina, continuamos con ese movimiento hasta poco antes de llegarse, quería eyacular dentro de mí, así que me alzó, rápidamente acomodó su masculinidad y penetró fuerte por fin, dejando derramar su liquido en mi interior.
Yo estaba tan deseosa de que entrara ya en mí... Poco a poco fue perdiendo la pena y yo disfrutando del momento, me cargó y me coloco sobre el escritorio, abrió mis piernas y comenzó a lamer ahora mis partes, su lengua se posesionaba ferozmente de mi clítoris, gemia del placer, estaba disfrutando mucho esto, pero ya deseaba que me invadiera.
—Camila: Ya, por favor papi, hazme tuya. Le decía entre gemidos. Su pene y se introdujo en mí en un movimiento brusco. Pegué un pequeño grito. Comenzó a moverse rápido y nuestros cuerpos se movían al compás, enredé mis piernas en sus caderas mientras el estrellaba mis nalgas contra el escritorio, era una exquisitez, y vaya que mi papito lo hacía riquísimo. Sus manos en mis nalgas me azotaron una que otra vez, y su boca se apoderaba de mis pezones ... Estaba a punto de llegarme ya cuando salió de mí y me pidió que me volteara. Me bajé de la mesa y me puse de espaldas a él, levantando mi culo haciéndome ver más provocativa ... Me seguía penetrando fuerte y yo me retorcía del placer, con una mano estimulaba mi clítoris y eso me hacia volar más, con la otra agarraba mis senos y la pasaba suave por mí barriga.
Ese momento era único para mí, sentir semejante hombre detrás de mí, su pene entrando feroz en mi vagina, sus testículos golpeando mis nalgas y sus manos tocándome toda. Hasta que me llegué y sentí que él se llegó tambien, estábamos exhaustos ambos, se sentó quedando yo sentada encima de él, su pene seguía dentro de mí y eso me excitaba, así que comencé a moverme despacio, él agarró mis caderas y me hizo afirmarme del todo en él, con su manos conducía el movimiento de mi cuerpo. Me levanté y me senté mirándolo de frente para que jugará con mis senos, volvió a introducirse en mí y mientras yo me movía gimiendo del placer, él lamía mis senos de una forma espectacular, que me hacía desear más y más. Comencé a dar pequeños saltos encima de él haciendo que su pene entrara y saliera como un clavo, era un tanto doloroso, pero a la vez placentero y delicioso, así duramos mucho tiempo hasta cansarnos.
Me paró contra la pared, separó mis piernas a la anchura de mis hombros. Abrió mis nalgas, escupió dentro de ellas y sin avisar entro con mucha fuerza en mi ano. Comenzó a follarme analmente, me dolía, pero me gustaba, puso una mano en mi seno, apretándolo y jugando con mi pezón, la otra la llevo a mi clítoris dando pequeños pero frecuentes toques con su dedo del medio. Dejo caer su cuerpo en mi espalda y su cara besando mi cuello, mientras me penetraba. Todo al mismo tiempo, mi manos contra la pared y el sudor mojando los muros. El sol empezaba a salir y la oficina se esclarecía, pero no era lo importante en ese instante, lo que llamaba nuestra atención era comernos el uno al otro. Seguimos en nuestro acto ilícito, todos dormían y yo estaba disfrutando de Jhosep. Seguía penetrando más fuerte cada vez, concentrando su fuerza en su pelvis y en sus dientes, los cuales apretaba mientras me decía cosas sucias mientras nalgueaba mis glúteos.
— Jhosep: Eres una chica mala, que apretadita estás, diosa del sexo.
Frases como esas que me decía al acercar su cara a mi oído mientras entraba su pene en mi ano y aruñaba mi espalda con sus manos. Mil gemidos se nos escapaban a ambos, su pene de tamaño promedio no me penetraba hasta el fondo, pero el grosor de ese miembro masculino rozaba por completo las paredes de mi cavidad, estimulando mi punto G. Sus dedos en mi clítoris y su otra mano en mi pezon, ¡rayos! Estaba apuntó de llegarme de nuevo. No hay necesidad de explicarles la cantidad de sensaciones que sentí con Jhosep, que a pesar de ser mi padrastro, supo tratarme como una mujer. Desafortunadamente, amaneció mas rápido de lo que esperábamos, después de tener un orgasmo mutuo, subí sigilosamente las escaleras y entré a mi recámara, debo decirles que fue una buena decisión parar, pues mi madre se despertaría cinco minutos más tarde. Así tuve el mejor polvo de mi vida con mi padrastro y estaría gustosa de volverlo hacer cuantas veces él quiera. Fue una experiencia fantástica, porqué había tenido sexo con sus tres hijos y mi padrastro, aunque no lo puedo negar, hacerlo con mi padrastro fue mejor que sus 3 hijos, superó mis expectativas y estuvo espectacular, mis orgasmos pasaron el límite. Quedé satisfecha, y lo mejor de todo fue que a él también le gustó... Y mi madre nunca se dió cuenta, y así fue más fácil, porqué lo buscaba cuando yo quisiera y en dónde fuera ... Me encantaba su forma de tener sexo salvaje conmigo. Y de mis hermanastros igual, los buscaba cuantas veces yo quisiera, en cualquier parte de la casa, sea uno por uno u orgia.
Así quedé feliz teniendo sexo todo el tiempo con mi "familia."
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Historias eróticas de un cafe
Short StoryHistorias eróticas contadas de diferentes personas