Me echo a llorar. Puede que no lo reconozca ante nadie, pero veo todos y cada uno de los programas en los que sale Daniel. Incluido el de esta noche. Dios mío, no me puedo creer que me haya dedicado una canción... Yo sólo me he dedicado a gritarle y echarle en cara que se haya ido y él hace esto por mí... Soy una persona horrible.
Mi móvil suena. Una amiga me llama para decirme que ahora mismo soy el centro de atención. "¿Yo? ¿Por qué?", la pregunto. "¿Por qué va a ser? ¡Daniel Lowell se te ha declarado en la tele delante de todo el mundo!"
Es verdad. Ha dicho mi nombre y que me quería. Cuelgo y abro las redes sociales. Los que me conocen me han mandado en pocos minutos multitud de mensajes preguntándome si tengo algo con Daniel y porqué ninguno de los dos habíamos dicho nada antes. Otros miles de personas que no tienen ni idea de quién soy hablan de mí y comentan en sus perfiles de Facebook y Twitter lo afortunada que me debo de sentir.
Lloro más aún. Me siento la persona más afortunda del mundo por tenerle a mi lado, como amigo o como algo más, pero nunca se lo he dicho a él, sólo le regaño y debe de pensar que le odio. Pero no es así. Le quiero más que a nada. Y ahora me doy cuenta. Soy estúpida, debería decirle todo esto a él.
Le llamo. El programa no ha acabado, pero él no está en pantalla y me contesta.
-Elia... ¿Has oído la canción? Era para ti. -Suena emocionado. Seguro que sonríe. Esa sonrisa hace que me vuelva loca.-
-Sí lo he oído Dan. Lo he oído todo. Oh Dios, te quiero tanto... -Me juré no llorar, pero no puedo evitar que las lágrimas empiecen a caer.- Te echo tanto de menos y tengo tantas ganas de darte un abrazo... ¿Podrás perdonarme todo lo que te he dicho?
-Claro que te perdono, si no lo hiciera sería idiota. -Ríe, se nota que está feliz con lo que hace y sólo oirle me hace sonreir.-
-Dan... Te esperaré. Todo el tiempo que haga falta, esperaré por ti. No imagino seguir mi vida sin ti, eres lo mejor que tengo y que podré tener. Sé feliz allí con lo que haces, eso me hará feliz a mí también, y te apoyaré desde aquí. Todos los días ten en cuenta que te apoyo.
Hay un silencio entre los dos antes de que me dé cuenta que Dan coge aire profundamente. Su voz suena quebrada, pero más feliz de lo que había oído nunca.
-Muchas gracias Elia. No te haces idea de lo que significa todo esto para mí. Yo... -Otro momento para coger aire.- Te quiero desde hace tanto tiempo que pensaba que esto sólo podría ocurrir en mi imaginación. Y ahora... Dios mío, sería capaz de pedirte matrimonio ahora mismo. -Ríe y el alboroto que se oía a su alrededor se calma. Supongo que todos le han oído.-
-No seas idiota, somos unos críos... -Río también. Añoro ver esa sonrisa que me alegraba cada día malo y hacía mejor todos los días buenos.-
De fondo se vuelven a oir las voces, y una en concreto que le dice que es hora de que vuelva al hotel.
-Elia, te echo de menos y hablar contigo hoy me hace tener fuerzas para seguir aquí. Tengo que irme, ¿volverás a llamarme otro día? -Su pregunta suena desafiante, juguetona.-
-Te llamaré todos y cada uno de los días. Te quiero...
Cuelgo. No me doy cuenta de que todavía tengo una sonrisilla en la boca. Hasta que de repente mi madre grita en casa. Vuelvo a la realidad y oigo también barullo fuera. Abro las cortinas y antes de que pueda enterarme de qué va todo tengo que agacharme para esconderme. Toda esa gente de fuera grita mi nombre, y nada más verme sacan fotos a mi ventana con flashes que me han dejado ciega. ¿Qué está pasando ahora? Salgo de mi habitación y encuentro a mi madre asomada ligeramente a una de las ventanas que dan a la entrada.
-Mamá, ¿a qué viene todo esto?
-Eso debería decir yo. Toda esa gente pregunta por ti.
-¿Y qué quieren?
-Enterarse de la relación que tienes con ese chico, Daniel.
Me derrumbo sobre el sofá. Es demasiado tarde para que estén todos montando alboroto fuera. ¿Cómo se han enterado de quién soy y de que vivo aquí? Alguien se debe de haber chivado. Mierda...
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Entre el cielo y la tierra.
Romance"¿Por qué tiene que ser tan difícil?" se pregunta todos los días. Y es que nunca pensó que teniendo todo lo que podía imaginar se sentiría más vacío que nunca. A veces se puede tener todo y nada a la vez. Y la mayoría de las veces es demasiado tarde...