Parte 3

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—¿Lo tienes? Dime que lo tienes. —Se impacientó, abriendo con rapidez la puerta de su hogar.

Zayn entró nervioso. El camino hacia el hospital en el que su contacto le esperaba fue difícil, moviéndose por la ciudad donde centenares de periodistas esperaban en cada esquina dispuestos a aprovechar su sospechoso paseo para discurrir una historia levemente convincente que pudieran vender. Por ello, sin deseo de ver su cara en todas las portadas, se vio obligado a usar las medidas necesarias con tal de evitarlo, regresando al lado de su amigo con el calor de la prisa bajo su ropa y los incesantes latidos entre sus venas.

—No ha sido fácil, pero sí. Por suerte la amiga de mi hermana es farmacéutica y no ha hecho preguntas —dijo dejándose caer con ansia sobre el sillón.

—Y, ¿dónde está? —añadió extrañado al ver sus manos vacías.

Zayn descubrió del interior de su chaqueta una pequeña caja. En ella se encontraba la prueba que decidiría su futuro. Sin mediar palabra le arrancó el objeto de las manos y se adentró en el baño, declarando sus intenciones a través de los apresurados ademanes. El omega derribado sobre los cojines no emitió queja alguna, demasiado cansado para objetar la brusca acción se decidió por ahogar la espera en el programa de Jimmy Fallon.

La luz natural del sol le permitió a Louis estudiar el contenido en el interior del paquete. Se sentía torpe con el objeto desconocido temblando entre sus manos así que lo apartó y recogió las instrucciones. Con los nervios aflorando sobre su pecho tuvo que leer y releer el prospecto un par de veces para comprender el significado de las indicaciones allí impresas. Hizo lo requerido, procurando no equivocarse en sus agitadas acciones. La línea azul en la prueba sobre el lavamanos confirmó su éxito en el proceso. Comprobó el tiempo de espera: tres minutos. En tres minutos el resultado sería revelado. En tres minutos podría desmayarse o volver a respirar tranquilo.

«Va a ser negativo, seguro. No tengo que preocuparme. Va a ser negativo», pensada aferrándose a esa esperanza desesperadamente.

La espera se hizo insoportable. Durante un minuto paseó de un lado al otro de la habitación como un bello animal abandonado en una jaula abierta, sin ruido y con la mente inquieta. Al sentir el mareo crecer en su garganta se decidió por apoyarse en el borde de la bañera y esconder su rostro entre sus manos, queriendo con ello esconderse de cualquier posible realidad. Sentía el tiempo arrastrándose a su alrededor como una mala broma que comenzaba a pesar en sus hombros.

Finalmente los tres minutos pasaron y abrió los ojos con esfuerzo. En un instante pensó en cómo afectaría a su vida el resultado que viera en aquel pequeño aparato tecnológico. Imaginar la vida que podría estar creciendo en su interior le aterrorizó al igual que ilusionó. Engendrar el hijo de la persona que amaba no hubiera hecho más que entusiasmarle si las circunstancias hubieran sido las adecuadas, pero no lo eran. Sencillamente no debía ser. No podía estar en estado.

Temeroso miró el dispositivo deprisa, palideciendo en el acto: positivo. Sintió su pulso cesar.

En la puerta se escucharon leves golpes que le hicieron sobresaltarse. Su amigo ingresó en la estancia siendo recibido por una imagen confusa. La expresión de Louis era nula y eso le hizo preocuparse.

—¿Y bien? —cuestionó suave.

—Zayn —comenzó—, ¿cuántas probabilidades hay de que falle un test de estos?

Con aquello entendió cuál había sido el resultado sin la necesidad de preguntar más.

—Una... entre cien. ¿Qué vas a hacer? Se lo vas a decir, ¿verdad?

What if I say that I love youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora