• CAPITULO 5 •

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>Ramiro<

Habían pasado ya cinco días desde aquel percance de Evan y por lo que investigue estaba bien, tardó en estabilizarse, pero ya no estaba en peligro. Estar en el cuarto solo era muy aburrido, mínimo con él podía hablar y reír un poco, pero yo solo lo único que hacía era dormir y ver televisión.

—Ramiro —Tocaron a la puerta para después abrirla cuidadosamente—. Evan te quiere ver, ¿Tú lo quieres ver?

— ¡Obvio! ¿En serio puedo o estás jugando conmigo?— Me levanté entusiasmado y tambaleé al hacerlo por no recordar lo que a veces hacía mi enfermedad.

—Claro, su familia nos dio permiso, aparté, él pidió verte —Parpadeaba muchas veces para dejar de ver esas fastidiosas lucecitas.

—Y como negarle eso a un joven con cáncer —Volví a sentarme colocando mis tenis en mis pies un poco hinchados.

De alguna manera me emocionaba verlo, ¿Qué me está sucediendo?

Me preocupé demasiado por mi compañero de cuarto que me quería ver presentable, así que antes de salir del cuarto entré al baño y me vi en el espejo: acomodé un poco mis rizos y ensayé la sonrisa que le regalaría.

—Está en terapia intensiva y es muy probable que hoy lo regresemos al cuarto.

—Que bien —me entusiasmaba saber que regresaría al cuarto y por fin hablaría de nuevo con él.

Al llegar a terapia intensiva me pidieron que me colocará un cubrebocas y después de eso la enfermera se retiró.

—Hola.

—Hola, Mapache.

Traía una mascarilla de oxígeno y sus rizos se veían desalineados, pero su sonrisa opacaba todo lo demás.

—¿Cómo estás?

—Muriendo, ¿y tú? —Intentó sentarse, pero solo se quejaba de dolor hasta que al final lo ayudé un poco acomodando sus almohadas detrás de la espalda.

—Igual —esta vez fueron las comisuras de mi boca, las que se subieron en una sonrisa, como si la pudiera ver por el estúpido cubrebocas.

—Gracias.

—¿Gracias de qué? —Examiné el cuarto, cada rincón oscuro y con miles de máquinas solo armaban terribles recuerdos.

—Si no fuera por ti estaría bailando con Michael Jackson.

—No es para tanto.

— En serio; mis pulmones te lo agradecen, ambos se llenaron de líquido y dijeron que debí tener un aviso como dolor en el pecho, pero que estaba tan sedado que no me di cuenta— se descubrió su costado para poder ver que tenía un microtubo dentro de él—. Ahora tengo esto.

—Estaba tan dormido que no me pude dar cuenta antes, lo siento —Tal vez pude ahorrarle algo de dolor, pero mi reacción no fue la más rápida.

—Reaccionaste rápido, lo que ellos no hicieron tú lo hiciste.

—Todo por no quedarme sin compañero de cuarto —Pasé mi mano por su cabello y observé el brillo en sus ojos muy hermosos— y vivir en ese lugar solo.

—¿Te parece que amigos y no solo compañeros de cuarto?

—Está bien, amigos.

—Entonces, amigo, ¿Cómo estás?, ¿Te duele algo?

—No, estoy muy sedado para que no pase nada —Simuló comillas con sus dedos—. Hace media hora estaba diciendo muchas estupideces gracias a que estoy más drogado que nada.

HASTA EL ÚLTIMO SUSPIRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora