Bajando los brazos

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Estaba cansado, realmente se sentía cansado de toda esta situación. Era agotador tratar y tratar algo que sabía que nunca iba a conseguir.

Había pasado más de un año intentando llegar a él como algo más que buenos amigos, pero no podía y nunca lo lograba.

Había sido una lucha durante un año para ganar su corazón, pero la lucha habían sido en vano. En un principio estuvo de cuerdo en que no fueran nada más que compañeros, amigos o "hermanos", pero un sentimiento diferente se había formado en su interior...algo mucho más allá del compañerismo, la amistad o hermandad, algo que en un principio se negó a reconocer pero que poco a poco se fue apoderando de él.

Tal vez había sido por la convivencia, tal vez había sido por la cercanía o tal vez, el destino simplemente así lo quiso. Sin importar cuál haya sido, al final el resultado era el mismo: Se había enamorado.

Todo sería mejor o distinto si de quién lo estuviera no fuera un hombre como heterosexual con una maldita relación de más de 3 años.

Estaba perdido, no tenía ventajas y mucho menos posibilidades, pero lo intentaría, porque él era un hombre que nunca bajaba los brazos antes de probar.

A diferencia de una vez pasada, ahora no sería él la persona que daría el paso definitivo, porque temía equivocarse si es que creía que sus sentimientos eran correspondidos y al final resultara ser todo lo contrario. Solo se encargaría de todo lo previo, hasta que llegara el momento de definir todo.

Quería acercarse a él, pero sin hacerlo sentir incómodo con su presencia, porque la cercanía entre amigos era distinta a la que él buscaba. Buscaba todo y más.

Llamadas o videollamadas casi todas las noches, invitaciones a comer, paseos en auto, salidas a beber, pequeñas caricias sutiles, abrazos sin motivo, manos en la cintura, pero el acto más grande fue cuando lo presentó con toda su familia, la primera vez que lo había invitado a su casa a pasar el rato.

Aquel día había estado muy nervioso y pendiente de que todo saliera bien. Quería verse casual para la ocasión y que el menor no sintiera ninguna presión por verse distinto a como siempre es. Cuando la hora pactada había llegado, Gulf fue muy puntual en llegar, esta vez, acompañado de su manager.

Cuando puso un pie dentro de la casa, el primero en recibirlo fue mi pequeño perro Chopper, el cual no lo había visto con mucho agrado. Le ladró e intentó morder sus pies, porque por su pequeño tamaño no alcanzaba a morder otras partes. No me sorprendió que actuara así porque con todos los invitados era igual.

Mi mamá ya lo conocía porque se habían visto en varias ocasiones cuando ella me acompañaba a grabaciones, programas o eventos, así que en esa área no hubo mucho problema. Lo complicado fue cuando se lo presenté a mi padre, un hombre serio y reservado. Simplemente lo saludó cortésmente y se retiró a resolver sus asuntos. Mi hermana fue bastante amable cuando lo vio, lo saludó y nos preguntó si necesitábamos algo, pero, igual que mi padre, se retiró al recibir una negativa de nuestra parte. Todo había salido mejor de lo esperado.

Y así había pasado un año o más, un año en el que no se había rendido ni había bajado los brazos.

Un maldito año sin conseguir nada...

En un principio entendió que no pudieran ser algo más que amigos, porque Gulf tenía una larga relación con una modelo, pero cuando las cosas se complicaron, las peleas y malos entendidos fueron lo del día a día, fue entonces, que en noviembre o diciembre pusieron fin a más de 3 años de haber estado juntos.

Supe entonces que era el momento de seguir intentando.

En ese momento era consciente de que no podía presionarlo para que tuviera algo conmigo, porque la herida aún estaba fresca y debía sanar.

Habían pasado ya varios meses, tiempo en el que siempre le preguntaba sobre cómo se sentía al respecto, y al parecer, a él no le importaba mucho la ruptura porque se había librado de una carga emocional que le estaba causando muchos dolores de cabeza. Así fue cómo supe que el destino me estaba dando luz verde para continuar.

Todo había vuelto a la normalidad, nuestras salidas, nuestras llamadas, aquel ligero coqueteo en redes sociales, los roces casuales e intencionales, tanto dentro y fuera de escena.

Pero al final volvíamos al principio, en donde yo no era visto como algo más que un simple amigo, como muchos de los que tiene. Mis esfuerzos no servían para nada ni rendían ningún fruto, y estaba cansado, realmente cansado de todo esto.

Había tomado la decisión de rendirse y ya no seguir detrás de él, así le contara la vida.

Lo iba a tratar como un amigo y nada más. Todo el coqueteo o esfuerzo extra que ponía para que fueran algo más ya no existiría.

Por segunda vez en la vida, yo, Mew Suppasit, me rendía con algo.

La primera vez fue cuando creí que correspondían a mis sentimientos y no fue así. Aquella vez, luego de un gran escándalo, me rendí.

Y esta vez, también me rindo por algo que tiene que ver con mis sentimientos.

¿Por qué no podía encontrar a alguien que me siquiera tanto como yo lo hago?

Nota: Si alguien lo lee en algún momento, acepto sugerencias.
Me disculpo si hay errores, pero lo escribo desde mi celular y es algo complicado.

En el transcurso de la semana estaré actualizando

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