A la cueva de Lucifer

61 0 0
                                    

- Papi~! Papi~! Ah~! Más duro! -gimo para el placer del hombre que me tenía en contra de mi mesa de centro de piedra.

Si, uno de los que tiene fantasías incestuosas, en serio, creo que a mis clientes los podía dividir en estos grupos:

- sadicos
- atraca cunas
- incestuosos
- etc (gays/bisexuales, gente decente, gente desperada por un polvo y muuucho más)

Lo único bueno del asunto, es que esta habitación era a prueba de sexo.
Todo lugar era perfecto para ello y no habría nada que nos llegaría a lastimar en lo más mínimo.

Aunque ya he llegado a escuchar que a una mujer, se le rompieron las tablas de la cama en pleno acto.
Fue muy gracioso el escucharle contar de lo mucho que se espantó el tipo con el que estaba.
Al parecer le tenía pánico a caerse, incluso desde una altura tan baja.

- Como desees mi muchacho. -me susurra mi cliente al oído, antes de darme aún más duro contra la mesa

Yo no podía hacer más que aferrarme a los bordes de la mesa y seguir gimiendo, mientras que el hombre me agarraba tan fuerte las caderas para entrar más profundo en mi, que estaba seguro que llegaría a tener moretones después.

Mis caderas se movían incontrolablemente por cada embestida de el hombre, el cual me suelta de la cadera para agarrar mis hombros y alzarme para que estemos pecho a pecho.

Yo le abrazo, aferrandome a sus hombros.
Por su parte, le parecía exitar mucho el escuchar mis gemidos tan de cerca, por lo que llega a besarme o más bien chupar mi cuello.

Maldición, chupones, odiaba cuando hacían esto; ya que el siguiente cliente los va a ver y quizás hasta les moleste.

Y es que, todos mis clientes tenían muy en cuenta que era un prostituto y que obviamente me acostaba con varios hombres al día.
Pero todos querían sentir la sensación de que fueron y serán los únicos con los que me acostare en el día.
Así que los chupones, moretones y otras marcas llegaban a ser un problema.

Pero que más daba ahora.
No podía salirme del papel.

- Papi! No taA~An duro. Que me, vengO~!

El hombre suelta mi cuello para besarme con su lengua, que en serio era muy larga.

Me daba asco... pero al mismo tiempo ese detalle asqueroso me llega a excitar tanto, que no puedo evitar estar de verdad a punto de venirme.

- Mi muchacho... espérame. -me pide con la voz acelerada

Embestida dura tras embestida dura, dignas de un verdadero animal, causaban que poco a poco estemos cerca de acabar...

Y justo cuando suena el zumbido que indica que la hora se acabó, el hombre y yo terminamos expulsando de nuestro cuerpo una buena cantidad de semen.

Luego de venirse, el hombre se acomoda a mi hombro para descansar.
Yo le acaricio y pintó su piel con cortos besos.

- Papi... ya te tienes que ir... -digo en un tono triste, intentando sonar como si no quisiera que parara.

- Lo sé... -me vuelve a besar, apretando un lado de mi rostro con fuerza, al igual que uno de mis brazos- Pero pronto nos volveremos a ver mi niño.

- Estaré contando los días~ -le susurró lamiendo su oreja

Fue difícil hacer que se separara de mi y se fuera a bañar, pero al fin lo logro y al cerrar la puerta del baño tras mío... simplemente suspiro
Cansado de mi vida.

Que tan triste tenía que ser mi vida, para que la relación más larga que haya tenido en mi vida, sea con un tipo que ya me visitaba desde mi primer año de trabajo?

En la Soledad carnalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora