3- A falta de milagros, estornudos

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A pesar de tener práctica es difícil armar un cigarro con toda la ventisca que se cuela por los pequeños orificios de la canasta ya que el tabaco sale volando y se esparce o se pierde en el cielo, lo mismo con el papel, pero después de un par de intentos está armado y listo para degustarse. Solo lo retiene, casi no lo inhala. Deja que el humo flote cerca de él y que se combine el sabor del tabaco con cada centímetro de su boca, garganta y pulmón, con calma para que el cigarro dure lo más posible. 

Esta mañana hace un mal clima. Se acomoda su gorra.

Las corrientes se comportan muy salvajes y vienen en varias direcciones, lo mejor fue recoger las velas y evitar que se maltraten o se rompan, al ritmo que llevaba en un par de horas estaría sobrevolando Oceanía pero ahora con suerte tardará el doble, de solo pensarlo un suspiro de impaciencia sale sin avisar – quien dijo que navegar o planear era pura diversión – Para colmo el cielo está gris y no hay ningún bonito paisaje que ver, está un poco nublado.

Parece el escenario de esas clásicas novelas góticas donde todo es blanco o negro y que por algún motivo al leer, en algún momento, te da la impresión que todo ahí huele a pescado… hablando de eso – busca entre sus cosas una caja con varios libros dentro, toma uno titulado “En el camino” y se relaja en su asiento.

A pesar de estar inmerso en el monologo de Kerouac escucha la ventisca entrar a sus orejas y percibe el olor del aire frio que lo congela por dentro pasando de la nariz, la garganta, a los pulmones al inhalarlo profundamente opacando el efecto del cigarro

- Que mal tabaco…

Continúa en paz por unos minutos hasta que su lectura ve levemente perturbada por la irritación de su nariz a causa del aire frio, va sintiendo cada vez más inminente las ganas de estornudar, inhala y exhala muy violentamente – sobre aviso no hay engaño – de pronto sale ese gran estornudo jalando su cabeza hacia abajo.

Al levantar la cara y volver a fijar la vista en su lectura lo primero que ve es que tiene un nuevo agujero en medio. Algo perforó el libro. Quizá fue su imaginación, pero vio que había un poco de humo brotando de los bordes del agujero.

- ¡Mierda!... – Su gran fortuna le asusta un poco. Pudo haber muerto.

Tira el libro y se tira él también al suelo por unos momentos mientras recupera un poco de compostura, luego revuelve las cosas desesperadamente buscando el arma que guardó de la última vez. Después de voltear un par de cajas y otras cosas por fin la encuentra. Se pone en cubierto apoyándose en las paredes de la canasta esperando el momento para salir y disparar a lo primero que encuentre, comienza a sudar frío.

Toma una profunda bocanada de aire y de un solo movimiento pierde la cobertura y sale. Solo para encontrarse con el cañón de 3 rifles apuntándole en el rostro

No puede ver más allá del cañón de los rifles, todo está nublado –  demasiado nublado – ¿Cuándo fue que se nubló tanto? – piensa. 

Sube las manos y tira el arma. Minutos después un par de feos piratas lo están pateando hacia dentro de una jaula como si fuese un animal, con un moretón cerca del ojo que le propinaron sin que él siquiera pusiera significativa resistencia, y para colmo, entre tanta conmoción perdió su gorra. 

- ¡Ahhh!… aquí vamos de nuevo – suspira Brownie recargándose en el fondo de la jaula tratando de ignorar lo más posible sus ganas de atender el inflamado y palpitante pómulo suyo. Un trabajo duro.

Está esposado de pies y manos, estas detrás de su espalda, esposas gruesas con cortas cadenas de no más de 20 centímetros de largo. No están tan apretadas.

Observa desde el fondo de la jaula mucho movimiento en el lugar, a pesar de que solo puede ver de la cintura para abajo, deduce que se están organizando para partir de inmediato a la vez que buscan y roban cualquier objeto valioso, útil o comestible de su globo. Él espera, paciente, a que vengan a hacerle la pregunta de los 50 mil. Su espera duró poco, cuando observa que por fin alguien se acerca a su jaula y saca las llaves muy ruidosamente, parece que lo hace a propósito.

