1: La custodia.

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[[[DISCLAMER]]]
Esto es un A.U. DAIVER. Todo lo narrado en esta historia es meramente ficción, nada es real. Es solo llevando a los actores a un mundo alternativo.

-Basado en la obra de M. Child-

•AFTERLINES•
Cruzando las lineas.
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1: La custodia.
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"Si me dieran a elegir una vez más, te eligiría sin pensarlo"
Tú de que vas, Franco De Vita.
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–Cincuenta mil dólares y el bebé es todo tuyo.

Adam tragó saliva para contener la rabia y observó a su enemiga.
Keri, tendría unos treinta años y el pelo rubio a la altura de las
mejillas. Llevaba un vestido negro ajustado que dejaba poco a la
imaginación, y le miraba de soslayo con los ojos pintados.

Estaba de pie con su hijo en brazos, un pequeño de no más de tres meses.
Adam mantuvo deliberadamente la vista apartada del bebé. El hijo de su hermano fallecido. Tenía que mantener la cabeza despejada para lidiar con aquella mujer y eso no sucedería si miraba al hijo de Devon.

Estaba acostumbrado a tratar con todo tipo de adversarios. Era dueño de una de las empresas inmobiliarias y de construcción más importantes, y eso implicaba que tenía que lidiar con muchos tipos. Y siempre encontraba la manera de ganar. Pero esta vez no se trataba de negocios. Era
personal. Y dolía mucho.

Al mirar la prueba de ADN, Adam vio la confirmación de que el padre del bebé era Devon Driver, su hermano menor. Mantuvo la vista clavada en los papeles. En el fondo sabía que no habría hecho falta realizar la prueba. El niño era exactamente igual a Devon. Y eso significaba que Adam no podía dejarlo con su madre bajo ningún concepto.

Keri era fría y mercenaria.
Exactamente el tipo de mujer de Devon. Su hermano siempre había tenido un gusto pésimo para las mujeres.
Con una gran excepción: la exmujer de Devon, Daisy Ridley.

Adam sintió una punzada de algo que no quiso reconocer y luego apartó cualquier pensamiento relacionado con Daisy. Ahora estaba lidiando con un tipo de mujer muy distinto y necesitaba centrarse.

–Cincuenta mil –alzó la mirada hacia ella.

–Es lo justo –Keri alzó un hombro con gesto despreocupado, y cuando el bebé empezó a llorar lo agitó con fuerza para intentar que se callara.

En lugar de mirar a su hijo, recorrió con los ojos la oficina de Adam. El despacho era muy grande. Los grandes ventanales ofrecían una vista espectacular del Pacífico. En las paredes colgaban fotos de algunos de los proyectos más famosos de la empresa. Había trabajado mucho la empresa, y
que lo asparan si le importaba que aquella mujer mirara a su alrededor como si todo lo que veía tuviera el signo del dólar encima.

Cuando el niño empezó a sollozar, Keri volvió a mirar a Adam y dijo:

–Es el hijo de Devon. Él me prometió que cuidaría de mí y del bebé. Era él quien quería un hijo.
Ahora que ha muerto, todo terminó. Mi carrera está
despuntando y no tengo tiempo para ocuparme de él. No quiero al bebé. Pero como es de Devon, supongo que tú sí.

«Menos instinto maternal que una gata salvaje», se dijo Adam sintiendo lástima por el bebé. Y al mismo tiempo no pudo evitar preguntarse qué diablos había visto su hermano en esa mujer. Incluso teniendo en cuenta que
Devon había sido siempre muy superficial, ¿por qué elegiría tener un hijo con ella?

Afterlines (A Daiver Story)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora