Era un día cualquiera y estaba encerrada en lo que suelo llamar mi hábitat, donde siempre pensaba que jamás iba a ser mortificada por nada ni nadie.
En el suelo de cerámica frío de mi habitación, estaba reposada, oculta por millones de mantas que me cubrían hasta la vista y con mis largos brazos por fuera de ellos para poder sostener el aparato con el que paso horas al día, mi móvil, con el que leia varios "tweets"y conversaba con amigos. Bajo mi nuca tenia una gran almohada en vertical, para estar más cómoda. A mí alrededor estaba pleno de objetos aleatorios tirados por mi suelo, hace días que no limpiaba mi habitación, no sé si había sido por pereza o desmotivación pero sea por lo que sea, tampoco tenía pensado hacerlo.
Al instante, noté una brisa a mí parecer helada, a mi lado izquierdo, y aunque estaba cubierta por eldredones, sentía un poco de frío, así que decidí apartar la vista de mi querido aparato y me dispuse a observar que mi ventana estaba abierta, me puse a intentar recordar en qué momento yo abrí esa ventana, pero el recuerdo nunca llegaba, así que me supuse que mi padre la había abierto cuando yo estaba ausente.
Me descubro de las mantas y me decido a levantarme para cerrarla, cuando ya tenía sujetado el marco de la ventana dispuesta a cerrarla, algo me llama la atención, de reojo vi algo aleteando, atiendo rápidamente y observo al fin que es una pequeña mariposa. Sus alas estaban llenas de puntos y curvas negras y violetas con toques de verde y colores que desconocía, pero se veía hermosa, así que decidí observarla por unos segundos más.
Mientras revoloteaba la bella mariposa, se me iba acercando lentamente hasta posarse en mi pálida mano. Disfrutaba mucho de su presencia hasta que algo extraño comenzó a suceder, la mariposa que antes tenía colores surtidos empezó a tornarse completamente de negro, la mariposa que antes tenía un aspecto diminuto comenzó a crecer y a crecer a mucha más altura de mi cabeza, hasta el punto de sentirme diminuta. Su forma empezó a cambiar y le salieron unos largos y grandes brazos de sus costillas, adoptó piernas y una cabeza sin rostro, tan solo era una sombra con forma humana que me aterraba.
Quise apartarme y salir de ahí lo antes posible, pero era imposible, me sujetaba con tal fuerza de mi muñeca que consideraba que era inhumana, me dolía y mucho, velozmente me agarró del cuello y me extranguló con menos fuerza, me costaba respirar, no podía, me ahogaba, sentía que me moría, pero eso hecho no sucedía nunca, me sentía confundida y con miedo.
Poco después comenzó a susurrar algo que no lograba entender, pero mi cabeza empezaba a llenarse de escarabajos imposible de sacarlos de ahí, me comían, no paraban de dar vueltas y vueltas, y sentía sus pequeñas patas por mi cuero cabelludo. Esa sombra encadenó mis brazos y mis pies, no podía moverme y las sensaciones tan molestas, seguían presentes, bichos, el ahogo y cadenas de las que eran imposible liberarme. Por más que intentaba gritar para pedir socorro, nadie iba en mi salvación, no me escuchaba ni un alma.
Así pasaban los días, atada a esa ventana, cansada de pedir socorro y que fuera nulo, sin que nadie se percatara de mi ausencia. Así pasaban los meses y yo me había acostumbrado a estar de esa forma, ya me daba igual estar libre o presa, solo quería descansar, me sentía débil, pequeña y arrepentida de haber tomado la decisión de abrir la dichosa
ventana.
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Efecto Mariposa
Short StoryEs un breve relato, donde uso la metáfora para explicar cómo siento yo la ansiedad.