02 | Un ángel

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Días después.

—¡Ladrona! ¡Maldita ladrona! —Gritó el anciano armando todo un alboroto agachándose dispuesto a tomar piedras del suelo. Kihyun corrió a la velocidad que sus pies le permitieron, odiaba robar, sabía que no era correcto pero cuando le pidió al anciano que le diera un pan y él a cambio le ofrecía su pulcera (que no tenía ningún valor y sólo era de fantasía) como pago pues no tenía más que ofrecerle y el hombre se negó, no le quedó de otra que tomar una deliciosa empanada y salir corriendo. —¡Policía! ¿Dónde está la policía? ¡Llamenlos ahora! No pueden dejar libre a esa maldita rata de basurero —Soltó el viejo canoso comenzando a lanzarle piedras a Kihyun quien corría asustado, miró hacía atrás y vio como varios vecinos salían de sus casas con palos, sartenes, cuchillos de cocina y otras cosas más mientras corrían detrás de él. ¿Lo iban a linchar por robar una pieza de pan? Estaba jodido ¿En qué mundo tan loco vivía?

Asustado y sin parar, le dió una mordida a la empanada y sintió la gloria en su estómago. Hace casi ocho días que no probaba bocado alguno, distraído en seguir comiendo el pan no se percató cuando el anciano le lanzó una piedra y esta golpeó su pierna haciéndola sangrar y con lo débil que estaba por no alimentarse sintió como sus piernas flaqueaban y cayó de manos respirando agitado

Sentía que el mundo exterior era igual o peor que vivir dentro del internado. ¿Sería castigado cruelmente? ¿Lo matarían? O peor ¿Lo encerrarían dentro de la cárcel y su libertad volvería a ser privada?

Una figura imponente se paró frente a él. Se sintió aún más nervioso al mirar aquel porte, lo refinado que caracterizaba al apuesto y bronceado hombre. Jamás había visto tal atractivo como ese, la mandíbula afinada y a la misma vez angulosa, nariz perfecta, labios carnosos y ese pecho descubierto que se dejaba ver entre los botones desabotonados de la camisa lo dislocaron un poco. Pronto se sintió atraído e incluso el mismo se creyó su papel de mujer.

—Diablos, pero si es una pobre chica. ¿Cuál fue el grave error que cometió para que ustedes la traten así? —Les preguntó el hombre y Kihyun sintió como su cuerpo se estremecía ante tal voz tan varonil y firme.

De inmediato el anciano vendedor de panes se acercó furioso y quiso golpear a la joven pero él hombre lo detuvo.

— Es una bajeza y un poco vil el ponerle una mano encima a una dama—Soltó con la mandíbula apretada— Vuelvo a preguntarlo ¿Que es lo que le ha hecho?

—¡Me ha robado! —Exclamó furioso —Esta maldita mocosa andrajosa robo de mis panes.

—Lo siento mucho—El chico se disculpó apenado, sintió como sus ojos se llenaban de lágrimas —Tenía mucha hambre.

—Oye, muchacha, no llores, estuvo mal, pero tranquila, no pasa nada, es comprensible —Susurró agachándose y limpiándole las lágrimas que rodaban por sus mejillas con el dedo pulgar. —¿Cuánto es lo que ha robado? Me refiero al equivalente en dinero.

— Bueno, son mmhm —El anciano se rascó la cabeza algo apenado y tardó en responder pensando en si debería decirle o no— Fue un... dólar.

Su expresión cambió totalmente y ni Kihyun pudo descifrar que ocurría, pero pareciese como si la respuesta lo hubiera tomado por sorpresa.

— ¿Y por un dólar se ha puesto así? —Preguntó el moreno incrédulo, metió la mano dentro de sus bolsillos sacando su cartera —Tenga, ¿con esto será suficiente para que la dejen en paz?— Le extendió un billete de cien dólares y el panadero sonrió como si se hubiese ganado la lotería. Un dólar se había multiplicado por cien, era su día de suerte.

Una vez que el panadero se marchó, acompañado de todos esos violentos vecinos, él hombre le tendió la mano a la joven frente a él que parecía una pobre e indefensa damisela en apuros.

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⏰ Última actualización: Oct 26, 2020 ⏰

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