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- Oh, ya despertaste, eso es bueno... Mira, te traje una bebida y un tentempié, has de estar hambrienta, ¿cierto?... ¿Dormiste bien? - decía mi madre mientras dejaba en mis piernas lo que había comprado para mí, su mirada no se apartó hasta que asentí con la cabeza para hacerle saber que había dormido bien, aunque fuera mentira. Después de eso solo me regaló una de sus tiernas sonrisas y siguió su camino hasta nuestro nuevo hogar.

Mi madre no sabe sobre las pesadillas, no quiero preocuparla, aunque ya llevo con ellas varios años.

Para que mi madre no se diera cuenta de mis sobresaltos en las noches, porque se preocuparía, la convencí a ella y a mis abuelos que dormiría en la azotea, donde solía ser el "taller" de carpintería de mi abuelo. Era una gran mentira porque solo dormía una o dos horas, pero nunca se dieron cuenta.

Dormía en el salón de clases, al parecer si escucho ruido o que no estoy sola y alguien más está despierto, las pesadillas no atacan, o no lo hacen tan agresivamente.

Dicen que si sueñas con algo tiene algún significado, pues yo siempre sueño con lo mismo, y ni siquiera estoy segura de que se trate realmente, solo sé que me siento completamente amenazada y asustada como si me estuvieran hiriendo con solo palabras. Aún no sé qué significan esos sueños, y a la vez, no quiero descubrirlo...

- ¿Todo bien? - mi madre interrumpió mis pensamientos sin dejar de ver al frente. - Ya falta poco para llegar... He escuchado que los chicos ahí son muy amigables... Cerca hay unas montañas, cuando tenga tiempo y estés aburrida vamos a explorar, ¿qué te parece? - yo solo asentí con una sonrisa que no borraba desde que mi mamá comenzó a hablar, y seguía haciéndolo. No prestaba mucha atención a lo que decía.

Mi mamá y yo somos tan parecidas, como distintas. En el físico no somos tan diferentes, hasta dicen que parecemos hermanas, eso es un halago para mí, pues ella es hermosa.
Pero en lo que somos totalmente diferentes, es en la actitud. Aunque esté pasando por el peor momento, trata de regalarte su mejor sonrisa. Habla demasiado y yo soy muy callada, siento que a veces hasta se aburre conmigo.

- ¿Qué te parece si pedimos pizza para cenar está noche? - escuché la palabra pizza y reaccioné.

- Si, sería delicioso - dije con una gran sonrisa.

- Si, sé que te encanta la pizza y he escuchado que hay una gran pizzería cerca de nuestro hogar - hogar... Eso suena lindo.

- ¿Ya has comido ahí? - ella había tenido que ir para ver la casa y hacer todo el papeleo y esas cosas aburridas.

- Fui con una nueva amiga, una mujer del vecindario, muy amable, por cierto - ella y su habilidad de hacer amistades. No pude evitar soltar una carcajada, ella solo me vio raro de reojo.

- Solo me río por tu habilidad de hacer amistades

- Está bien... Pero no pregunte nada - dijo soltando una pequeña risa. - Tu también eres buena haciendo amigas...- ese comentario me hizo recordar lo que había pasado y una sonrisa apagada apareció en mi rostro. - ¿Las extrañaras? - pregunto mi madre refiriéndose a mis... ellas.

- Estaré bien... Además, he escuchado que los chicos ahí son muy amigables...- dije lo último tratando de imitar su voz y repitiendo lo que había dicho ella hace rato.

- ¡Yo no hablo así! - hizo una mueca mientras reía y apartaba un segundo su vista del frente para verme "indignada".

- No, no lo haces - la volví a arremedar un poco más exageradamente y volvimos a reír.

El resto del camino fue bastante tranquilo y las risas no faltaron en el pequeño transcurso que faltaba para llegar a nuestro nuevo hogar.


Ahí nos encontrábamos, frente a esa casa de dos pisos, mientras sosteníamos algunas cajas entre nuestras manos y solo apreciábamos fuera del auto y cerca de este lo grande que era, y era solo para nosotras.

- ¿Lista? - volteo a verme con un semblante serio.

