Me muero de envidia.

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#Mía.

-Polo déjalo- le digo entre risas- lo vas a espantar.

- Ay nena, como puedo quererte y envidiarte tanto a la vez- me responde mientras me echa el brazo por encima y comienza a andar con un brazo sobre mis hombros y con el otro en su maleta.

- Vayámonos- dice Marcos cuando nos adelanta. No entiendo el porqué de su humor. Bueno, quizá se haya sentido un poco incómodo con lo que le ha dicho Polo. Pobrecito mi tipo duro, no está acostumbrado a que nadie le hable así. Él es más de esos hombres qué emanan varonilidad a cada paso que da.

- ¿Cariño? - le digo mientras veo como se fuma un cigarro esperando a que Polo meta su equipaje en el maletero de su carísimo Mercedes. Adoro ese coche, y por algún desconocido motivo también es importante para él.

- Dime nena- me responde dando una última calada antes de tirar el cigarrillo al suelo para después pisarlo. Me ha dicho nena, eso significa que no está enfadado.

-Creía que te habías molestado.

- ¿Por lo que me ha dicho Polo? - yo asiento mientras observo a Polo meterse dentro del coche, siempre ha sabido darme espacio cuándo lo necesitaba- Claro que no nena, he tenido que lidiar con muchos maricones estando de fiesta, no es nada nuevo para mí - Oh no, mi novio ha vuelto a utilizar su característico tono arrogante.

- ¡Marcos! No lo llames así.

-Está bien fiera, relájate- me dice riendo mientras le lanzó una mirada desafiante- lo llamaré gay. Gay. ¿Ahora estás contenta? - encojo mis hombros conformándome con esto. Polo no se va a molestar si lo escucha, pero yo sí.

-Llévate bien con él. Hazlo por mí.

-Que no haría yo por ti- me dice dejando con la cabeza divertido mientras se acerca hasta mí- dame un beso.

-Gánatelo- le digo mientras me giro dejándolo con las ganas y metiéndome en el coche. Estoy completamente segura de que si no estuviera Polo aquí ya me habría llevado hacia la parte de atrás de su coche para castigarme por haberle dejado así. Necesito cerrar los ojos ante ese pensamiento.
Miro a mi amigo antes de ponerme el cinturón, que me está sonriendo y le devuelvo la sonrisa mientras mi novio se mete en el coche y se echa el pelo con frustración hacia atrás. Algo en mi interior se alegra. Punto para mí.

-Bien, y... ¿A dónde vamos? - pregunta mi amigo en un intento por entablar conversación.

-Yo os dejaré a los dos en la residencia para que te instales y podáis poneros al día con... vuestras cosas- Polo y yo no reímos ante su reacción, sabe que de lo primero que vamos a hablar en cuento él no esté delante es él.

- ¿No vas a quedarte? - le pregunto.

-No nena, tengo que trabajar.

-Uhhh... así que nena ¿eh? - Marcos lo mira fijamente por el espejo retrovisor mientras que yo doy las gracias a Dios porque no haya preguntado por el trabajo de Marcos delante de él.

- Para ya Polo- le digo bromeando.

-Vale nena, es que creía que yo era el único que te llamaba así... pero vaya, que no me quejo. Solo me das envidia, perra. Yo también quiero a un Marcos en mi vida- me echo a reír, echaba de menos sus comentarios.

- Oye Polo, una cosa es que nos tengamos que llevar bien y otra que hables de mí como si no te estuviera escuchando. Deja tus chismorreos con mi novia para cuando yo no esté delante.

- Uhhhhhh vaya nena -mi amigo dirige sus palabras hacia mí mientras exagera sus expresiones- parece que este chico es una fiera- yo me río mientras veo como Polo mira de arriba abajo a mi novio como si se lo quisiera comer con la mirada- No me puedo ni imaginar cómo tiene que ser en la cama.

Yo estalló en carcajadas ante las palabras de mi amigo. Está bromeando, él nunca haría nada con ningún chico si este tenía algo conmigo por muy guapo y sexy que fuese. Sin embargo, dudo mucho que Marcos piense igual que yo, o por lo menos eso es lo que demuestra el gesto en su cara que hace que me ría aún más.

- Respétame chaval. Si no fueses el mejor amigo de mi novia ya te habría partido la cara.

-Vale. A ver, de Mía ya me sé todo, incluso su talla de sujetador. -Marcos me mira rápidamente negando con la cabeza mientras me encojo de hombros... ¿Qué iba a decirle? ¿Qué Polo se sabía hasta la talla de sujetar que usaba porque era él quien me acompañaba a comprar lencería hasta que llegue aquí? Obviamente no, porque no sé como puede reaccionar y lo que menos me apetece ahora mismo es que algo así termine con la felicidad que siento por tener a Polo aquí.

- ¿A dónde quieres llegar con esto?- le dice Marcos más calmado. Supongo que por fin entiende la situación.

- A que me cuentes cosas de tí tiarrón. Tengo el deber de saber en qué manos dejo a mi amiga cuando no está conmigo, ya sé que eres un tipo duro porque además a ella siempre le han gustado los tipos duros- desde el asiento del copiloto veo como Marcos aprieta con sus manos el volante- pero desde luego que este fin de semana me quiero ir de aquí sabiendo que la dejo en buenas manos- sonrío ante las palabras de mi amigo, siempre hemos sido muy protectores el uno con el otro.

- Mira chaval, ella está conmigo mejor que con nadie y no nos va hacer falta ni demostrártelo porque lo vas a ver por ti mismo mientras estés aquí- dice Marcos dirigiéndole una mirada por el espejo retrovisor.

Yo no puedo evitar reincorporarme para agarrar el cuello de mi novio y dejarle un beso rápido en los labios. No todos los días le escucho hablar de mí así.
Giro mi cabeza hacia Polo para dirigirle una sonrisa cuando él me guiña un ojo para después acercar su cara a la mía y susurrarme algo, a pesar de que estoy segura de que Marcos puede escucharnos perfectamente bien.

- Está loquito por ti nena, me muero de envidia.

ERES MÍA, PRECIOSA. (I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora