Madison
Bajé las escaleras rápidamente y mientras lo hacía no pude ignorar la idea de que estaba llegando tarde y que era muy probable que mi madre empezara a pegar gritos fuertes ante mi irresponsabilidad.
Qué lindo día
Mi madre era una mujer de armas tomar. Algunas veces le temía, bueno, les temía a sus castigos. Sin embargo, la amo a pesar de ello. Ella supo sacar adelante a mi hermano y a mí, después de la muerte papá. Resiliencia se le llamaba. Aún no entendía cómo había podido hacerlo, como tuvo esa fortaleza para hacerlo.
Era admirable.
Recuerdos acerca de esos dolorosos y difíciles meses que nosotros vivimos vinieron a mi cabeza en fragmentos rápidos y sentí como el molesto nudo se hacía presente en la garganta. Decidí dejar de pensar en ello. Habían pasado más de dos años después de aquel desgarrador suceso y, de alguna manera, había logrado sobrellevar a la tristeza que generaba su ausencia. Ahora solo quedaba la nostalgia, pero ya el dolor iba disipando poco a poco.
Cuando entré al comedor me encontré con Taylor, mi hermanito menor, sentado desayunado con esa típica y desesperante lentitud que posee para comer. Me acerqué a él y no dudé en darle un abrazo y un beso en sus cachetes redondos y abultados de cereal, sabía que él odiaba que hiciera eso.
—Buenos días, enano —saludé consiguiendo una mirada de molestia por parte de él -como era de esperarse-
Frunció el ceño, dándole un toque tierno a su expresión.
—No entiendo por qué insistes en llamarme por ese ridículo apodo si tú no eres tan alta que digamos. Yo tengo 9 años y tú 17; y ya estoy por alcanzarte. —mi expresión burlona fue desapareciendo a medida que él terminaba su frase, ese enano tenía razón.
—Ojalá te atragantes con el cereal, feo —hice un gesto infantil.
— ¡Mami, Madison está molestándome! —se quejó Taylor.
Ese pequeño engendro...
—¡Madison, hazme el favor de ya marcharte y dejar de molestar a tu hermano! —gritó mamá desde la cocina
—Eres un...—no pude terminar mi oración ya que mi odioso hermano me interrumpió.
—¡Mami, no se quiere ir!
—¡Madison!
—¡Que ya me voy! —tomé mis cosas y antes de salir, no dudé en darle un golpe en la cabeza, recibiendo un quejido por su parte.
******
Apenas puse un pie en el instituto no pude evitar echarle un ojo a todo mi panorama.
Era indiscutible que el instituto era grande y, de alguna manera, lindo. Era amplio, con muchas mesas y gran parte del color que posee es blanco, dándole un toque pacífico al lugar. Sin embargo, aunque por genial que se viera, seguía prefiriendo estar en casa, principalmente porque allí se encontraba mi acogedora y cómoda cama.
Había muchas personas de diferentes edades en el pasillo principal. Algunas estaban conversando animadamente, otras leyendo, otras escuchando música. La incomodidad iba desapareciendo de poco a poco, al saber que aquellas personas no eran las típicas que cuando aparece alguien nuevo actúan como si fuera un algo atípico.
Era normal y eso me gustaba.
Ok, no era del todo verdad de que nadie me estaba viendo. Algunas pocas lo hacían, pero prefería eso a que todos lo hicieran.
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¡Sólo tú, imbécil! (Editando)
Dla nastolatków¿Qué pasaría si dos personas exactamente iguales caen el uno por el otro? Algo tan usual, ocurre casi siempre ¿no? Bueno, sucedió con Madison Johnson y Cameron Jones. Ambos tan obstinados, tan orgullosos, tan vengativos. Quizás tan jóvenes o tan i...