Extra único; hasta que la muerte nos separe.

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Cinco años después...

Danna se quedó de pie en el umbral de la puerta de la habitación de Aitana en completo silencio, observó la escena con una pequeña sonrisa comenzando a formarse en la comisura de sus labios y negó lentamente.

A unos metros delante de ella encima de la cama de la pequeña descansaba Erick y su hija completamente dormidos uno al lado del otro con Harry –el pequeño cachorro que Zabdiel le había regalado a su sobrina en su cumpleaños- a sus pies.

Caminó tan rápido como sus pies hinchados por su embarazo se lo permitieron y se inclinó sobre la niña para dejar un beso sobre su frente, llevó su mano derecha hasta la mejilla de Erick y lo acarició un par de segundos hasta que los ojos verdes y adormilados de su marido la miraron. Automáticamente una sonrisa se formó en los labios del muchacho y Danna llevó su dedo índice hasta sus labios para indicarle que guardara silencio.

—Me quedé dormido.—anunció una vez que estuvieron fuera de la habitación.—Se suponía que tenía que leerle un cuento y después ir a nuestra habitación y me quedé dormido...—le explicó.

—A esta paso tendremos que comprarle una cama más grande a Aitana.—respondió la chica y él se echó a reír.

—¿Qué hora es...?—cuestionó Erick.

—Casi las once y media.—suspiró.

—¿Ibas a la cocina?—le preguntó el ojiverde. Danna se echó a reír.

—Sí. Los antojos me matan a esta hora.—murmuró.—Realmente no recuerdo haber tenido tantos antojos en el embarazo de Aitana ¿sabes?

Erick rio.—Tampoco lo recuerdo.—admitió.—¿Lista para mañana?

—No realmente.—anunció.—¿Sabes? Estoy pensando muy seriamente en pagarles una terapia a mis padres...

—¿Una terapia...?

—Si.—asintió la castaña.—Algo que los haga entender que no importa quién es el mejor abuelo para Aitana, con que le den amor es suficiente pero tal parece que ellos no se dan cuenta de eso...—inquirió arrugando la nariz y haciéndolo reír de nueva cuenta.

—Bueno...para Sebastián es su primera nieta, es obvio que quiera ser el mejor abuelo.—le explicó comenzando a bajar las escaleras cuidadosamente a su lado.—Para Renato es la segunda de cuatro pero vamos...la competencia siempre es atractiva...—bromeó ganándose una mala mirada por parte de su esposa.

—No los alientes, por favor.—se quejó.

—¿Christopher y Romina vienen...?—cuestionó.

—Sí. Saliendo de las clases de natación de Axel.—hizo una pausa.—Romina iba a llevar a Emily y a Emma al ballet y después venían para acá...

—Renato seguramente se volverá loco con todos sus nietos juntos.—se burló el ojiverde y Danna se echó a reír de inmediato.

—Supongo que sí. Espero que lo mantengan tan ocupado que no recuerde si ridícula competencia con mi papá...—inquirió entornando sus ojos.—En verdad no sé como hacen esos hombres para cerrar negocios tan importantes a diario al frente de compañías tan grandes y al mismo tiempo ser tan inmaduros cuando se trata de sus nietos...—se quejó.—Simplemente no lo comprendo...

—Como dije; la competencia es atractiva.—repitió encogiéndose de hombros al tiempo que llegaban hasta la cocina de la casa. Danna se sentó sobre uno de los taburetes de la cocina y Erick camino hasta la nevera.—¿Brownie con helado?—cuestionó.

¿Sera porque te amo?||Erick B. Colón.|Completa.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora