Inspirado en 3 Libras, canción de A Perfect Circle.
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Advertencias: Malas palabras, algo de OCC (Out Of Character). PersonajexLector. Hanahaki. One-shot.
Haikyuu! © Haruichi Furudate
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3 Libras
Para ti no fue obvio hasta que fue demasiado tarde, absurdamente tarde.
Kuroo Tetsurō siempre había sido un compañero presente, incluso un amigo confiable cuando necesitabas ayuda y nadie en el mundo se esforzaba por darte una mano. Congeniar con él fue sencillo, partiendo de una conversación sobre un examen y terminando en gustos musicales, con nuevas bandas para buscar en internet inclusive.
Morisuke Yaku por otra parte siempre era preocupado con su entorno, si algo hacía falta, si alguien estaba enfermo o simplemente no lucía bien por culpa de problemas personales. Te sentías mal por usarlo como bolsa de escape muchas veces, pero el mismo ponía el hombro para que lo empaparas por tus lágrimas.
Por esa misma razón, cuando empezó todo, no dudaste en llamarlo a él primero.
— Yaku... tengo un problema.
Tu voz al teléfono había sonado tan mal que él no necesitó más palabras, te preguntó donde estabas y los cinco minutos sentiste un portazo más un grito con tu nombre en pleno baño de niñas. Indicarle el cubículo donde se escondía tu existencia con una señal de la mano sobre la puerta bastó para hacerle saber que estabas con vida, aún.
Iba a regañarte por traerlo a ese lugar, lo habías visto en su ceño fruncido, pero se tragó las palabras en cuanto te vio. Estiró una mano hacia ti dudoso y luego retrocedió un paso, no era normal. No era nada normal.
— ¿Qué... es eso?
La respuesta era obvia, lo que tocías, lo que salía de tu boca, eran pétalos de flores tan azules como el mar de esas revistas donde salían fotografías del caribe. Estabas rodeadas de ellos y se seguían amontonando cada vez que abrías la boca tratando de dar explicaciones, rogando de que no fuera contagioso, llorando para salir con vida pues la opresión en el pecho se hacía más fuerte ante cada contracción de tus pulmones.
Yaku golpeó la puerta con su puño cerrado.
« Hanahaki disease es una enfermedad ficticia donde una persona comienza a toser y/o vomitar pétalos cuando su amor no es correspondido »
De ficticia nada. Te lamentaste en silencio días después, cuando terminó tu licencia médica y te re-integraste a las clases. El rumor se había esparcido y sentías que hasta te seguían por los pasillos esperando a ver que te entrara una crisis para comprobar si era cierto, si era verdad que un amor no correspondido te tenía tan mal como para hacerte vómitar pétalos de la nada.
Las constantes miradas cautelosas de Yaku solo hacían que tu nerviosismo aumentara cada vez más, no pudiendo contener los pétalos en el pañuelo que te habías obligado a traer a la escuela para evitar las miradas. Podías aguantar el dolor en tu pecho, la falta de aire en tus pulmones e incluso arder en el fuego, pero no podías con lo otro. No sabrías como reaccionarías una vez que lo vieras, aún más sabiendo lo último y su razón para estar alejado.
— Que bueno es verte en la escuela otra vez.
Kuroo Tetsurō te sonrió, la chica a su lado también lo hizo y todo el esfuerzo que habías puesto se fue al tacho de la basura en menos de un minuto. Tomaste el cuello de tu blusa antes de contorsionarte gracias al dolor, dejando que los pétalos azules se arrancaran de tus manos frente a él y su novia.
Tetsurō no te veía, ni siquiera te miraba. ¿Por qué tuviste que enamorarte de alguien que jamás pondría la mirada sobre ti? ¿De dónde habías sacado esas tontas esperanzas para que doliera tanto?
Dejaste de asistir a clases por dos cosas: el ridículo por el que habías pasado al exponerte y porque la enfermedad había agravado. Ya no eran pétalos, eran flores, directamente flores azules nacidas del dolor puro.
— Dicen que una operación lo curaría todo.
Comentó Yaku desde el umbral de la puerta de tu habitación, no atreviendo a pisar los pétalos del piso a pesar de que muchas veces le dijiste que no importaban, que daba igual lo que hicieran con ellos total a la persona que le pertenecían no los quería.
— No quiero, no quiero deshacerme de ellos ni de mis sentimientos por Kuroo.
Morisuke frunció el entrecejo antes de marcharse, incluso cuando trataste de gritar su nombre entre el dolor que significaba seguir botando pétalos y flores azules.
Al final te convenció, el dolor te había provocado una crisis y los llantos de tu madre fueron imparables. La operación no duró más de veinte minutos; el alta te la dieron incluso el mismo día. Yaku fue a verte, al igual que algunos de tu salón y Kuroo solo esperó a que estuvieras bien para poder hacerte una visita.
Ya no había riesgos, no sentías nada por él, no importaba si fuera hoy o mañana, incluso si se tardara un año. Ya estabas fuera de peligro.
Al contrario de otro.
— ¿Yaku-san?
Lev quedó consternado, su compañero de equipo pronto había comenzado a toser pétalos rojos, no eran demasiados pero si bastante obvios.
— No es nada Lev, muévete, debemos llegar al gimnasio.
Morisuke se golpeó el pecho, tratando de hacer un espacio para el aire. No podía evitar caer, tenía que ser fuerte, tenía que evitar ser contagiado de un mal de amores.
Pero le dolía tanto verte sufrir por Kuroo, le estaba desgarrando. Tú ni siquiera le veías, ni siquiera le mirabas.
Y el aún guardaba esperanzas.