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El reloj marcaba las 01:30 AM.
Alexby cansado tomó un último sorbo a la taza de café mientras miraba los papeles sobre su escritorio. Estaba trabajando en el turno nocturno y le tocaba revisar las denuncias de la semana. En teoría debería estar Fargan haciéndole compañía pero este se había enfermado y tomó una licencia.

El desgraciado lo había abandonado.

Suspiró cansado, normalmente no le molestaba tener que leer las denuncias ya que de vez en cuando podía encontrar cosas que le daban gracia, pero últimamente todas eran denuncias de matanza del ganado, destrucción de propiedad o secuestro de familiares y mascotas.

Estaba hasta las narices de todo, si no lograban resolver los casos pronto las quejas siempre se dirigían a él. Fargan siempre encontraba una forma de escapar de los gritos y no ser reprendido. Y en este caso pareció ser que su gripe lo había salvado.

Tenían un sospechoso, uno que los venía molestando desde hace ya tiempo. Un trío de delincuentes que portaban máscaras. Desconocían sus identidades y a pesar de entrevistar a cada pueblerino no habían pistas que dieran lugar a sospechosos claves.

Se estaba estresando, por el calor encendió el pequeño ventilador que descansaba en su escritorio y procedió a seguir leyendo la denuncia dejada por Vegetta.

Era lo mismo de cada semana, alguien había destruido su puerta principal. Se rió internamente, sabía de memoria lo escrito por su amigo y paso a la siguiente hoja.

El teléfono de emergencias sonó distrayendolo de su lectura.

Contestó al instante.

-¿911 Qué sucede, cuál es la emergencia?

-¿S-Señor policía? Podría-a venir a mi casa por favor....-Alexby notó como la voz era débil y gemía por ¿dolor? su instinto policial se activó y empezó a preocuparse por quien estaba al otro lado de la línea.

-¿Podría describirme su emergencia? Enviaremos un equipo a su dirección lo más pronto posible.-procedió a decir en una voz tranquila para calmar a la persona, escuchó unos respiros pesados.

¿Acaso estaban...?

-Usted me pone caliente, Alexby... mi comisario...

-¿Disculpe?

-Haaah... haa... usted, su voz calienta tanto.-Su rostro se encendió. Fue una risa débil mezclada entre un gemido, a penas terminó de escuchar eso colgó el teléfono. Se llevó los dedos al puente de la nariz, cerró sus ojos y respiro lento.

"1... 2... 3... 4..."

Contó mentalmente, buscando calmarse del inminente enojo.
Le habían advertido del bromista de los gemidos, múltiples veces y esta vez, había caído. Pero algo lo molestaba ahora mismo.

Específicamente en su pantalón.

Estaba duro y le dolía.

Se levantó molesto y fue al baño.
Abrió el grifo y se mojó el rostro, buscando disminuir el calor que sentía.

"Piensa en la ley de Mendel, piensa en la ley de Mendel..." Se repitió mentalmente hasta que aquel problema se dignó en desaparecer.

Respiró nuevamente, se miró en el espejo y acomodó el cabello, volvió a sus papeles y los volvió a leer, todo por olvidar aquel incidente.

Pero algo lo molesto nuevamente.

¿Cómo aquel desconocido sabía su nombre?

911 Hotline!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora