Prólogo: ¡Bienvenido a Morioh!

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"(We love Morioh-cho)"

"¡Buenos días! Bienvenidos a todos, ¡esto es Radio Morioh-cho! Y su presentador, una vez más en este hermoso día, soy yo, su vecino Kai Harada. Es una hermosa mañana, y para empezar el día de hoy..."


La radio sonaba melodiosamente, retumbando en cada esquina de la cabina de aquel desconocido automóvil y provocando que el paisaje fuera de las ventanas se viera aún más armonioso. La calles de Morioh jamás habían tenido el agrado de tener en ellas la presencia de este joven, quien conducía apaciblemente por el camino, entrando poco a poco en la agradable ciudad. 

Esta persona oía con atención todo lo que el locutor contaba, tarareando con alegría cada que una canción conocida se iba reproduciendo y deleitando sus oídos. 

Sí, realmente era una hermosa mañana y él no podía estar más feliz con ella, ¿por qué? Porque hoy iba a darse a cabo una reunión, una tan esperada por este hombre que no era capaz de contener su emoción. 

Hacía diez años que había visto por última vez a quienes tenía planeado visitar, sorpresivamente, aquel día en Morioh. 
Si su información era cierta y la Fundación Speedwagon había preparado todo correctamente (cosa que en realidad no dudaba dado su historial tan intachable), dentro de unos pocos minutos estaría llegando a una estación donde se supone, un joven llamado Higashikata Josuke estaría esperando por él a su llegada.

No lo conocía, jamás lo había visto ni tenía idea de cómo podría lucir este joven. Todo su conocimiento era que este chico era aún un estudiante de unos 16 o 17 años, era poseedor de un Stand y estaba relacionado a Joseph Joestar y Kujo Jotaro; dos nombres que habían sido un tema muy recurrente en la mente de este emocionado conductor por bastantes años.

De todos modos, Higashikata Josuke, ¿cómo se supone que iría a su encuentro? ¿Por qué iría a su encuentro? 
Una de esas preguntas tenía una respuesta clara; porque era alguien aparentemente confiable y porque toda esta visita se mantenía como un secreto para todos quienes fuesen ajenos a S.W.F, (exceptuando al mencionado estudiante, claro.) 

Quienes le habían entregado toda la información y le habían puesto más o menos al día con la situación, le aseguraron que no había nada de lo que preocuparse. Al parecer este chico por más joven que fuera, era alguien totalmente capaz y digno de respeto.
Según el informe, hacía no mucho que ese mismo estudiante junto a sus dos familiares y un par de amigos, dieron de baja a un terrible asesino que había estado perturbando las calles de Morioh durante muchos años. Un usuario de Stand muy poderoso y capacitado, derrotado a manos de un joven de 16 años y sus amigos. 

Sonaba interesante, en verdad deseaba conocerlo.

Aunque tampoco estaba sorprendido, ciertamente las personas con sangre Joestar suelen tener mucho potencial, más de lo que cualquiera podría. Él lo sabía muy bien, había conocido a dos durante su adolescencia y ambos no habían tardado en dejarle perplejo; en especial cierto pelinegro de quien había sido muy cercano. 

Suspiró, la nostalgia había comenzado a aflorar en su corazón nuevamente mientras daba una última vuelta en una esquina, estacionando pacientemente su carro en un sitio no muy concurrido justo delante del lugar de encuentro.
Apagó el motor, abrió la puerta y salió, cerrando con seguro justo detrás de él. Su corto cabello rojizo estilizado con encantadoras ondas hizo contacto inmediato con el viento de vibras amables de Morioh, haciéndolo danzar delicadamente con él. 
Tomó una gran bocanada de aire, exhalando con calma mientras acomodaba el blanco abrigo que posaba sobre sus hombros; estaba feliz de por fin haber llegado. Había sido un viaje largo y agotador, pero estaba seguro de que valdría la pena.

Sin más tardanza, sus pasos comenzaron a mezclarse con el de todas las personas que salían de sus jornadas laborales a medida que avanzaba, acercándose al punto acordado. 
Había mucha gente, sí. Mil rostros y vestimentas diferentes yendo de un lado a otro, mientras que algunos se encontraban estáticos en su sitio, tal vez esperando a alguien.
Pero aún así, sus ojos violeta estaban fijos en una sola figura frente a él, desconocida pero tan familiar al mismo tiempo.

¿Cómo?

Porque tal como él recordaba, los Joestar tienden a resaltar, lo quieras o no. Él estaba seguro de que en cualquier multitud serías capaz de diferenciar a uno de ellos de todos los demás simplemente por su aura.

Y claro, por aquellos inconfundibles ojos de un color tan claro como el agua, esos capaces de capturar tu corazón y no soltarlo nunca más.

Ni siquiera en diez años, bien lo sabía él. Un encanto hereditario.


Caminó con seguridad hacia quien había capturado su mirada, deteniéndose justo delante del agraciado joven con uniforme de estudiante que parecía estar bastante perdido, mirando hacia todos lados en busca de algo, o alguien. 

¡Hola! ¿Higashikata Josuke, no es verdad? —

El mencionado levantó el rostro, dirigiendo tan hechizantes pero curiosos ojos de gruesas pestañas hacia el dueño de esa reconfortante voz.
Alguien le miraba con una bonita sonrisa en unos rojizos labios brillantes. 

— Mucho gusto, soy Kakyoin Noriaki, y creo que eres mi guía el día de hoy. —





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Friendship ended with Kpop BTS, now anime Jojo's is my best friend.

『Even after 10 years. 』┊JotaKak.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora