Escapando de los cholos.

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El ruido de la grava siendo aplastada se escuchaba al unísono junto al sonido del líquido siendo agitado dentro del contenedor que yo sostenía sobre mi hombro derecho mientras Charly pedaleaba en la bicicleta de Johnny.

—Hay que cambiar de lugar, ¡ya me cansé! —dijo Charly entre jadeos.

—Vamos, viejo, sigue pedaleando —le respondí mientras sostenía su hombro izquierdo con mi mano izquierda para no caerme hacia atrás.

Charly siguió pedaleando sobre la carretera federal mientras yo cargaba el contenedor con veinte litros de gasolina. Las siete de la noche estaban próximas, el cielo pasaba de un naranja difuminado a tonos más azulezcos. Dirigiendonos hacia la casa de Dylan, Charly manejaba la bicicleta mientras yo me sostenía detrás de él, con los pies sobre los estribos traseros y con una carga de menos de veinte kilos sobre uno de mis hombros, esperando por que no me cayera nada de allí.

Ya era viernes por la noche, así que llevábamos el combustible para sacar el auto de Dylan y pasar por Curt y Johnny quienes nos esperaban en el departamento, con las casas de campaña que Johnny había traído antes de dejarnos la bicicleta, y todo lo demás para nuestro viaje, a excepción de comida. Por supuesto la hierba la tendría Dylan en su auto, probablemente, con todo preparado para partir.

Los postes de luz empezaban a brillar más que la luz del Sol restante, los faros de los autos que pasaban a nuestro lado nos empezaba a marcar sobre el pavimento como una sombra. Charly empezaba a forcejear mucho y a pedalear a duras penas mientras el sudor le caía por la cara.

—Vamos, pedalea, viejo, ya no puedo más —dijo Charly dejando de pedalear haciendo que nos movieramos por pura inercia.

—Bueno, está bien —dije—. Párate aquí y cambiamos de lugar.

Charly se detuvo y tomó aire por un momento, cambiamos de lugar para seguir avanzando y recorrer los aproximadamente 10 minutos que nos quedaban de camino hasta la casa de Dylan. Charly sostuvo el contenedor y seguimos avanzando.

La oscuridad de la noche ya había cubierto el cielo y las siete de la noche estaban a punto de llegar. Pedaleé hasta acercarnos a la casa de Dylan. El sudor empezaba a sentirse en mi cuello y en mi frente, cargar con ambos en una bicicleta tan pequeña era trabajo pesado y ambos ya nos habíamos dado cuenta.

La carretera federal se había convertido en vía local y las cuadras para llegar a la casa de Dylan reducían su número cada vez más. Pasamos frente a la casa de Johnny y ahora estábamos mucho más cerca, un alivio empezaba a florecer dentro de mí.

—Hay que fijarnos antes de acercarnos a la casa —dijo Charly.

—Dijo Dylan que nos acercaramos si veíamos la luz de su casa encendida, si estaba apagada, que trataramos de colarnos por detrás.

—Comoquiera párate en la esquina para fijarnos bien, antes de acercarnos.

Pedaleé los últimos metros para llegar a la calle donde vivía Dylan. Debíamos observar antes de nada si había algún cholo vigilando en la esquina, o cerca de la casa de Dylan. Esta vez no sería igual que la anterior en la que nos encontramos a aquél tipo; estábamos solo nosotros dos, con una bicicleta pequeña y veinte litros de gasolina, así que habría que cuidarnos más.

Me detuve justo en la esquina, Charly dejó el contenedor sobre la acera y se bajó un momento.

—La esquina parece estar libre —dije a Charly.

—Sí. La casa de Dylan parece libre también —respondió él, al ver el foco delantero brillando sobre el patio quemado.

—Vamos, de aquí yo me voy caminando —dijo Charly, tomando el contenedor por el asa.

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⏰ Última actualización: Apr 18, 2020 ⏰

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