│• Aceptando •│

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Me abrigué bien y salí de mi habitación un poco decaída, froté mis ojos intentando separar el cansancio que tenía

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Me abrigué bien y salí de mi habitación un poco decaída, froté mis ojos intentando separar el cansancio que tenía.

No sabía si ir o no al entrenamiento. Cuando escuché los gritos de William en la parte de enfrente del recinto, supe que el entrenamiento seguiría a pesar del frío y la espesa niebla que cubría el paisaje.

Hans no me había dicho nada sobre quedarme a reposar o no, y la verdad con tal no tener una nueva discusión con él, me encontraba camino al comedor general por un té.

Sabía que estaba en mi derecho quedarme a descansar si lo creía necesario, pero como dije, no quería el mas mínimo problema. Al fin y al cabo ya me sentía mejor, y si estaba adormilada era porque en la noche no había pegado un ojo.

Cuando entré al comedor todas las miradas de los supervisores y asistentes se fijaron en mí. Fruncí mi ceño. Al instante intuí que era por llevar el cabello suelto, de por sí si no llamaba la atención por su color, el largo si lo hacía, pero no es la primera vez que me veían con el cabello suelto ¿o sí?

— ¿Te importa si me llevo la taza? — le pregunté al chico — Voy un poco tarde y prometo traerte cuando termine el entrenamiento — le expliqué

— No se preocupe Doctora, puede llevárselo — me dedicó una sonrisa y siguió atendiendo a los demás supervisores.

Era mentira que iba tarde, yo me había levantado a la hora de siempre, solo que a los supervisores de entrenamiento se les había ocurrido empezar a las cinco de la mañana.

Al salir a la intemperie el viento arrasó contra mi cuerpo y me estremecí intentando cerrar la bata con mi mano libre.

Cuando llegué, me ubiqué debajo de un árbol un poco alejada del entrenamiento, llevé la taza a mis labios mientras veía a los sujetos inferiores correr sin parar. Esta vez Hans y William no guiaban el trote, solo se limitaban a observar con suma seriedad. Al parecer no se habían percatado de mi presencia, lo cual agradecía mucho.

Al verlos ahí los recuerdos de ayer abordaron mi mente.

¿Cómo procedería ahora? Estaba tan confundida y no me refiero a lo que sentía, aquí lo que no sabía manejar era a Hans y William juntos, digo, quizás lo de William solo fue un impulso y ¿si estaba jugando conmigo como las veces anteriores? Mis inseguridades salieron a flote y eso me rondó la cabeza toda la noche.

Mentiría si dijera que no me dolió la idea, pero que mas podía pensar luego de que él soltara aquellas dos palabras.

Aunque muy en el fondo, en lo mas oscuro de mi mente deseaba que aquellas dos palabras fueran ciertas e imaginaba tenerlos juntos para mi solita, aquello simplemente no tenía ni pies ni cabeza.

¿Qué impulsó a William a decir "Nuestra"?

No soy tonta, sé perfectamente que se refería a Hans. Así como él le había contado sobre la primera noche, Hans también le había mencionado sobre nuestro encuentro la noche en que fui a pedirle permiso, estaba muy segura de ello; aunque era obvio que estaban jugando a algo retorcido después del inconveniente de la cabaña en el campo de entrenamiento.

N U E S T R A (Míos #1) En Edición.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora