04| Hay cosas que el amor no puede curar

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Esa semana Adhara llevaba la cabeza gacha todos los días

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Esa semana Adhara llevaba la cabeza gacha todos los días. Talia la forzaba a entrar a clases y Katherine intentaba a toda costa mantenerla despierta y alegre. Si fuese por ella, hubiese visitado a su madre al siguiente día desde que leyó la carta, pero lamentablemente era lunes, y luego martes y miércoles y jueves, así que tuvo que esperar hasta que el día sábado llegara. Llevaba media hora sentada en la mesa mirando fijamente la madera de esta.

Dejó caer su tostada en la mesa cuando una idea fugaz pasó por su cabeza, si era lo suficientemente convincente la directora le daría permiso para lo que tenía planeado.

—¿Qué  tienes Adhara?—le preguntó Aaron—¿Olvidaste hacer la tarea? Olvidó hacer la tarea—lo último se lo dijo específicamente a Talia—¿Quieres que te ayudemos?

—No es eso Aaron, mis deberes están al día, no te preocupes—antes de que su primo pudiera alegar salió corriendo del comedor, su desayuno había quedado a la mitad.

—¿Ella acaba de dejar su desayuno tirado?—preguntó incrédula Talia. Aaron le asintió.

Adhara corría por los pasillos doblando muchas veces a la derecha, subiendo escaleras y topándose con alumnos somnolientos de camino al comedor hasta que llegó al despacho de la directora. Recordaba la contraseña de la vez pasada y esperaba que no la hubiesen cambiado.

—Viejos y calvos—le susurró a la estatua para que la dejara pasar.

Subió las escaleras pisando fuerte para avisar que estaba allí.

—Señorita Malfoy, no esperaba que viniera tan temprano.

McGonagall cada vez se parecía más al loco Dumbledore.

—Entonces ya debe saber a qué vengo—respiró entrecortado, la torre tenía muchas escaleras—Necesito que nos de ese permiso a mí y a mi hermano, quizá sea la última vez que veamos a nuestra madre y si tiene un poquito de corazón nos dejará ir hoy mismo. Puedo pulirle todos los trofeos y limpiar todos los armarios de escobas si es necesario, si quiere puede dejar que solo vaya Scorpius pero no nos quite esta oportunidad...por favor.

La directora la miraba maravillada, las únicas veces que había visto a Adhara tan empeñada en algo eran cuando una broma hacia el mayor de los Potter y todos los demás Gryffindors le salía bien.

—No necesita pedirme nada señorita Malfoy. Su padre me ha mandado una carta hace unas semanas contándome toda la situación y requiere su presencia y la de su hermano esta tarde en San Mungo—la directora se acercó a Adhara—Avísale a tu hermano y cuando estén listos los dejaré usar la chimenea.

Adhara Malfoy GreengrassDonde viven las historias. Descúbrelo ahora