- ¿Para entrar a una casa enorme y vacía? - reí un poco, por su actitud. - Creo que lo estoy

Solo me vio sonriendo. - Realmente, tengo una sorpresa para ti

- ¿En serio? - la vi arqueando mi ceja derecha. - ¿Qué es?

- Entra y verás...- había una sonrisa burlona en su rostro, a veces me daban miedo sus sorpresas...

Nos dispusimos a caminar por el caminito de sementó para no pisar el hermoso césped que rodeaba la casa, exceptuando la entrada. Mi madre me otorgó las llaves y yo me dispuse a abrir la puerta.
Esto... Es... Wow...

No lo esperaba, la casa no estaba vacía, es más, estaba bien decorada y amueblada. Mi madre noto mi sorpresa, pues parecía que mi mandíbula tocaría el suelo del asombro.

- ¿En serio creíste que había venido, y tardado tanto, solo por un papeleo, comer pizza y hacer amistades?

Yo solo solté una carcajada por lo que había dicho. La casa tenía colores cálidos, y se miraba acogedor, se sentía como un hogar.

Entrando se encontraba la sala, la cual contaba con un amplio y acogedor sofá largo, al centro de otros dos para una sola persona. Bajo de estos, una alfombra, la cual se veía sumamente suave y lo comprobé quitando mis zapatos y sintiendo su suavidad en las plantas de mis pies.
Frente a esto, un gran televisor, el cual seguramente mi madre disfrutara más que yo. Se la pasa viendo películas mientras yo solo la acompaño, o eso hacíamos, en la casa de mis abuelos. En el centro se encontraba una mesita de centro con base de madera y mesa de vidrio, se miraba tan frágil.

A la derecha se encontraba una pequeña cocina, la cual se encontraría pegada a la sala, pero la divide una larga mesada que nos servirá de comedor en un futuro.

A la izquierda de la sala se encontraban unas escaleras, las cuales no dude en subir. Llegando arriba había un largo pasillo un tanto amplio. A la derecha había una puerta café de madera y a la izquierda una blanca con mis iniciales.

WOW mi mamá si se lució, creo que quiere que me sienta cómoda aquí.
Sin pensarlo más, entre y era una habitación muy acogedora. La cama se encontraba al centro, me permitiría ver la puerta para salir del cuarto de frente, al costado de la cama había una puerta, también blanca. Al entrar, me di cuenta que era el baño, también muy acogedor. En la pared de la derecha había una puerta corrediza y deduje que era el armario. Dejé las cajas que sostenía, sobre la cama y me fui a abrir el armario. Antes de hacerlo me interrumpió la voz de mi madre.

- Ya llegó la pizza, baja a comer luego arreglas tus cosas

La seguí escaleras abajo, pero al salir del cuarto y cerrar la puerta me percaté de una última puerta al fondo del pasillo. Sin darle importancia fui hasta donde mi madre, sentándome en la alfombra junta a ella.

- Pepperoni~ tu favorita... Come - dijo lanzándome un pedazo para después reír y seguir comiendo.

- ¿Qué es la última puerta? - pregunte un poco curiosa mientras le daba una mordida a mi rebanada de pizza.

- Mi "oficina"- dijo aun masticando el pedazo de pizza que se metió a la boca y quitándole importancia. - Mañana será tu primer día de clases - no pude evitar atragantarme, pero rápidamente tomé un poco de agua que había en la mesa de vidrio.

Mi mamá río por ello. - Se que es pronto, pero me dijeron que así era mejor, el ciclo ya inició... Además, dijeron que solo será para que alguien te presente el colegio... Ni siquiera entraras a clases de seguro - ella rodo los ojos y yo reí por lo bajo. - Te llevaré en la mañana, pero de regreso tendrás que venir en camión, ¿está bien? - yo solo asentí con notable cansancio. - ¿Qué te parece... sí solo por hoy dormimos juntas, y te abrazo, como cuando eras niña, recuerdas?

Claro que recuerdo, como olvidar esas noches cuando no tenía esas pesadillas.

Así como cuando era niña quedé dormida entre los brazos de mi madre, y sorpresivamente para mí, explorando por primera vez en mucho tiempo, ese gozo que sienten muchos al cerrar los ojos.

Lo Ideal .- Jeon Jungkook, Park Jimin -.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora