Capítulo 14

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Abrí los ojos lentamente y sentí las manos de Seo sobre la mía. Miré a la derecha y ahí estaba conmigo.

— Perdón— fue lo único que pude decir antes de empezar a llorar.

— No preciosa, no llores— me acarició la cabeza.

— Él quiso acompañarme pero yo no dejé que lo hiciera— me tapé la cara — Se me hizo muy estúpido y mira donde estoy— realmente me sentía como una tonta.

— Ya está investigando quién lo hizo, y te prometo que habrá consecuencias— lo escuché decir.

Me explicó que mi esguince era casi parcial, iba a necesitar al menos un par de semanas para recuperarme.
Pasé toda la tarde en el hospital y casi entrando la noche, me autorizaron la salida.

— Te quedarás conmigo— dijo empujando una silla de ruedas.

— Está bien— No me sentía en posición de discutir con él y después de lo que había pasado no lo haría.

Lo ayudaron a subirme al auto y empezó su camino en dirección a mi edificio. Pasaría por cosas que fuese a necesitar para quedarme en su casa.
Obviamente no subiría con él, era demasiado trabajo el subirme y bajarme de la camioneta, que solo preferí indicarle dónde estaban mis cosas.
Veinte minutos después de haber subido, lo vi bajar con dos bolsos grandes y una mochila. Subió las cosas y se sentó a mi lado.
El camino a su casa fue en silencio, me dediqué a pensar en lo estúpida que había sido al ignorar a Lee. Al llegar a su casa me ayudó a bajar y me llevó en brazos hasta su habitación, me acomodó en la cama y se sentó a mi lado.

— Estás muy callada, ¿algo va mal?— preguntó tomando mi mano.

— Seo, me siento mal por todo esto. Siento que yo tengo la culpa— empecé a jugar con mis manos.

— Lenna, no tienes porque sentirte mal, esto no fue tu culpa, ni de Lee, entiendo que las cosas fueron muy rápidas para asimilar, pero gracias a Dios estás bien, y eso es lo único que me importa— levantó mi cara con su mano.

— ¿El señor Lee ha regresado con información?— pregunté.

— No lo sé, pero en cuanto sepamos quién te empujó, haremos que tenga su merecido—respondió.

Nana entró a la habitación y me miró con una tobillera en el pie.

— Ay mi niña, ¿cómo te sientes?— dijo acercándose.

— Me siento mejor nana— sonreí.

— ¿Tienes hambre? ¿Les preparo algo para cenar?— preguntó.

— Por favor nana, avísame en cuanto esté para bajar— respondió.

Nana salió de la habitación y nos quedamos solos.
Estuvimos hablando durante un rato hasta que tocaron la puerta otra vez, entró a la habitación el señor Lee.

— Señor, señora— hizo una reverencia.

— ¿Encontrase algo?— preguntó.

— Sí, me reuní con el encargado del soporte de cámaras de la facultad, y encontré las cintas del estacionamiento y las escaleras, son las mismas chicas— respondió.

— ¿Tienes los vídeos ahora mismo?— se puso de pie.

— Así es, pedí una copia de ambos— sacó una usb.

Seo le dio una computadora y el señor Lee nos mostró los vídeos. Eran ellas, las mismas chicas del baño.

— Son las chicas del baño, con las que discutí hace unos días— dije al mirarlas.

DOS IDIOMAS Y EL AMOR -/Park Seo-Joon/- (1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora