Como no podria hacer algo asi?

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La amnesia de Ciel quizá no tenga un gran lado positivo ,sin embargo el odio se podía olvidar verdad? Cuando los tres llegaron a la casa que les había indicado la joven Leila se encontraron con un adolescente de unos 16 años algo desgarbado, solo llevaba unos pantalones a pesar de ser invierno. En cuanto reconoció el rostro de Leila se sorprendió cómo si hubiese visto un fantasma. Se la arrebata a Ciel de los brazos... Es su hermana... Alois Trancy tuvo una hermana a la cual vendieron como a él. Anna, así se llamaba, huyó a los pocos días de ser vendida y un hombre le dio cobijo y cariño, a cambio le pidió que se casara con su hijo, ambos tuvieron a dos hermosos niños Leila y Jean. Al poco tiempo de nacer las criaturas alguien reconoció a Anna, nada mas ni nada menos que su comprador. La mató frente a sus hijos, su marido no lo pudo evitar así que escondió como pudo a sus hijos y le plantó cara. Lo asesino, escondió su cuerpo y el de su esposa, con la única diferencia que planto un árbol donde escondió a ella para no olvidarlo, ahora se alza un hermoso cerezo en su recuerdo. Su padre también falleció a los pocos días y una pareja los adoptó, ninguno de los pequeños sabe que ellos no son sus verdaderos padres.

-Leila! Por favor despierta!- siempre habían estado muy unidos, no podría haber soportado su muerte.
-Jean! No sabia si seguirías aquí!
-Como no voy a estarlo! pero... te creía muerta...- Entonces Jean se percata de que la acompañan un hombre trajeado y un chico de trajes y piel demasiado delicadas para pertenecer al pueblo.
-Quienes sois?- dijo nervioso mientras abrazaba a su hermana contra su pecho
-No deberías hacer preguntas descaradas a las personas que acaban de salvarla
-Es un mecenas!- dijo Leila con desesperación- es mi mecenas me escuchó tocar el piano en la casa en la que me tenían retenida me sacó de allí con la condición de que tocara para él, y el hombre trajeado es solo un mayordomo.-mientras decía estas últimas palabras una pequeña y disimulada sonrisa apareció en su boca.
-Desde cuando te vendes Leila?- le dijo con reproche Jean
-Desde que el mundo cree que soy un monstruo.

Jean se calla, no niega que haya oído los rumores sobre que es el demonio en persona, una asesina... Leila es su hermana y cuando le pida cobijo no va a poder hacer menos que dárselo. Les invita a entrar permite pasar a Leila, Sebastian... Pero a Ciel lo detien justo antes de cruzar el umbral:

-No se que quieres de mi hermana, como te atrevas a tocarle un solo dedo, a forzarla, a golpearla... Lo que sea! Te juro... Te juro que te mataré, no me importa la clase de mecenas que seas. Juro que te encontraré y te mataré.
-Es cierto que un mecenas tiene derechos, pero yo no soy así, no la amo ni me interesa, solo me apenó que su música se desaprovechara.
-Puedo confiar en ti?
-No. No puedes, pero acaso eres tu el que la va a proteger? Tu que ni siquiera tienes ropa que vestir?

Jean sabe a que se refiere, trabaja de lo que sea, cuando sea y donde sea. Muchos de esos trabajos son vergonzosos, y humillantes. Al parecer tiene el atractivo de un ya fallecido conde. A sido contratado por gente únicamente para quedarse quieto y actuar mientras los enemigos del conde lo golpean, lo insultan, o cosas peores. Finalmente entran ambos a la humilde casa y se encuentran con una cena maravillosa sobre la mesa, los ojos de Jean se abren como los platos en los que se sirve carne, pescado, verduras... Los manjares mas finos que jamás a visto! Se sientan a comer y charlan alegremente, entonces Jean se da cuenta en el afán de su hermana por acomodarse el pelo de modo que no se le vea su ojo, y... Un momento? Lleva guantes? Si, sus uñas formaban parte también del trato. Esta historia no habría sido historia si su hermano la hubiese ignorado, en el caso de que así hubiese sido Leila habría continuado matando por muchos mas años.

Una historia mortal...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora