Cap. 5 "Tormenta."

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Jaja, hola, después de tres años x"d
No les miento, literal, este es el sexto intento, los demás que hize los borre porque no me gustaba como quedaba ;-;

Este capítulo, tristemente no contiene hard, PERO es muy relevante para entender bien la historia.

Espero subir el próximo capítulo hoy mismo, sino mañana, pronto se acabarán los PDFs :'D

Ah, intentaré escribir en primera persona también, díganme qué opinan uwu

También es importante mencionar que los diálogos mentales se separan con los guiones bajos (__), se que es raro ahora, pero después tendrá sentido XD

Sin nada más que decir... Disfruten uwu

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Un trueno llenó el lugar con otro estruendo, pude sentir como el suelo temblaba por un instante, el ambiente estaba helado. Yo por mi parte, temblaba, el frío era invernal, y no contaba con ni un solo trozo de tela para cubrirme, por otro lado, cada trueno hacia la ilusión de derrumbar la cabaña sobre mi en cualquier momento.

Estaba en posición fetal hundiendo el rostro en mi cojín, esperando a que la tormenta termine por fin; mis esperanzas caían, pues parecía más bien intensificarse. La puerta del sótano se abrió, escuché pasos desde las escaleras, y se detuvieron  cerca de mí; levanté el rostro para mirar lo que sucedía: Eliwood me miraba, como evaluando mi situación, entonces se agachó y acarició mi cabello, al menos era un poco reconfortante.
-La tormenta es fuerte ¿Verdad?-. Me dijo intentando empatizar conmigo.
Yo asentí no muy seguro de que responder.
-De a cuerdo dormiré esta noche aquí abajo contigo, pero solo por hoy-.
Se levantó y desató mi correa. -¿Qué esperas?- . Me preguntó.
Yo, aún inseguro, me puse en cuatro y avancé hacia donde él se encontraba,  me llevó a la cama de a un lado.
-Sube-. Ordenó. ¿En verdad podía subir?, Es decir, todas las noches estaba frustrado porque, aún si yo estaba tiritando de frío, frente a mí siempre habría una cama, con un colchón real, con cálidas sábanas y almohadas suaves, todo mientras yo me congelaba en un pequeño cojín sobre el suelo.
-¿Vas a subir o no?-. Insistió mientras ataba mi correa a uno de lo tubo de la cama.
-S-si-. Me subí inmediatamente, me hundí en las almohadas y me envolví en la sábanas, era la primera vez desde que me secuestró en la que estaba cómodo. La sensación tan placentera se esfumó cuando otro trueno lo hizo temblar todo, no pude evitar chillar por debajo.
-Tranquilo, estoy aquí-. Acarició mi mejilla y le dió la vuelta a la cama.

Lo observé  quitarse la camisa, mostrando su abdomen marcado, sus brazos, tonificados; se apartó el cabello llameante del rostro, dejándome ver sus ojos, de un color azul penetrante, otra pieza en un rompecabezas perfecto. No, ¿Qué estoy pensando? Me escondí debajo de las sábanas, las mejillas me ardían sonrojadas, el corazón me latía con fuerza. Solo es bien parecido, es todo, no hay nada homosexual ahí... ¿Verdad?

Unos momentos después entró conmigo, fue entonces cuando saqué la cabeza de debajo de las sábanas. Me rodeó con su brazo derecho, atrayéndome a él, con la otra mano, presionaba gentilmente mi cabeza contra su pecho.
-¿Estas cómodo?-. Preguntó quedamente.
No podía creerlo, estaba ahí, junto a él, sin nada de por medio, solo mi piel contra la suya.
-¿Robin?-.
-¿Eh? Y-yo.. si, estoy cómodo-.

Un trueno más hizo acto de presencia, me estremecí con los temblores.
-Eres un miedoso ¿Sabías?-. Acariciaba mis cicatrices, me transmitía una extraña calidez, me acerqué todo lo posible a él, quería sentirlo, tocarlo, presenciarlo. En eso, pude sentir su miembro con mi rodilla.
-¡Ah! Amo... ¿Encerio está desnudo?-.
-¿Y eso qué? Tú también lo estás-.
-Pero yo... Amm... Es diferente-.
-De cualquier forma, ¿Quién te crees tú para decirme lo que puedo y no puedo hacer?-.
-...Lo siento amo-.
-Ya duerme, o no tendrás energía para mañana-.

Aunque él podría abusar de mí en cualquier momento, me sentía seguro y protegido, cerré los ojos, y me quedé dormido.

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Desperté por la mañana, Robin aún dormía entre mis brazos, su costado subía y bajaba al ritmo de su respiración, su expresión era tranquila y despreocupada. Acaricié una de sus mejillas con sumo cariño, recorrí su costado con una mano, tenía un cuerpo perfectamente formado, seguí bajando hasta su cintura, casi como si fueran magnéticas, no pude evitar toquetear una de sus nalgas; recuerdo que, antes de que lo raptara, él solía caminar meneando la cadera, yo siempre insistía en que se quitara la túnica que suele usar, solo para poder verlo mejor.

El menor se movió ligeramente, me apresuré a quitar la mano de ahí, solo para disimular.
-mmm.... Amo~-. Robin abrió los ojos mientras se estiraba ligeramente.
-¿Si cielo?-. Aparté el cabello de su rostro, quería ver bien sus preciosos ojos color dorado.
-...-. Se quedó cayado un momento, como si no estuviera seguro de lo que iba a decir. -¿Algún día.... ¿Algún día me dejarás ir?-.

  _Por supuesto que no lo dejaremos ir._

  _Callate Grima, dijiste que lo dejarías ir
   si se enamoraba de mi._

  _¡Ja! ¿Y crees te lo va a hacer con todo
    Lo que le has hecho?_

  _Me arrepiento de hacer ese trato
   contigo ¿Sabes?_

  _Di lo que quieras, no puedes anular
    nada_

Estaba a punto de seguir discutiendo con él, cuando Robin insistió.
-¿Amo?....-.
-¿Eh? Uhm.... Yo... Yo no lo sé-.
Apareció un pequeño destello de esperanza en sus ojos.
-Yo... No le diré a nadie lo que me has hecho... ¡Encerio! No te meteras en problemas si me dejas ir...-.
El menor parecía desesperado por libertad, en verdad quería explicarle que todo estaba bien, que con un simple "te amo." Podría salir de aquí, pero ese estúpido trato me obligaba a mantenerme callado al respecto.
-Lo siento cariño, pensaré en ello, ¿Si?-.
Acaricié su mejilla con la mayor gentileza que me pude permitir.

No quería soltarlo, su piel era tan cálida entre mis brazos, pero su plato de comida no se iba a llenar solo.
Me obligue a salir de la cama y vestirme, Grima había insistido en dormir sin ropa interior solo por si quería violarlo por la mañana, no hay algo que odie más que Grima viera a Robin como un juguete sexual, él es mucho más que eso; mucho más inteligente, talentoso y lindo que eso.

Mientras me alejaba hacia la puerta, miré  a Robin por encima del hombro: Estaba hecho bolita, se veía tan indefenso y triste, él merecía algo mejor, y se lo iba dar, sin importarme lo que Grima opine.

Mi nueva perrita. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora