CAPÍTULO
VEINTIOCHOSEIRYŪ SE MANTUVO PRENDIDO AL PECHO de su madre aún cuando ella parecía ser capaz de quedarse dormida sentada y con el bebé succionando su pecho sin descanso. Se sentía tan agotada como si hubiese corrido, por lo menos, una semana entera sin descanso alguno. Lo irónico era que, ese día en particular, sus únicas actividades realizadas se basaban en amamantar a su bebé y comer. Y lo último por obligación, más que por apetito. ¿Cuándo volvería a sentirse bien? Su abuela Tsunade aún no lograba encontrarle lógica alguna a la condición de su chakra y era jodidamente inquietante para ella. Estar sin hacer nada era una de sus tareas menos favoritas. Ahora estaba obligada a cumplir con una cuarentena impuesta por sus padres y no era algo especialmente agradable de soportar. Solo de vez en cuando sus amigos de la infancia iban a visitarle, pero ella no podía salir. Incluso cuando Kakashi estaba siempre a su lado, le prohibieron abandonar la casa. De pequeña hacía pataletas para que su mamá le dejara salir a jugar con sus amiguitos, pero ya no podía darle uso a su estrategia de la infancia.
Cuando el bebé se encontró llenito y satisfecho, pudo darse el gusto de irse a la cama. No eran ni las seis de la tarde, pero ella moría de sueño. No tardó nada en perderse en los brazos de las deidades del sueño y lo agradeció tanto.
Despertó a mitad de la madrugada, percibiendo una gran presencia en su dormitorio. Tobirama sostenía en brazos al bebé mientras este dormitaba muy cómodo y calentito en ellos. Bastó esa preciosa escena para romper a llorar. Sus sollozos llenaron toda la habitación, alertando al shinobi que se apresuró en ir con ella. El Senju tomó asiento a su lado y con su mano libre, secó cada una de sus lágrimas. Le sentía tan débil que tenía miedo. No quería perderla. Especialmente ahora que tenían la oportunidad de volver a estar juntos.
— Es el emblema del Clan Senju —musitó la rubia, encontrándose con un dije colgando en el cuello de su hijo. Sonrió llorosa, posando su mirada sobre los ojos del Edo Tensei—. Senju Seiryū suena como un futuro Hokage, ¿verdad que sí?
— Seiryū Senju suena perfecto —él asintió, volviendo su atención al bebé de cabellos nevados que reposaba en su pecho—. Un sueño hecho realidad. Ustedes dos lo son. Justo ahora me siento tan afortunado. Como en la nubes. Nunca me sentí de este modo. Te debo tanto, cabeza hueca. El día que te encontré vagando en el bosque de la aldea, no imaginé que significarías tanto para mí. De hecho, eras una gran, gran, gran molestia. Me irritabas tanto al borde de enloquecer. ¿Cómo podría yo imaginar que poco después, esa misma mocosa exasperante me robaría el corazón y me daría un hermoso hijo?
— Bueno, esa fue mi venganza por ser tan odioso y déspota conmigo. Puedo considerarlo como un rotundo éxito el haber derretido la densa capa de hielo que cubría el corazón del tiránico, poderoso y calculador Tobirama Senju. ¿Verdad que sí?
— Me tienes a tus pies, cabeza hueca —murmuró él, engrosando el tono de su voz. Un vestigio de sonrisa hizo acto de presencia.
— ¿Cuándo podré besarte? —ella le tomó del rostro, rozándole el labio inferior con su pulgar. Echaba tanto de menos el sabor de sus besos. O mejor dicho, todo de él.
•
Del lado sur del bosque, justo donde los árboles se apretaban entre sí, formando un denso muro verde, dos jovencitos compartían tiempo juntos. Mientras uno de ellos parloteaba sin descanso, el otro se dedicaba a escucharle con especial cuidado. Sasuke Uchiha tiró del rostro del rubio y plantó un beso en sus labios, obligándole a callar. El silencio reinó. No era un silencio incómodo.
— ¿Qué ibas a decirme de la insoportable de tu hermana? —tirando de una media sonrisa, el Uchiha tomó la palabra.
— Ah, mi hermana... sí —rascó su nuca y se aclaró la garganta, soltando un pesado suspiro que normalizó los latidos de su corazón—. Ella está empeorando. Me siento terrible por no ser capaz de hacer algo al respecto.
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tempus . tobirama senju
Fanfic¿deberíamos darle las gracias a naruto o continuar culpándolo por ser un cabezota?