Me he quedado solo

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 El sol se hacía presente por cada espacio que miraba, el sudor me escurría por el rostro a cada segundo, el calor intenso se sentía en todo el cuerpo, en mis mejillas y cuello ese ardor seco. Pisaba arena y me esperaba por delante aun mucha mas arena. A lo lejos solo se podían apreciar montañas que subían y bajaban, la fatiga me empezaba a provocar fantasías.

 En la primera, recordé a mi madre cuando sarcásticamente me dijo -tu te sientes el ultimo refresco del desierto. Y por delante de mis pies, aparecieron repentinamente envases de bebidas que se desplazaban de un lugar a otro, formando en la arena circunferencias.

 Seguí caminando y, cayó una cascada de una de tantas nubes blancas, aceleré mi paso y al hincarme para beber un poco de agua fresca que tanto me hacía falta, me percaté de que tan solo estaba delirando.

 Desesperado, golpeé el suelo con la poca fuerza que me quedaba, sabiendo que moriría en poco tiempo ya que desde hace cuatro días no había comido nada ni tomado una sola gota de agua. Grité a la nada - ¿por qué?, lloré desesperado, puse la cabeza en mis rodillas y me dejé vencer ante la situación.

 Pasaron dos horas, y en el momento en el que ya estaba agonizando, escuché el sonido de galopes que se aproximaban a mi. Pensé -seguramente una fantasía mas, pero al pasar unos cuantos minutos, sentí la presencia de alguien parado a pocos metros de mi que me miraba fijamente. Levanté la cabeza, y ahí estaba, un sujeto alto, corpulento, de cabello castaño y ojos verdes. Se trataba de mi buen amigo Alí, tal como me lo había prometido antes de iniciar esta "aventura", solo que, con unos cuantos días de demora, y no en el lugar acordado.

 Me sentó, me puso su mano en mi frente y dijo -que mal te encuentras amigo mío, pensé que hallarías el lugar que te marqué en el mapa rápidamente y ¡ve en donde vine a encontrarte! Lo lamento mucho.

S acó de un bolso de piel un botellín lleno de vino, lo destapó y lo inclinó hacia mi boca para que bebiera. Al terminar de succionar sorbos desesperadamente, lo miré como pude y le dije -eres un imbécil Ali, pero a pesar de todo, gracias por buscarme. Me contestó -lo hice por todos lados, pregunté en la aldea a cada mercader por ti, y al ver que no estabas, solo quedó pensar que te habías perdido y salí inmediatamente a buscarte, y ahora nos queda un largo camino por recorrer así que ya vámonos. Guardó el botellín en su bolso, me subió con esfuerzos al anca del caballo, después se subió él y así fue como empezamos el recorrido a la aldea que estaba en el plan inicial, misma en donde llegaría la prometida de Alí, para casarse en donde había soñado, en sus tierras natales.

 Por los síntomas que arrastraba y la postura en que montaba el caballo, yo estaba muy incómodo. Mi mano ya me dolía de sujetarme de un cuero que salía de la montura, mas, sin embargo, aún con todo lo anterior, me sentía satisfecho de que, gracias a ese caballo y a Alí, es que no moriría.

 Transcurrieron tres horas, me hizo saber que ya íbamos a la mitad del camino, y como ya me sentía un poco mejor, opté por preguntarle - ¿Qué sientes al comprometerte para siempre con Margaret? Volteó su cabeza hacia la derecha, se ergio y después de un suspiro, me contestó -el haber estado con ella por cuatro años, me hace pensar que es un record de tiempo que no he vencido en mis cuarenta años, como verás, cuatro es un décimo de cuarenta, y el promedio de vida de alguien ordinario como yo es de ochenta años así que, doblar mi vida con alguien que ya me soportó por un décimo de lo que pienso que me queda, es algo que me da una extraña seguridad de que todo estará bien. ¿Sabes Andre? Ser feliz es una decisión que tienes que hacer a diario, y yo pienso cada día tomarla a lado de una mujer tan bella e inteligente como Margaret. Ella tiene algo que jamás he encontrado en otra mujer, me despierta la necesidad de darle cariño y a la vez de cuidarla a cada instante, me hace sentir fuerte y, por si fuera poco, comparto con ella mis locuras. -Mira-dijo mientras sacaba de su bolso una libreta con notas y me la colocaba en mi pierna. Ahí hemos escrito los planes que tendremos después de la boda, a ella le encantaría visitar la gran París, tu sabes, tomarnos la foto en medio de la vista junto a la gigante de acero. Pensamos también en unas vacaciones en un ranchito, apartado de todo el ruido de la urbanidad, y de igual forma está escrito ahí nuestro primer hijo que planeamos tener, desearía que se pareciera a ella, es muy hermosa.

 -Ojalá no heredara tu demencia- le dije burlonamente.

