Considerada en algo nuevo.

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El lugar estaba en su popularidad y sensación máxima de belleza, las luces eran tenues y proponían un ambiente seductor. Andy usaba su camisa blanca, una costosa que le encantaba presumir, definía bastante bien su puesto en un alto mando en la compañía que dirigía con su hermano.

¿Que tuvo de emocionante esta vez tu viaje por Ámsterdam? ¿Acaso querías sentir algo nuevo? ¿Conociste a una chica dispuesta a complacer tu deseo de juventud? Preguntar cosas sobre su más reciente viaje, actualizarnos sobre nuestros más recientes éxitos amorosos, éramos como los amigos que se juntaban a chismorrear después de clases.

-Me mantuve al margen, Riss. Ya no tengo 25, ya no tengo esa energía.

Ambos sabemos que su libido se mantenía cómo alguien de esa edad, que sus ganas de mantenerse vigente en el juego de la seducción siempre serían las mismas.

-¡Por favor, me vas a decir que no tienes nada exquisito que compartir! ¿Tú?
Seguía insistiendo en que soltara la última conquista en el extranjero, pero parecía no querer decirlo, parecía no querer demostrarlo.

-Te haré una propuesta.-Su tono de voz cambio, era uno que incitaba que hiciera algo que sabía excedería mis límites. Saco una bolsa de plástico pequeña, contenía dos pastillas con forma de corazón.-Pondré esto aquí, y tú decidirás beberlo, si decides que es lo correcto para esta noche, entonces decidiré qué será lo correcto mostrarte lo que descubrí.

Las cosas no se habían puesto así de interesantes hace mucho, verlo poner las pequeñas pastillas en nuestros tragos, me recordó aquellos años en que él robar el vodka de mis padres era adrenalina pura.

Alcé el vaso en el aire, demostrando mi interés con una sonrisa arriesgada. Hizo lo mismo, él sabía que yo aceptaría, el sabía que mis días aburridos me empujarían a probar algo diferente, algo excitante.

-Más vale que me hagas explotar la cabeza, Martin.

-¡Oh, ya verás Jackson!

En el borde del asiento delantero de su última adquisición, un automóvil deportivo que me solía quitar el aliento cada vez que lo veía, balanceándome entre cada latido apresurado que mi corazón emitía, podía jurar que la vida iba más lento, que yo iba más rápido, que todo era excitante, en roce de las manos de Andy al cambiar las marchas, se sentía como mil veces el toque de un deseo que llevaba guardado hace mucho tiempo.

Entonces se detuvo frente a la tienda de herramientas, y no entendí nada, ¿que tendría de emocionante una tienda de herramientas?

-¿Es algún tipo de proyecto el que tienes? Señor Martín, esto no me entusiasma.

Soltó una pequeña risa y meneó su cabeza, negando, ya que yo que no sabía nada, me había apresurado, entonces me dio una lista de cosas, cuerdas, amarres, cosas que yo no lograba descifrar, cosas que yo nunca había pensado comprar.

-Habla con Teresa, ella sabe lo que necesitarás, dile que lo ponga a mi cuenta.

¿Era esto algo común para el? Llevar a chicas a tomar extásis en un restaurante elegante, para luego comenzar una aventura de construcción.

Al salir de la tienda seguía un poco confundida, aún que Teresa me dio la impresión de que algo divertido estaba apunto de suceder, ya que su sonrisa traviesa me sugería algo que yo nunca me habría atrevido a experimentar.

Al entrar a su sala, en donde habíamos compartido momentos anteriores, recordé que me sentía acelerada, sentía las manos ligeras y tibias al tacto, entonces él se acercó por mis espaldas y bajo el saco que él mismo me había prestado para batallar el frío de la noche.

-Las chicas en Ámsterdam me dieron a entender que había una parte de mí que no había explorado.- El ambiente del lugar había cambiado, yo me sentía diferente, pues sabía a donde iba todo. Su voz me lo decía, su duro tono de voz.-Sabía que ellas querían que yo disfrutara todo de una manera especial, pero Riss, ellas no eran tu.

Mi corazón se detuvo al escuchar esas últimas condenadas palabras, mi imaginación nunca había llegado a este punto, a este escenario. Donde yo era la protagonista de una noche que jamás podría llegar, Andrea Martín me estaba haciendo una muy fuerte declaración.

Con la mirada baja seguí escuchando sus palabras, explicaban cuanto había esperado este momento. No lo podía creer, Tom no lo iba a creer.

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