El calor y el sol aprietan y tiene que guiñar los ojos mientras espera a Alba en el patio del colegio. Un mensaje de Aitana le indica que le avise cuando salgan del colegio para salir de la radio a tiempo y que no tenga que aparcar en esa zona en la que es prácticamente imposible hacerlo cuando pase a buscarla.
Parece mentira que haya pasado prácticamente un mes desde que la encontró paseándose por la cuerda floja con la cabeza casi metida en la jaula de los leones, pero poco a poco ha visto cómo ha sido capaz de controlar por sí misma esos demonios que de vez en cuando se le enredan entre las ideas.
No sabe si es la euforia de los primeros meses o que, aunque haya pasado cierto tiempo, sigue queriéndola como el primer día. O incluso más, si es posible. Lo cual demuestra que ese día le haya invitado a comer a casa y pasar la tarde con ellos en el parque, aprovechando que Alba corre entre los columpios para darse mimos a escondidas de su mirada curiosa.
No ha habido nada que explicarle a la niña. Ella está contenta de que Aitana pase tiempo con ellos y su padre también.
A veces echa de menos esa inocencia y esa visión simplista de los niños. Todo está bien, ¿por qué darle más vueltas?
Ve a Martín salir corriendo hacia su hermana, que saluda a Luis con un movimiento de cabeza. Supone que su madre, a la que hace ya varios días que no ve, está a las puertas de dar a luz.
Se extraña de que Alba no haya aparecido corriendo junto a él y tampoco la divisa entre el grupo de niños que salen del aula.
Fija su mirada en la profesora y reconoce a Alba abrazada a su cuerpo. Según avanza hacia ellas, se da cuenta de que el cuerpo de la niña tiembla llorando y acelera el paso.
Luis le dirige una mirada interrogativa a la profesora mientras le acaricia la espalda a la niña.
-Mi vida-dice con dulzura cogiéndola de los brazos de la profesora para abrazarla contra su pecho. Al hacerlo repara en la herida que tiene en la frente.
El llanto de Alba se intensifica cuando se acomoda en el pecho de su padre, que aún no tiene muy claro qué ha pasado.
-Alba se ha puesto un poco nerviosa porque al ir a recoger no hemos encontrado su mochila en su sitio-explica la profesora suavizando sus palabras al tener a la niña delante- No te hemos llamado porque ha sido hace apenas unos minutos. Igual tenéis que ir a que le echen un vistazo a la frente y los arañazos.
-¿Se ha peleado con algún niño?-pregunta fijándose en las heridas a las que la profesora se refiere.
-Se lo ha hecho ella.
Luis le sube con cuidado a Alba las mangas de la chaqueta para comprobar el estado de sus brazos. Alba reacciona escondiendo los brazos entre ella y el cuerpo de su padre poniéndose más nerviosa.
-La mochila no ha aparecido aún, pero seguro que mañana cuando la busquemos con más calma otra vez la encontramos, ¿vale, cariño?-comenta la profesora acariciando la melena de la niña, que sigue llorando contra el cuello de su padre.
Durante el camino hasta el coche, Luis trata de calmar los sollozos que aún hacen que el cuerpo de Alba tiemble entre sus brazos.
-Respira despacio, mi amor. ¿Me dejas ver?-dice sentándose en un banco a apenas unos metros del coche separando a la niña de su cuerpo.
Se le rompe el corazón al encontrar su carita enrojecida y empapada y su pecho aún subiendo a trompicones. Peina con los dedos su melena, apartándosela de la frente para examinar la herida que se ha hecho para coincidir con la profesora en que es mejor que se la vean en el centro de salud.
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Canción Desesperada (II)
RomanceSegunda parte de Canción Desesperada. 5 meses después. ¿Cuando lo has perdido casi todo, por qué merece la pena seguir?