- ¡A fuera! – le ordenan; él obedece y se acerca a la puerta gateando sobre sus rodillas casi a rastras. Cuando llegó al final, el pirata le pescó de los cabellos y lo levantó violentamente, aunque como mínimo esperaba un trato así eso fue repentino, sintió que su piel se desprendía de su cráneo. Una sensación curiosa. – El capitán te llama – agregó finalmente.

Lo condujo a un extremo del lugar que fácilmente podía igualar la sala de una casa en tamaño, donde sentando en una silla de madera con rústicos pero elegantes acabados estaba quien seguramente era el capitán. 

Vestía muy limpio y presentable un pantalón negro con unas botas y una camisa de botones blanca. Un tipo adulto en aspecto, bien rasurado de mentón cuadrado pero con rasgos no del todo propios de una persona atractiva, era más bien discreto, el aspecto apuesto se lo daba su limpieza y su elegancia.

- Toma asiento… - le dice y a su vez le echa una mirada de “eso es todo, muchas gracias” a su subordinado quien para la sorpresa de Brownie responde groseramente poniendo los ojos en blanco, que puede interpretarse como una mirada de “vete a la mierd*” la respuesta a este gesto fue una risilla y negar con la cabeza por parte del capitán como si fuera lo más normal del mundo.

Brownie nunca había visto semejante trato hacia un capitán, no podía ocultar sorpresa.

- Soy un hombre que cree en el destino, ¿sabes? Si no moriste con una bala rozándote la nuca en un momento de total vulnerabilidad rodeado de enemigos totalmente camuflados debe ser porque Dios debe quererte vivo.  – le dice el capitán con rostro pretencioso.

- No… no creo. Verás, en realidad, yo me lo busqué, por estar respirando el aire frío de frente naturalmente terminé estornudado. Si no hubiera sido por ustedes chicos quizá me hubiera resfriado o algo. – aún sigue asombrado por lo de hace un momento.

- … O quizá Dios quería que te capturáramos y te vendiéramos como esclavo.

- Creo que tenemos Dioses distintos, amigo.

- Hay solo un Dios allá – señala – más arriba.

- …Pues yo insisto en que estamos hablando de personas distintas.

La conversación se queda así por un momento. Nadie habla y no se escucha más que el movimiento de los otros. Hasta que una figura aparece detrás del elegante capitán. Cuando Brownie se percata sube la mirada y lo ve entendió que las cosas podrían ponerse feas.

Detrás de aquél personaje hay un sujeto corpulento con barba de varios días y calvo de arriba. Veía desde arriba al capitán, tan furioso que ignoró a Brownie. Entonces el sujeto voltea hacia arriba.

- ¡Todo en orden, capitán!...

¿Capitán? 

El hombre calvo puso sus manos – sus enormes, fuertes y secas manos – en los extremos de la silla y en un instante aquél sujeto que decía ser el capitán salió disparado de la silla en frente de los ojos de Brownie con una fuerza aterradora aterrizando en una jaula cuyos barrotes dobló. 

Las personas capturadas en la misma jaula retrocedieron aterradas.

- ¿Cuántos años hemos sido camaradas, Chimino?...

Un nombre no tan elegante.

- …¿5? – le responde Chimino desde el otro extremo del lugar, obviamente algo adolorido.

- 5. Y desde hace 5 años que no puedo ir al baño, o a dormir, o a comer, o separarme de ti un instante sin que tú, gusano de mierda, te hagas pasar por mí.

- Es que es usted tan sublime que quiero llegar a ser un capitán como usted. Mi admiración es tanta que no puedo evitar ser valiente como usted y saborear su título al menos un momento… - le responde Chimino desde el otro extremo del lugar, sobándose la espalda y tratando de recitar sus palabras mientras se repone adolorido del golpe.

- Tu... – le dice el verdadero capitán a Brownie – levántate – Brownie obedece como si fuera un subordinado más. 

El capitán toma la silla y se la arroja a un Chimino ocupado por atender su espalda. Este se percata de reojo y la esquiva moviéndose – casi saltando – hacia un lado. Donde se encontraría con el gran puño de su capitán. Al tenerlo en frente lo único que alcanzó a hacer fue cerrar los ojos y dejarse caer  hacia atrás para minimizar el impacto lo más posible, aunque fue en vano pues de igual forma salió disparado hacia el suelo.

Un dramático Knock-out.

Entonces el calvo volteo a ver a Brownie y este si hubiera sido perro hubiera parado las orejas – siéntate, aún no hemos hablado.

FUUSENSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora