A veces parece sencillo dejar salir lo que pensamos sobre una persona, sobre una situación, bueno, para mi no es tan así.
Me mantengo al margen, escucho, analizo e interno mis pensamientos y conclusiones. No me había traído malos ratos, bueno, hasta que si.
Creí que por ser así, que por vivir la vida a mi manera, las cosas seguirían bien, pues no. Debía aprender a enfrentar esas situaciones y hacerme partícipe una vez me involucrara en ello.
Muchachos, drogas, relaciones. Todo tiene su punto de importancia en la vida de una joven adulta que se expone a un mundo desafiante y confundido. Al menos así es para mi.
Mi nombre es Riss, mis amigos me suelen llamar Rey, pero tú puedes concluir que no me importa como decidas recordar mi nombre, pues sinceramente, nunca sabrás si me importa tu opinión al respecto.
Estudiar algo era lo más parecido a la opción correcta, la cocina siempre ha sido mi debilidad, debido a mi ignorancia en el arte de la comunicación, el transmitir mis emociones con diferentes platillos, siempre me ha ayudado.
Ahora me encuentro debatiendo qué debería preparar para la cena de esta noche, aburrido, ¿no es así? Pues admitámoslo, a nadie le interesa realmente lo que cocine en este apartamento, solo lo llevamos a nuestra boca con el fin de llenar ese vacío.
-Tomás, ¿decidirás de una vez si tu dieta vegana va en serio esta semana? Por qué estoy harta de encontrar pizzas cubiertas en pepperoni en la nevera.
Mi compañera de apartamento, Tomás, creía que ocultando la pizza en la nevera no me enteraría que una vez más no respetaba su propia dieta, lo que realmente no me incumbe, pero me concierne el no mal gastar mi tiempo en platillos especiales para el, que se desvanecían en falsas promesas.
-¡Vamos querida, sabes que no puedo resistir un buen pedazo de pizza! No seas mala, amo tu salsa de espinaca y tofu, no me quites eso.
Rodé los ojos ante su doble moral, pero ese rostro sincero se había ganado mi corazón un tiempo atrás, después de todo el siempre me apoyaba en los peores momentos.
-Apuntaré con este cuchillo una última vez, decide o tú carne será la que comas en la cena.
Nuestras risas llenaron el lugar, mientras sonaba una bella canción de ópera, que Tom insistía, mejoraría nuestro cerebro de alguna manera.
El teléfono no lo suelo tener como prioridad, soy más de ir a ver a las personas a un lugar, tener una conversación real es sagrado, tal como compartir una buena botella de vino. Pero ahora sonaba, y eso no suele suceder muy seguido.
-¿Con que Andy? Pequeña mujerzuela, no me habías contado de una nueva arañita en tu esquina.
Pues no, es lo que hago, vivo mi vida sin intentar que el resto del planeta tierra se entere de cada uno de mis pasos, sin que sepan cada uno de mis desayunos, sin que sepan la última prenda que decidí usar.
Me prometiste una última copa de vino en el San Martín esta noche, Riss. No puedes negar que esas palabras salieron de tu boca. Repetía el pelinegro a través del altavoz del aparato.
Saltando de emoción, emoción de adolescente hormonal, Tom me animaba a contestar de la misma manera vigorosa. Contesté siguiendo el juego, mis promesas son valiosas para mi, así como lo eres tú tesoro, ¿a qué hora nos encontramos?
Tom no pudo controlar todo lo que conllevaba el riesgo que estaba tomando al teléfono, ¡vamos girl! Exclamaba el muchacho emocionado a mis espaldas.
Ahora que usaba mi vestido negro infalible, mi confianza estaba por las nubes, apoyada con un recuerdo de la última salida que tuve con Andy, me aseguraba una noche que no dejaba que desear. Sus diferentes anécdotas sobre sus diversos viajes a Ibiza, relataban la hermosura en los cuerpos de las jóvenes que bailaban sin demostrar cansancio alguno, excitaban la imaginación de cualquier oyente.
Salir con Andy eran noches que prometían y aseguraban diversión, el y su ego se solían encontrar cómodos con mi ocasional silencio, a mi compañero de copas le gustaba decir que era una muy buena oyente, que solía ser muy selectiva con mis palabras, que nunca fallaban y siempre le sacaban una carcajada.
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People I've know
Short StoryLas aventuras de una regatza que no sabía lo que quería hasta que lo obtuvo.