De puntos finales y seguidos

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Aitana traga saliva cuando ve su coche aparecer y detenerse frente a su portal. Durante los últimos días, Iván parece haber empezado a contestarle con algo más que monosílabos y Aitana lo agradece porque tenía miedo que confesarle que no sentía nada por él pudiera influirles a nivel profesional.

Iván le escribió el día anterior para preguntarle si quería que pasara a por ella por la mañana para ir juntos al aeropuerto. Aitana le dijo que se las apañaría, pero Iván insistió un par de veces en tono cordial y finalmente ella aceptó.

-No hacía falta que vinieras a por mí-dice con un sonrisa subiéndose al asiento del copiloto.

-No me costaba nada-contesta Iván quitándole importancia con una leve sonrisa justo antes de arrancar.

Aitana aún nota el ambiente tenso, pero puede que sea solo una percepción suya porque aún está medio dormida porque apenas son las 6 de la mañana y al final acabó acostándose más tarde de lo que pretendía.

Iván le sonríe sincero y relajado y ella lo agradece. No han llegado a coincidir en estas semanas y su contacto se ha limitado a correos y mensajes en los que Aitana le notaba igual que siempre, aunque muchas veces es difícil qué saber qué siente la persona al otro lado de la pantalla.

Cuando Iván deja el coche en el parking del aeropuerto y llegan a la terminal, Aitana le invita a café en la terminal para agradecerle el trayecto. Mientras esperan en la cola de la cafetería, Aitana contesta al mensaje de buenos días que Luis le acaba de mandar.

Como si Iván le hubiera leído la mente, o porque se ha delatado con una sonrisa tonta al leer la pantalla, tiene preparada una pregunta cuando se acerca hacia él tendiéndole el café para llevar.

-¿Vas a ir a la inaguración de la exposición de Cepeda?

No sabe si es que el té le quema la lengua o la pregunta de Iván ha llegado tan sin previo aviso, que a punto está de escupirle el líquido ardiendo en la cara.

-Es hoy, cuando volvamos-añade Iván llevándose el vaso a los labios para comprobar si está demasiado caliente o puede tomarlo ya- Me mandó una invitación y supongo que me pasaré a saludar.

-Sí voy a ir-contesta con fingida despreocupación.

Pero Aitana es muy transparente. Incluso para Iván, aunque haga apenas unos meses que se conocen.

Así que no sabe muy bien por qué, se ve obligada a dar una explicación.

- Hemos...hemos vuelto, vamos a volver a intentarlo-le dice nerviosa para después llevarse el vaso a los labios.

No sabe muy bien cuál esperaba como reacción, pero le sorprende que Iván sonría tras acabarse el café.

-¿He sido vuestra Celestina?

-No, no- niega ella con una sonrisa imitándole y encaminándose hacia la puerta de embarque- Ya habíamos quedado antes de la entrevista.

-Me alegro, es un buen tío.

Aitana asiente con la cabeza para después buscar el DNI en la cartera.

A pesar de que volar no es precisamente una de sus actividades favoritas, se ha empezado a acostumbrar a esos vuelos recurrentes a lo largo de las semanas.

Los días que viajan siempre tiene que madrugar mucho y, afortunadamente, cae rendida al sueño durante el escaso tiempo que pasan sobrevolando el país hasta llegar a Barcelona.

Algo más despejada, ya en el taxi camino a la reunión que tienen en apenas media escribe a Luis.

Alo largo de la semana, los nervios de Luis han ido en aumento y, aunque no quiere ser el centro de burlas, tiene que reconocer que hoy le ha costado dormir, no solo por hacerlo solo en su cama.

Canción Desesperada (II)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora