One shots AU

El Cabify. Parte 2.

A las 17:30 como un reloj, Natalia hacía su aparición en el portal donde horas antes había dejado a la rubia.
No tenía claro en qué piso vivía, así que hizo uso de los datos de la aplicación para llamarla y avisarla de que ya estaba allí.

Diez minutos después, Alba salió del portal y se mordió la sonrisa al verla apoyada contra el coche con un precioso traje de chaqueta y perfectamente maquillada.

-Está usted preciosa, señorita. –murmuró la morena, apartándose para abrirle la puerta del copiloto.

-No me trates de usted que pareces un chófer. –bromeó, subiéndose al coche.

-Bueno, es que lo soy. –respondió la conductora antes de cerrar la puerta y dirigirse a su asiento.

-Hoy no. –susurró Alba, una vez estuvieron en marcha. Natalia la miró confusa. –Hoy no eres solo mi chófer. –le aclaró, provocándole una sonrisa involuntaria. –Por cierto, tú también estás muy guapa.

Llegaron al lugar veinte minutos antes de que empezara la ceremonia y no les costó nada encontrar aparcamiento a unos metros de la iglesia.

-Vaya hombre. –protestó, observando llegar a los conocidos que tenían en común.

Habiéndose dado cuenta de su repentino cambio de humor, la conductora colocó una de sus manos sobre la rodilla de su acompañante, apretándola suavemente en señal de apoyo.

-¿Qué te parece si nos saltamos la parte aburrida? –propuso, guiñándole un ojo. Alba sonrió.

-¿Y qué hacemos mientras? –preguntó más animada, bajando la mirada hacia donde descansaba la mano de la otra chica.

Se debatió entre si colocar la suya encima como agradecimiento podría darle a entender cosas que no eran, pero no le dio tiempo a decidirse porque la morena apartó la suya para encender la radio.

-¿Escuchar música? –sonrió sin dientes.

-Cualquier cosa antes de aguantar esa mierda. –aceptó, apoyando la cabeza en el asiento y cerrando los ojos.

Abandonó
Mis ganas de huir
De tu lado
Todo me va mejor cuando te tengo aquí
Ay cariño
Si le pido dos gardenias a Machín
Te quedarás conmigo
O vas a volver a alejarte de aquí

Natalia quiso preguntarle si quería que cambiase la emisora, pero la vio tamborilear los dedos sobre su muslo y tararear la letra y supo que, aun sin querer, había acertado.

-¿La conoces? –Alba sonrió y cantó un poco más alto.

Ay cariño
No ves que ahora todo lo quiero contigo
Ay me olvido
De todo lo malo que hiciste conmigo
Vienes y te vas
Yo me desespero
Y cambias otra vez las reglas del juego
Yo me descontrolo
Pierdo los modales mi amor

Aprovechando que no podía verla, la chica la observó cantar embobada, disfrutando de su voz rasgada y dulce a la vez y apreciando mejor sus preciosos rasgos faciales.

Trató de pensar que solo le estaba haciendo un favor a una persona que lo necesitaba. Que después de la boda probablemente no volverían a verse y que no debía hacerse ilusiones con ella.

Intentó convencerse de que era heterosexual y de que solo había aceptado su ayuda porque estaba desesperada por no acudir sola a la boda de su ex.

Pero todos se le vino abajo cuando la canción llegó a su fin y la rubia abrió los ojos de repente, encontrándose con los ojos oscurecidos de la conductora.

Natalia tragó saliva dolorosamente y rezó en silencio para que Alba no se hubiese percatado de la intensidad de su mirada. Carraspeó nerviosa y aprovechó un parón en la programación de la cadena para cambiar de emisora.