CAPÍTULO 18

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Existe un lugar en el universo.

Uno entre muchos.

Oculto entre el polvo cósmico y las estrellas más antiguas yacentes en el universo.

Un planeta.

Integrado a una galaxia elíptica, sin forma o definición alguna.

Destaca por sus colores, su flora, su fauna... por la variedad de razas que se esconden en él. Donde los crepúsculos son inigualables y la paz reina interminable. Donde se refugian los débiles, donde nacen las nuevas generaciones, donde la seguridad está garantizada.

O al menos lo estaba.

El quiebre de la superficie celeste causó revuelo instantáneamente.

El ambiente se cargó pánico, el caos comenzaba a desatarse mientras aquellos poblanos se tropezaban unos con otros buscando refugio u alguna forma de huir.

En la atmósfera de aquel planeta, una nave se abría paso. Una nave cuyo objetivo no era hacer daño y ciertamente se veía muy indefensa, sin embargo, las autoridades que resguardaba la seguridad de sus pobladores, alertaron un posible ataque y enseguida un gran número de naves se aproximaban peligrosamente hacia aquella intrusa para atacarla y obligarle a irse o, en su defecto, atacar.

—Tenemos un problema...

—¿Sí?, ¡porque ya perdí la cuenta de cuántos hemos tenido y estoy segura de que no han pasado ni cinco horas! —señala Kimberly exaltada dirigiéndose al piloto de la nave, Frank.

Angie se aproximó hacia el duende con rapidez, colocándose tras suyo para observar como un enfrentamiento estaba por desatarse.

Un enfrentamiento del cual se daban por vencidos aún sin comenzar.

—¿Qué procede? —pregunta la pelinegra de cabellos cortos con la voz temblorosa, estaban a solo unos segundo de hacerle frente a una fuerza mayor.

—¡No los ataquen! —exclamó Pham.

—¡¿Y qué hacemos si ellos vienen a eso precisamente?! —señala Frank colapsado por el estrés que la situación le generaba.

—Huyamos.

—Qué buena idea, jugar al gato y el ratón —soltó Zeri con ironía—. Odio tener que recordarles que hay muchas formas de atrapar a un ratón.

—¿Tienes una mejor idea? —recrimina la morena hacia su amiga.

—De hecho no.

—Entonces, si no hay opción, espero que todos estén asegurados, esto se pondrá feo y no me hago cargo...

Los propulsores de aquella nave se encendieron, permitiendo a la misma moverse ágilmente entre las demás.

Solo pasaron segundos antes de que aquellas navecillas fueran tras ellos, atacando violentamente, lo que por ende obligaba a la nave a maniobrar en el aire.

La adrenalina se hacía cada vez más presente en todos los rebeldes.

La nave hizo un descenso brusco que despistó a sus atacantes por un momento muy corto. Los segundos de gloria se fueron en cuanto aquellas comenzaban a adelantársele, colocándose arriba y abajo, acorralándole.

Ya no quedaban opciones.

No había hacia donde huir.

Estaban atrapados.

Y no sabían con exactitud a lo que se enfrentaban.

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Homeri Oddysea UniversumDonde viven las historias. Descúbrelo ahora