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Eran las 6:30 de la mañana cuando la alarma empezó a sonar por toda la habitación, haciendo que aquella chica que dormía plácidamente empezará a abrir sus ojos con pesadez.

Después de unos minutos ya se había levantado y ahora se estaba arreglando para ir a la escuela como cualquier lunes. Mientas tomaba el desayuno se percató que había niebla en las calles y que seguramente iba a llover, pero igual no llevaría un paraguas para cubrirse.

Después de terminar de arreglarse salió de su casa para ir a la escuela que quedaba cerca de su casa. Estaba caminando mirando hacia el suelo y vio que empezaban a caer gotas de lluvia y ella solo vio hacia arriba haciendo que una gota cayera en su mejilla y resbalara hasta su cuello. Veía como más gotas de lluvia caían y ella solo se quedó ahí parada mirando el cielo, así mojándose por la gran tormenta que ahora estaba cayendo.

La gente corría o se cubría con sus paraguas mientras ella solamente veía el cielo gris sin expresión alguna.

—¡Hey!—se acerco una chica rubia y de cabellera larga. Traía un paraguas y tenía el uniforme de su misma escuela—¿Qué haces ahí parada? ¿No ves qué te estás mojando?

—No me tienes que decir lo que es obvio y no me importa mojarme, al fin al cabo no me derrite el agua—miro a aquella chica y después un tierno esturnudo salió de ella.

—Te vas a resfriar si sigues ahí–la chica rubia se quitó el suéter y se lo ofreció amablemente—Podemos ir juntas a la escuela, si quieres.

La pelinegra acepto el suéter y se puso al lado de su compañera susurrando un "gracias" y empezando a caminar junto a ella sin decir algo más.

Llegaron a la escuela y la pelinegra le devolvió el suéter y volvió a agradecerle a la rubia, después fue a su salón de clases donde el profesor ya estaba dictando la clase y la reprendió por lo mojada que estaba, ella solo asintió y se sentó en su asiento, no prestaba atención a lo que el profesor decía, solo miraba la ventana.

Cuando se acabaron las primeras clases la pelinegra fue la primera en salir del aula para ir hacia la cafetería, normalmente comía en el patio trasero de la escuela, pero dada la tormenta tuvo que abstenerse de darse el lujo de comer sola. Camino hacia una mesa alejada de las otras y se sentó a comer mientras tenía sus audífonos puestos para no escuchar el murmullo de los demás.

Casi terminando su comida vio que aquella chica rubia estaba a su lado y le tocaba el hombro suavemente.

—Perdón si te molesto, pero me preguntaba si podía sentarme contigo

—¿Y tus amigas? Deberías estar con ellas

—Solo tengo dos amigas y ninguna de las dos vino a clase y no quiero sentarme a comer sola

La pelinegra solo asintió con la cabeza y le dio un espacio para que se sentara a su lado.

—¿Cuál es tu nombre?— preguntó la pelinegra sin ver a su compañera

—SoJung. ¿Y tú?

Aquella pelinegra se quedó un rato viendo las grandes ventanas de la cafetería y después de unos segundos susurró un casi inaudible "EunBi". La rubia sonrió y siguió con su comida mientras la otra chica escuchaba música.

Unnie, sálvame Donde viven las historias. Descúbrelo ahora