- Que chistoso eres Andre, debe ser efecto secundario de inhalar arena del suelo- dijo mientras reía.

 Alí y yo nos habíamos conocido hace treinta años, jugando en las calles de un viejo vecindario en las afueras de Ciudad Madero. Sus papás habían migrado de Estados Unidos, con la idea en mente de que en México la vida es barata para el que dólares tiene. Desde entonces, Alí siempre me había cuidado de todo peligro que percibía, empezando por los días en el colegio, en donde me protegía de los malhechores que abusaban de sujetos como yo, delgados y tímidos. Desde entonces, nos hicimos los mejores amigos que alguien pudo haber conocido.

- Recuerdo cuando planeábamos fugarnos al bosque- le dije-, reunimos toda la madera que mi madre tenía en su patio "según nosotros para hacer una casa", tomamos el machete que tu papá guardaba en una repisa en su habitación para lidiar con los animales salvajes e iniciamos la caminata.

 -¡Como no recordarlo!- exclamó Alí- si ese mismo día supe que se siente que tu madre te varee los brazos mientras te grita enfurecida todo el tiempo que estarás castigado.

 Ambos empezamos a reír por la anécdota, se sentía un momento de entusiasmo y a la vez de melancolía. Cuando de repente, vimos a lo lejos, en lo alto de las montañas que estaban por delante, cinco jinetes acercarse velozmente a nosotros.

 Le dije alterado - ¿quiénes son? ¿Por qué vienen hacia acá?

 -No lo sé, pero no puede ser nada bueno en medio de la nada- me contestó angustiado.

 El tiempo transcurría despacio, como si se reprodujera la escena en cámara lenta. Alí intentó darles vuelta, tiró la rienda del caballo hacia la derecha, giró bruscamente e intentó acelerar el paso lo más que pudo, pero el movimiento fue en vano, ya que un hombre a caballo que venía en nuestro lateral (mismo que no teníamos previsto), nos interceptó y golpeó a Alí con una vara larga, provocando su caída.

 Esto les dio el tiempo suficiente a los otros jinetes para llegar hasta nosotros. Me bajaron violentamente. Al estar de cerca, me constaté que vestían chaquetas, algunas cafés y otras negras, también vi que usaban sobrero, tenían olor penetrante a licor y a tabaco, y lo peor de esto... todos ellos estaban armados.

 Hablaban en un idioma que Alí y yo desconocíamos, ambos estábamos tirados en la arena viéndolos, desconcertados de la situación. - ¿Qué es lo que quieren? Por favor, no nos lastimen, solo vamos hacia la aldea que está cerca de aquí, me voy a casar en tres días, pero llévense lo que quieran, no es mucho, pero si les es útil háganlo. -dijo nervioso Alí.

 Los sujetos soltaron carcajadas, después nos gritaron en su idioma palabras que no entendíamos, no podíamos comunicarnos con ellos y este fue el motivo de su enojo. Me levantaron entre dos sujetos y otro inició una golpiza a mi abdomen. Alí gritó -¡no! ¡déjenlo! No lo lastimen por favor, por lo que mas quieran, llévense todo, pero déjenlo en paz, esta frágil y enfermo, no ha comido nada en días y les suplico que paren. Los sujetos pausaron por veinte segundos, dijeron unas palabras, y al ver que seguíamos sin entender, reanudaron mi golpiza. Al darse cuenta de que seguirían lastimándome, Alí se levantó con rapidez y tomó un cuchillo del cinturón de un hombre que estaba en su costado izquierdo y, a sus posibilidades, intentó atacarlos. Un movimiento desesperado y heroico que yo seguramente recordaría para toda la vida. Cortó a un sujeto de la pierna derecha, y a otro que intentó golpearlo le enterró el cuchillo en el brazo. Sin embargo, uno de los hombres que me sujetaba, me soltó para apuntar a la cabeza de Alí, accionó su arma provocándole así, la muerte inmediata.

 Vi ahí a Allí, el hombre que había muerto por salvar mi vida, el mismo con el que crecí, con quien había pasado mis mejores años, el mismo Allí que me había escuchado en mis tristezas y apartado de mi desolación, ese que en tres días se casaría y sería feliz junto a la mujer que amaba, me acerqué a el, lo vi con ojos llorosos y se me desgarró el corazón. -Te amo hermanito- le dije con voz temblorosa. Te juro que las cosas no se quedarán así. No podía creerme lo que había pasado, me quede en un estado de shock, aún no asimilaba que realmente estaba sucediendo esto.

 Los sujetos con risas y carcajadas ayudaron a sus compañeros lesionados a subirse a sus caballos y después lo hicieron ellos, voltearon a mirarme burlonamente y se perdieron en el horizonte.


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⏰ Última actualización: Apr 18, 2020 ⏰

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