Un día estaba muy triste porque en mi casa todo se estaba desmoronando, mi padre se moría, mi madre se angustiaba y mi hermana nunca estaba porque quería evitar esa situación. Estaba frágil, estaba mal, me moría por dentro.
Hablé por teléfono con una persona la cual confiaba y a grandes rasgos le conté que estaba triste, lo cual sin pensarlo se escapó de su trabajo me fue a buscar al lugar donde estudio, compró comida, yo pensé que iba a escucharme, a estar conmigo, lo necesitaba.
Me llevó a su casa, dejó la comida sobre la mesa, acto seguido comienza a besarme, a tocarme, a excitarse. Me tocaba sobre la ropa, se tocaba él sobre la ropa, pretendía quitarme la camisa y desabrocharme el pantalón.
Yo estaba muerta en vida, no me movía, estaba estática, era como una violación. Pero yo accedí a ir a su casa, yo quería conversar, yo quería ser escuchada y terminé tocada. Él, al ver que estaba inmóvil en vez de darse cuenta de que lo que estaba haciendo estaba mal, me gritó, se enojó, -¿Qué pasa? Estás fría ¿No te caliento? Me escapo de mi trabajo, compro comida, te traigo hasta acá y te quedas ahí parada.
Para que dejara de gritarme y hacerme sentir mal dije que estaba distraída. Me obligué a tener sexo con él, me obligué a fingir que me calentaba y que me gustaba.
Ese igual no fue uno de los peores días de mi vida, la mierda empezó al día siguiente y el siguiente y el siguiente, todos los días, eso no se borró de mi mente, me generó un trauma. No quiero tener sexo, no quiero que nadie me vuelva a tocar, no confío en nadie más.
Puedo poner todas las fachadas que quiera para el afuera, una sonrisa, una risa, chistes, lo que sea, pero por dentro estoy seca y muriendo poco a poco.
Es mi responsabilidad, es mi culpa todo lo que pasó.