Capítulo 1

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Y ahí estaba ella...paseando en el bosque pensativa. Ha pasado dos años desde que está en la época feudal, conoció a gente extraordinaria, ha combatido junto a su grupo, viajado de aquí y allá, tantas emociones, sin embargo, se sentía vacía.

Durante ese tiempo se enamoró de un híbrido de cabello plateado. Ese hombre le robaba el aliento pero estaba cansada... cansada de que cada vez que aparecía la sacerdotisa de barro, el híbrido vaya en busca de ella. Durante el año esperaba una señal, sin embargo, no la daba. Sufría cada noche soltando breves sollozos.

Durante el paseo pensaba en todo su alrededor, en sus sentimientos y en sus metas, deseaba poder reunir los fragmentos de la perla, más que nada quería alejarse de todo, sabía en lo más profundo de su ser que estaba mal emocionalmente, cada vez perdía su brillo en ella y algunos lo notaban. Deseaba desaparecer un tiempo, darse un tiempo para ella.

De repente paró, frente a ella había un hermoso lago con flores de loto, una vista maravillosa. Se acercó a una pequeña roca y se sentó, sentía en ese momento que el silencio la reconfortaba, tantas preocupaciones la tenían cansada. Cerró sus ojos  y se recargó en un árbol de abundantes hojas verdes, por un momento se sintió tranquila hasta que escucho una irritable voz...era el.

•Inuyasha: ¿Qué haces perdiendo el tiempo? Necesitamos que nos cocines.

•Kagome: Podrías pedirlo de una buena forma, ¿no lo crees?

•Inuyasha: Hmp como sea, apúrate.

Y ahí estaba, su tranquilidad se había esfumado. Se levantó y se encaminó al pequeño campamento que tenían. Ahí estaban Shippo, Miroku y su querida amiga Sango, los vio y les sonrió. Se acercó a su mochila, sacó unas bolsas de sopa instantánea junto con unos condimentos. Sacó una pequeña olla, agua y lo colocó en la fogata.

Preparó la sopa y las puso en cuencos. Se los empezó a repartir entre sus amigos. Todos las tomaron y empezaron a alimentarse. Se sentó al lado de Sango y empezaron a plática de cosas triviales. Cuando todos acabaron de comer, se acostaron para dormir, la pequeña Kagome se acostó junto con Shippo, pero no podía conciliar el sueño.

Escuchó un crujido de una rama y vio con un poco de tristeza como aquel muchacho de ropa roja se iba detrás de una serpiente de almas. Suspiró con cansancio y decepción, se levantó con cuidado y se adentró un poco al bosque, traía consigo una pequeña manta para cubrirse del frio, llegó al mismo lago y se sentó en un tronco caído. Veía el lago perdida en sus pensamientos, se preguntaba que había hecho mal para que le pasara toda aquella situación tan descabellada, encontrar un mujer ciempiés que la trajo a esta época, dónde tenía que luchar contra seres malvado, buscar su supervivencia cada vez que pasaba algo malo, tener que sentir presión cada vez que sentía un fragmento de la perla...esa perla...esa estúpida perla la había traído a este mundo, causando problemas que, aunque conoció a gente increíble eso no le quitaba la presión que tenía, tener que viajar de un tiempo a otro, las quejas Inuyasha cada vez que se iba era muy complicado para una chica de 17 años, era increíble como tardarán tanto tiempo en buscar esos fragmentos. Extrañaba mucho a su familia, pues por la insistencia y quejas de Inuyasha de que no se fuera, habían pasado 3 malditos meses sin ver a su familia.
Se le escapó un pequeño sollozo, era realmente doloroso no ver a su familia, de por sí estaba en una época diferente y el no ver a su familia no mejoraba la situación.

Se tiró a llorar, tenía mucho que se guardaba cada problema que ella tenía y sentía que si se lo contaba a alguien se vería débil. Con cada sollozo, con cada lágrima sentía que se liberaba un poco, sin que nadie la juzgará, sin que nadie molestará.

•Kagome: ¿Por qué todo tiene que ser tan difícil? Simplemente quiero volver a mi vida cotidiana...quiero volver a ser yo.

La pobre jovencita de cabello negros estaba sola en una oscuridad enorme, con un aire muy frío, iniciaba otoño y el frío era cada vez más helado. Se abrazó a si misma y miró nuevamente el lago.
Lo que no sabía es que alguien la vigila atentamente.


Ya nada es igualDonde viven las historias. Descúbrelo ahora