Contacto | KilluGon/ GonKillu

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La familia Zoldyck no es conocida por sus cálidos abrazos o tiernas caricias. Esto no le molesta a Killua, no hasta ahora; está acostumbrado a sentirse agradecido cuando no lo tocan, patean, cuelgan de cadenas y lo azotan. Es parte del territorio, y le debe su vida en muchos casos, por lo que no se queja, pero es un mundo muy diferente del que proviene. Ni siquiera puede imaginar cómo sería tener una familia normal, cosas como recibir palmaditas en la espalda que no tiene que esquivar por miedo a lo que viene después.

Killua no echa de menos lo que nunca conoció. Nunca ha tenido amigos, nunca ha sabido realmente lo que es ser normal fuera de lo que ha visto cuando lo envían a matar gente, y ese no es exactamente el momento de ver demostraciones públicas de afecto y pensar en lo diferentes que son de cómo es él. No sería exacto decir que nunca le importó ser diferente; él simplemente nunca se dio el tiempo de ponerse a pensarlo.

Entonces, cuando conoció a Gon, no estaba preparado para el mundo en el que se encontró. El mundo de Gon era de abrazos, chocar los cinco, del tipo que se arrastra hacia el regazo de Killua para ver por la ventana cuando ha reclamado el asiento junto a ella en el tren. Si hubiera sabido que sería así de antemano, probablemente habría rehuido, habría preferido alejarse del chico extraño que no entiende lo que es el espacio personal. Podría haberse preocupado por matarlo, accidentalmente, en esas ocasiones en las que se acerca demasiado rápido y Killua se sobresalta fácilmente, tal y como era al principio.

Acostumbrado a mantener su distancia para proteger su vida, la primera vez que Killua se acercó a uno de los cálidos abrazos de Gon, se puso completamente rígido. No sabe cómo ha dejado que Gon se le acerque tanto; es estúpido, se dice a si mismo que si hubiera sido alguien más ...

Pero no es alguien más. Es Gon, suave contra él a pesar de la fuerza que es extraña para alguien de su tamaño, y Killua se encuentra relajándose casi en contra de su voluntad. Gon huele a aire libre y fresco, árboles y sol, cosas casi tan extrañas para él como el abrazo en el que está siendo atrapado. Gon le dice que no lo dejará ir hasta que Killua lo abrace, y por eso no tiene otra opción, se dice a sí mismo, para acariciar torpemente la espalda de Gon con sus brazos; no sabe abrazar bien, solo ha abrazado realmente a Alluka, pero Gon parece lo suficientemente complacido y se aleja con esa sonrisa inquebrantable. Killua incluso se encuentra sonriendo de vuelta.

Eso es solo el comienzo. El abrazo de Gon parece haberse abierto, como si lo hubiera estado reteniendo inconscientemente hasta entonces, porque luego Killua es bombardeado con varias muestras de afecto y caricias. Gon agarra su mano con frecuencia, cuando quiere mostrarle algo, cuando quiere que se apure, cuando sea."¿Por qué estás sosteniendo mi mano esta vez, Gon?", Pregunta Killua una vez cuando caminan por la ciudad sin ningún lugar a donde ir. Gon simplemente se encoge de hombros y dice "Porque quiero hacerlo" como si fuera la cosa más natural del mundo. 

Nadie más había hecho eso antes...

Se encuentra a si mismo buscando más excusas para tocar a Gon. En lugar de que Gon siempre tome su mano, a veces se vuelve al revés; la primera vez que sucede, Gon parece haber recibido el mejor regalo del mundo y Killua tiene que mirar de reojo para ocultar el color en sus mejillas. No sabe por qué o cómo es tan fácil para Gon, y desea, en secreto, que algún día sea tan fácil para él, al menos cuando se trata de su amigo. No le importa mucho tocar a nadie más, aunque a veces es agradable cuando Kurapika le acaricia el hombro o Leorio le revuelve el cabello. No es que él se los vaya a decir.

Ni siquiera quiere decirle a Gon cuánto le gusta cuando se abrazan los hombros, o se sientan juntos en una cama compartida, con las rodillas tocándose, mientras comparten dulces. Gon es una especie de cabeza hueca; Killua duda que alguna vez se dé cuenta, y entonces se dice a sí mismo que se está aventurando, rozando con los dedos la mano de Gon cuando quiere señalar algo o enganchando los tobillos cuando se sientan en un banco uno al lado del otro.