La Tormenta

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Esa noche era notablemente tormentosa, incluso cuando a regañadientes Thais se iba acostumbrado a la lluvia excesiva. Lo podía ver todo desde la ventana de la cocina, como la tierra dejaba de absorber el agua y empezaba a encharcarse, como incluso el césped empezaba a morir y las canaletas de las casas empezaban a crear caídas de rio por las calles. Su casa no era diferente, de hecho estuvo peor, porque de tanta agua empezaron a haber goteras y varios baldes estaban dispuestos por la sala, la cocina y el comedor, sin contar los que estaban en las habitación. A este paso la madera se pudriría, o hasta se les podía caer el techo encima, por lo que Thais estaba pensando cómo solucionar esos problemas sin Leo, los dioses lo protegieran donde sea que estuviera.

Su casa compartida estaba debidamente aprovisionada, pero si esto se extendía por demasiado tarde o temprano tendría que salir a buscar provisiones como todo el mundo y no las encontraría, por eso tuvo que pasar de una economía normal a una de guerra, midiendo la cantidad de comida que necesitaría cada uno para alimentarse un día y ver hasta dónde podía estirar lo que tenían.

Era algo casi nostálgico tener que estar haciendo eso de nuevo tantos años después.

-Gracias-

Le sirvió un plato de sopa caliente a Mangel, quien estaba sentado leyendo un libro para pasar el rato. Dentro de ese plato, calculaba, estaba la cantidad de verdura y proteína necesarias para un adulto, aproximadamente el doble que necesitaría un niño pero con un extra. Siendo él quien más necesitaba comer para recuperarse ella estaba dándole una porción de su ración sin decirle nada, un poco menos de comida no la mataría.

-¿Te sientes mejor?-

El asintió.

-He estado un buen tiempo reposando en casa y después aquí, si continúo a este ritmo para la próxima semana podría estar casi normal-

La mejora era notable, al menos ahora el pobre joven no estaba haciendo muecas cada vez que se levantaba y hacia algo. Tenía mejor cara, y ahora caminaba por la casa con mayor soltura, de hecho se había puesto a reparar la puerta aun rota de su casa, aunque por lo que dijo ayer, Mangel consideraba que la mejor opción era descartarla y colocar una nueva.

-No te excedas, aun estas sanando y si empiezas a descuidarte nunca te recuperaras por completo-

-Tienes razón, pero tengo que ponerme a trabajar pronto, de lo contrario no podre hacer nada para cuando el alcalde regrese-

El alcalde. Thais resopló. No lo conocía personalmente, pero si tuviera que describir en una palabra la impresión que le dio la primera vez que lo vio en las elecciones, inquietante sería la primera que le vendría a la mente. Obviamente, los rumores que corrían sobre el no eran tranquilizadores, mas cuando se trataba de lo que le sucedía a aquellos que le ponían una mano encima a "su niña", pero es que ella creyó que se estaban refiriendo a una mujer. Viendo a Mangel tan preocupado de impresionarle, y lo afectado que estaba por su ausencia, le hacía sospechar de cómo eran las cosas realmente, pero eso no quería decir que no le pareciera una lástima no tener oportunidad siquiera.

Pero bueno, lo mejor que podía hacer por él es ayudarle y que siga su camino, de ese modo ya no le debería nada.

-No creo que haya mucho que se pueda hacer, el pueblo está irremediablemente encharcado, esas cosas debería haberlas hecho el alcalde en su momento, si tu eres su primera dama ese no es técnicamente tu trabajo-

-¿Y cuál sería?-

-¿En pocas palabras? Sonara feo, pero es estar al lado del gobernante y verse bonito, legalmente no tendrías ninguna autoridad o responsabilidad-

Lluvia EternaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora