XXIII

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Ana Julieta abre los ojos en una cama que no es la suya, ni la del rubio. Al voltearse tampoco ve su pelo dorado, ni sus ojos nácar; se encuentra con un moreno de tez oscura que aún tiene los ojos cerrados. La castaña recuerda todo lo que pasó la noche anterior, las copas de vino, las llamadas perdidas del rubio cuyas cuales decidió ignorar, los besos del moreno, el acabar en su casa, sus manos en su cuerpo. La chica se disponía a marcharse, se negaba a desayunar con el chico, las espantadas las mañanas de después comenzaban a ser costumbre en Anaju; pero cuando se estaba vistiendo Adri abrió los ojos y la sobresaltó con su voz ronca de recién levantado.

-Buenos días. -El chico se había levantado rápidamente impidiéndole la marcha a la castaña. - ¿Te pensabas ir sin ni si quiera despedirte? -Adri deposita diversos besos en el cuello de la chica.

-Puede. -Anaju pasa los brazos por el cuello del chico.

-Pues ahora seguro que no te vas. -Le da un beso rápido en los labios. -Y ahora vamos a desayunar.

Ana Julieta no quería desayunar, la cabeza le palpitaba, la noche anterior había bebido más de lo que le gustaría admitir; a la vista estaba. Ahora le tocaba pagar las consecuencias, el karma es una puta, pensaba la chica repitiendo mentalmente cada cosa que no debió hacer la noche anterior.

-Desayunamos. -Afirma Anaju devolviéndole el beso en los labios. No hacía ni media hora que se había levantado y ya estaba haciendo cosas que no quería.

La chica no tenía mucha hambre y la poca que tenía se la estaba quitando su compañero de trabajo con la extrema necesidad de contacto físico. Quizás le molestaba porque se arrepentía de lo de la noche anterior, quizás no necesitaba su contacto físico, quizás necesitaba el cariño de otra persona, quizás lo de la noche anterior solo lo había hecho para demostrarse a sí misma que no dependía emocionalmente de nadie. Anaju optó por beberse un café rápido y ponerle la excusa de que debía marcharse porque tenía visita en casa, una mentirosa en toda regla, pero necesitaba huir lo más rápido posible.

Su extremo nerviosismo tenía nombre y apellidos. Hugo se había pasado la noche anterior mandándole mensajes y llamándola a altas horas de la madrugada, celos pensó la castaña en un momento determinado; imposible pensó cuando recordó que esa misma tarde habían quedado en mantener una amistad estándar, nada con dobles intenciones. Pero necesitaba leer sus mensajes, necesitaba salir de la casa de Adri.

Conforme se terminó el café le puso la excusa que llevaba pensando desde que se había levantado y logró salir de la casa del chico. No había salido del portal cuando ya tenía el móvil en la mano para devolverle las llamadas al rubio.

-Ana Julieta Calavia se ha dignado a llamarme por teléfono después de 35 llamadas perdidas. ¿A qué se debe el honor? -Su tono sarcástico le sacó la primera carcajada del día, no le habían hecho falta ni diez segundos.

-Pues mira, resulta que tengo un amigo pesadísimo que anoche no paró de llamarme como un poseso. -Le sigue el juego la castaña

-Vaya tú por dios, si tienes amigos que se preocupan por ti y todo. Creía que de esos no quedaban.

-Y es verdad, de esos no quedan. -Un silencio es la respuesta que obtiene Anaju y cree que la llamada se ha cortado. - ¿Hugo?

-Dime. -La llamada no se había cortado.

- ¿Por qué te has callado? -La chica se carcajea y le importa lo más mínimo que alguien la vea reírse de esa forma.

-Porque me encanta oír como dices mi nombre. -Anaju se sonroja y sabe perfectamente la mirada que tiene puesta en la cara el rubio.

-Eres un zalamero.

- ¿Acaso no lo sabías ya? ¿Qué tal te fue ayer?

-Bien una cena bastante aburrida. Llegué a casa prontito. -Mentirosa, era una mentirosa. ¿Por qué no le había dicho la verdad? ¿Qué necesidad tenía de mentirle? Eran amigos. ¿No?

-Pues para ser aburrida y llegar prontito a casa, te ha costado contestarme eh capulla que son las dos del mediodía. -Touché.

Anaju se limita a reír en forma de respuesta. Si no tienes nada mejor que decir, cállate; pensó la castaña.

- ¿Bueno y qué era tan importante para qué casi me explote el teléfono?

-Te quiero hacer una propuesta. Rafa sabe que te gusta cantar y quiere pedirte disculpas por el follón de la otra tarde, entonces me ha preguntado si quieres hacer un bolo en "La Santa" esta noche. ¿Qué te parece?

Anaju sonríe, estaba deseándolo. No podría haberle surgido un plan mejor.

-Solo si cantamos una tú y yo.

-Eso está hecho.

Luces de neón || AnahugDonde viven las historias. Descúbrelo ahora