UNA NOCHE CON ÉL

capitulo único

UNA NOCHE CON ÉL

La noche invita a Muchas cosas... una de ellas es ver a mi Steve.

Un hombre sensual, guapo, decidido y muchas cosas más. Y lo que más amaba de él su increíble voz... esa voz que me puede llevar al orgasmo con solo susurrar mi nombre.

Un escalofrío recorrió mi espalda al imaginarlo entrando por la puerta de mi habitación y arrojando me sobre la cama, separándome las piernas y adentrándose en mí.

Gemí en respuesta a mi imaginación.

No esperaba que fuera dulce... ni que me tratara con cariño, una parte de mi estaba más que contenta.

Lo quería fuerte, rudo... dominante... en todas las posiciones posibles. Quería su esencia bañando mi cuerpo y mis uñas marcadas en su espalda.

El timbre sonó sacándome de la ensoñación.

Me estremecí de excitación y sentí como mi ropa interior se mojaba... Estaba tan caliente que me correría en cualquier momento.

El apartamento de nuestras reuniones era muy pulcro y decorado en tonos oscuros, azul y guinda.

Los muebles de caoba reflejaban los tenues rayos de luz de las lámparas empotradas en la pared, los sofás de cuero negro estaban también fijos al suelo de madera.

En la barra de la cocina estaban los frutos rojos que tanto le gustaban... otra imagen de Steve sobre mí, besándome con sabor a frambuesa se escurrió por mi mente.

El corazón en mi pecho dio un vuelco y mi estómago se contrajo.

El timbre sonó de nuevo y me apure a llegar a la puerta.

Observe por la mirilla y solo podía ver una sombra.

Mi boca se secó.

Mi mano temblaba al tomar la perilla de la puerta.

Dioses... iba a desmayarme.

Al otro lado de la puerta se encontraba él... Steven Rogers.

El dueño de todas mis fantasías y sueños húmedos.

Una corriente eléctrica me recorrió entera... terminando entre mis piernas.

Gemí.

-Aún. No te he tocado y ya estás gimiendo- susurró aún fuera del departamento.

Su voz era lo más sensual que pudiera oír. Lo más satisfactorio. Lo más increíble.

-Tu sola presencia hace estragos en mi- conteste haciéndome aún costado para que pudiera pasar.

Rogers se acercó a mí... por un momento creí que me besaría, pero no fue así.

La expectación amenazaba con consumirme, como fuego líquido corriendo por mis venas.

Se alejo de mí y fue a sentarse a la barra.

-¿Quieres algo de Beber?- pregunté al sacar dos copas de la encimera. -¿Whisky? ¿vino?-

Steve hizo un ruido con su garganta.

-No, no Bebo alcohol, ya lo sabes- dijo tomando una cereza.

Carajo, primer error.

-¿Café? ¿Té? ¿Jugo?- seguí buscando en la nevera para que no notará la marca de preocupación que ya se había formado en mi frente.

-¿Tú?- Contestó.

Me di la vuelta para verlo a la cara.

-Yo...-

No pude articular otra palabra.