Capítulo Quinto;)

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YAEL

—Gracias.

La chica del Super me sonríe de manera coqueta, seguramente mi ojito de color la enamoró, pero solo le devuelvo una sonrisa incomoda.

No soy feo, para nada, pero guapo lo que es decir guapo, tampoco creo que soy, me considero un chico simpático y con muy buen humor, ese es mi arma mortal, aparte tengo una sonrisa compradora, nunca falla.

Milo va caminando con las fundas de las compras mientras tararea una canción, yo lo sigo caminando detrás de él, la vida aquí es tranquila, es lo que más me llamó la atención de Varadero, pero entonces recuerdo al chico del callejón, nunca había pasado algo así desde que me mude y todos dicen que siempre ha sido un pueblo muy tranquilo. El muchacho no estaba asustado, ni siquiera se defendió, lo hizo solo cuando me ayudo, y no lo había visto antes, ojalá me vuelva a topar con él.

—Chantal me gusta. —al escuchar a Milo decir eso lo miro sorprendido— Es mentira, te estaba hablando, pero parecías ido —ya llegamos de nuevo a mi casa.

Abro la ventana grande, dejamos las cosas en el mesón y vamos a mi cuarto— Hay algo que no te conté... —empiezo a decirle y él solo murmura un sigue, mientras mira su celular— Chantal me dijo que nos viéramos a las ocho mañana en el muelle.

Milo tira su celular a un lado y se sienta frente a mi sonriendo como tonto—¿Como te lo dijo? —está emocionado, él me ha dicho que le diga a Chantal que me gusta, pero me da miedo que me rechaze prefiero tener un crush, al menos no me rompería el corazón directamente.

—Tú, yo, muelle, ocho. — digo como ella me lo dijo, pero un poco a lo neandertal, no por faltarle el respeto a la pelinegra sino por la falta de emoción en su voz al decírmelo y por lo cortante que fue.

Mi amigo se carcajea y vuelve a la silla giratoria de mi cuarto y empieza a andar en su celular— Te pegaría por arremedarla así, si no supiera la falta de sentimientos que tiene al hablar y porque no lo haces de malo. —una de las cosas por las que Milo es mi mejor amigo, es porque es un chico muy respetuoso y honorable, nunca hablaría mal de nadie, es un gran chico.

—Yael, las chicas me dicen que meta los bombones que compramos en el baño de Doña María.

—Eh?

—Si, mira. —me enseña los mensajes y no puedo parar de reír.

Me sigo carcajeando y Milo me mira confundido aumentando mi risa.

—En baño María, tonto. —me falta el aire, me duele la pancita.

Él se sonroja y dice que ya lo sabía— Deja de reírte Yael, no es tan gracioso —mi risa solo aumenta a cada segundo y el termina riendo conmigo.

—Bro, crees que le guste a Chantal?

—No.

—Eres de lo peor.

Ahora es él quien se ríe al ver mi cara de decepción, —La verdad no lo sé mano, deberías preguntárselo mañana.

Está loco, definitivamente— Te fallan los cables del cerebro? — el sigue andando en su teléfono y se encoge de hombros, — Y si me dice que no le gusto? —dolería, no estoy enamorado pero me gusta.

Milo suspira y me mira serio, —Bro, ya ha pasado un año desde que te gusta y ella no te registra, pregúntaselo mañana, sácate la duda, dolerá pero sabrás que fuiste directo con ella y si tienes suerte quizás te diga que si le gustas y en cualquier caso estaré contigo.

Sonrío y para que esto no más cursi, hago lo de siempre, molestarlo— Pero mírate, eres todo un algodón. —me amenaza con la mirada para que no termine, pero aun así lo digo— de azúcar.

Chantal, ¿me ayudas?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora