Dean estaba malhumorado.
Lo primero que le despertó aquel día fueron las risas de Castiel y ese tal Patch desde la cocina, donde los encontró muy juntos cortando los tomates como si el ángel no tuviera una idea de cómo agarrar un cuchillo mientras aquel moreno no usaba camisa. Está de más añadir que casi le encaja el cuchillo a ese tipo entre los ojos con tal de que se mantuviera alejado de Castiel pero el pelinegro parecía encantado con la atención, como si la hubiera estado añorando todo el tiempo.
Estaba desayunando los tacos que Castiel hizo para él, desde luego, mientras le nombraba todas las proezas de las que Patch era capaz de hacer.
De todas formas, ¿qué clase de nombre era Patch? ¿En serio prefería que le llamaran así y no Jev? Sonaba más civilizado que el otro. Cass a veces seguía diciéndole Jev pero la mayoría del tiempo era Patch, como si Dean estuviera desayunando junto a un enorme parche negro que no dejaba que Castiel se le alejara mucho y disfrutaba de molestarlo con esas sonrisillas arrogantes y esa mueca de suficiencia que le advertía que iba a ganar en aquella pelea que habían comenzado sin ser conscientes.
— ¿Están buenos, Dean?—preguntó Cass con entusiasmo haciendo que el cazador relajara su expresión.
—Muy buenos, Cass, deberías de hacerlos en casa—pidió Dean, sonriendo para el ángel.
—Cuando volvamos podré hacer tacos para la cena, ¿crees que le gusten a Sam?
—Sólo ponles lechuga y queso y Sam estará encantado.
Patch sonrió ante aquello mientras devoraba su propio plato.
Cass, frente a él, tenía un plato con algunos tacos que no iba a comer pero había optado por la costumbre de siempre servirse si, después de todo, Dean siempre se quedaba con hambre. Le ahorraba la tarea de volver a pedir o servirse él mismo, tan solo dejándole cambiar su plato.
Sólo que en esa ocasión tanto Patch como Dean tomaron el plato a la vez dispuestos a comerse los tacos de Cass al ver que el pelinegro no lo haría. El ángel enarcó las cejas, sorprendido ante aquello, mientras ambos contrincantes se miraban de manera retadora, incitando al otro a soltar el plato, tirando de él hacia sí mismos para aflojar el agarre del otro. Patch intentaba no sonreír mientras que Dean luchaba por no dispararle.
—Cass los puso ahí para mí—gruñó Dean sin soltar el plato ni un centímetro.
—No, no lo creo.
Patch apoyó su brazo libre sobre la mesa y acunó su barbilla en la palma de su mano mientras tiraba juguetonamente del plato sacando de sus casillas al cazador. Era demasiado temprano para enfurecerse y dispararle a alguien, Dean lo sabía, pero estaba a nada de hacerlo si ese tipo no le dejaba los malditos tacos de Cass.
El pelinegro, por lo contrario, tan sólo los miraba como si de un partido de tenis se tratara sin saber qué hacer a continuación. Dean siempre se comía su comida pero Patch también quería comer más, ¿estaría mal si en esa ocasión se la daba al otro?
—Son tres tacos—señaló Castiel haciendo que ambos le miraran— ¿No pueden tomar uno y uno y dejarle el tercero a Sam?
Patch se encogió de hombros dando a entender que le daba igual mientras que Dean le miraba como si hubiera pateado a un gatito, ¿por qué estaba tan enojado de que no le diera los tres tacos? Él ya había comido tres, podía comer uno más al igual que Patch y los dos estarían parejos y no habría peleas. Poco faltaba para que lanzaran el plato por los aires.
— ¿Dejarme el tercero qué?—cuestionó Sam entrando a la cocina.
—Un taco de más—Cass tomó el plato, arrebatándoselos a ambos, y colocando un taco en el plato de cada uno—Listo, todos iguales.
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El Crush Angelical de Castiel.
FanfictionCastiel sintió que se encogía cuando se concentró en sus ojos, parecían dos cuencas vacías desde aquella distancia, tan oscuros y profundos como dos agujeros negros en el espacio dispuestos a succionarte hasta hacerte desaparecer en sus profundidade...