Capitulo 7: En jaque

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Isabella recibió una llamada en la madrugada, algo desconcertada agarró el móvil y al ver que era desconocido el número pensó por un momento en no tomar la llamada, pero se decidió por atenderla.

— ¿Hola?

— Recuerdas..., ¿hace más de cuatro años, cuando te dejaron plantada en el altar? Dime..., ¿que sentiste?

Rápidamente reconoció la voz e hirviendo por dentro, respondió.

— ¿Cómo demonios conseguiste mi número?

Meredith carcajeo burlona

— Hace mucho se donde estas, pero eso no es lo divertido, sino lo que le está pasando a tu hija en estos momentos.

— ¿Que le has hecho infeliz?

— En estos momentos, tu hijita se supone que se estuviera casando, asi como tu hace unos años, ¿pero que crees? me puse creativa. Me dije, ¿Por qué no hacer que madre e hija compartan el mismo trauma?

— te juro que sea lo que hayas hecho, te lo voy a hacer pagar con creces maldita arpía.

— Shhh, déjame terminar. En estos momentos todo madrid está viendo como tu querida Anabel fue violada por dos hombres, aunque claro..., eso ella no lo sabe, ni siquiera se acuerda. Basto con drogarla para que mis amigos se la disfrutaran de mil maneras. Y pues la grabe y esas imágenes, se las hice llegar como regalo de bodas al prometido justamente ayer. Como es de esperarse, el novio no llego a la boda, ¿y que crees? tremendo papelón  ha hecho la bastarda de tu hija en la iglesia. Plantada en el altar y con el sello de infiel ante todo madrid. No es nada, ni una pequeña parte de lo que le espera a tu hija.

Isabella se levantó abruptamente de la cama y alterada respondió queriendo matarla y desaparecerla de una vez.

— No te creo nada, no sabes hacer más que mentir y dañar. Pero te advierto una cosa escoria, si hay algo de cierto en lo que dices, estás muerta. Será mejor que te escondas porque no descansaré hasta encontrarte y matarte con mis propias manos.

Soltando una carcajada con mofa respondió.

— Enciende la televisión, anda. —Isabella lo encendió y rápidamente sintonizó los canales europeos y era cierto, Anabel encabezaba todos los titulares y nada más de ver lo que ella estaba pasando sus traumas también le regresaron de golpe a la realidad. — ¿Sabes lo más divertido de todo? Que no puedes hacer nada por tu hija, que eres tan pero tan débil e imbécil que no tienes los ovarios de decirle a ese engendro quien eres. No sabes..., no tienes ni puta idea de lo que le espera.

— Estás muerta, estás ya tirada en alguna zanja cualquiera y no te enteras malparida.

Chasqueando la lengua con burla negó.

— Creo que no..., cada paso en falso que des, me voy a encargar de que tu querida Anabel lo sienta el triple. Y pues..., aunque quieras matarme, primero no tienes los ovarios y segundo, tengo amigos que aunque estuviera muerta, terminaran lo que yo he empezado. Estás jodida Isabella, jodida y me da tanto placer ver como poco a poco te jodo lentamente.

— Ve diciéndole a tus amigos, que te elijan el ataúd que más te guste, que te vayan preparando el funeral porque tus días a partir de hoy están contados.

Fumándose un cigarrillo, Meredith se tumbó en una hamaca en la terraza de Abel totalmente despreocupada.

— Ay hermanita, no tienes los ovarios necesarios para matarme. A mi no me tiembla el pulso a la hora de matar, en cambio tú..., tú has sido siempre una débil y estúpida. Si quise cargarme a mi madre, que lo haga con tú engendro es como comerme un dulce pero tranquila, que por el momento no quiero matarla, entretiene más verla sufrir. Acá te espero, hermanita.

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