Capítulo 7.

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No quiero. No quiero ir a la universidad. De verdad que n quiero. Que alguien me mate y me libre de este suplicio. Después de un fin de semana tan impresionantemente inusual como el que he pasado, despertarme a las 6:30 un lunes debería ser considerado pecado.

Aun así, sé que tengo que ir. Por lo que después de meter el portátil en el bolso, y de dejarle comida y agua a mi precioso Anakin, salgo se casa. En el corto trayecto que hay entre el portal y mi coche, me doy cuenta de que quizás debería haberme abrigado más si no quiero morir de una hipotermia. Llevo unos pantalones ajustados beige, con unos botines marrones, y un jersey de manga corta de color chocolate. Mi adorable cerebro ha decidido que sería una buena idea no coger ninguna chaqueta. Olé yo.

Estoy a punto de arrancar cuando me doy cuenta de que hay un pequeño papel en una esquina del salpicadero.

"Esto no es una invitación a que me llames, solo es un pequeño incentivo."

Una enorme sonrisa ilumina mi rostro, que aumenta todavía más cuando veo que en la parte de atrás de la nota esta su número de móvil. Su número de móvil. ¡Joder, tengo el número de teléfono de elRubius! Inconscientemente me pongo a dar pequeñas patadas contra el suelo y a tocar el claxon sin parar. La gente se debe pensar que estoy loca. Que les den, ellos no han conocido a su amor platónico.

Ir hasta la facultad es algo que me gusta, me relaja conducir con la música a todo volumen. Después de lo que me he encontrado en el coche, es todo un placer disfrutar de este momento para mí misma.

Dos pares de manos se colocan en mi cara cuando salgo del coche y empiezo a andar por el parking de la universidad.

-Sé que sois vosotros, retrasados. Sois los únicos lo suficientemente infantiles como para seguir haciendo esta estupidez. -les digo riendo mientras aparto las 4 manos de mis ojos y me doy la vuelta.

Rob y Diego. Diego y Rob. La verdad es que incluso a mí, que les conozco desde que tengo memoria, a veces me cuesta un poco distinguirlos. Son mis mejores amigos desde que soy muy pequeña, y he tenido la gran suerte de que a los tres hayamos decidido estudiar lo mismo, aunque claro, también les amenacé con matarles si no seguíamos juntos en la facultad...

Andamos juntos haciendo el tonto acercándonos al edificio. Recibo varias miradas de odio por parte del público femenino, tanto en los exteriores como en el pasillo. Y es por eso que la mayoría de mis amigos en la facultad son hombres. No es que yo sea muy macho, porque la verdad es que soy bastante femenina. Simplemente a las otras chicas no les sienta bien que yo vaya con los gemelos calientes de la uni. Que se jodan. Todas ellas también quieren tirarse a elRubius y la que desayuno con Rubén fui yo. Toma ya. Por putas.

La jornada pasa rápida, aunque las clases sean una pesadilla. Menos mal que me tocó turno de mañana y por las tardes no tengo ninguna clase. Salimos un grupo de amigos hacia fuera, cuando les digo a Rob y a Diego que tengo que contarles algo. Rápidamente me apartan del grupo y me llevan debajo de un árbol en el jardín.

-Cuenta ya, muñeca. ¿A quién te has tirado esta vez? -me pregunta directamente Diego, para hacer la gracia.

-No seas bruto joder. Vale, Nora. ¿A quién te has tirado? -reitera Rob para joderme. Ambos saben de sobras que llevo varios meses a dos velas. Es cierto que me gusta el sexo por placer, pero eso no significa que me acueste con cualquiera.

-Ja, ja, ja. Súper graciosos los dos idiotas. ¿Me vais a dejar contaros lo que he venido a decir o no? -les digo, poniéndome seria y aguantándoles la mirada. Los dos chicos se callan de inmediato y escuchan atentamente mi relato sobre la discoteca, los zapatos de tacón y mi charla con Mangel, el paseo en coche y el desayuno con el gran Rubén Doblas. Cuando les narro lo que me ha pasado esta mañana con el papelito en el coche, sus ojos ya están abiertos como platos.

-No me lo creo. Nos estas vacilando. -me acusa Rob.

-¿Crees que bromearía con algo así?

-Así que, ¿Rubén? ¿elRubius? ¡Si ese tío es el puto amo! ¿Seguro que no te has drogado? -dice gritando Diego.

-¡Si yo no me drogo inútil! -le grito mientras le golpeo en el abdomen, clavándole mis anillos. -Yo tampoco termino de creérmelo, pero pasó, os lo juro.

Después de un rato más, en el que los gemelos me acosan a preguntas sobre cómo pasó, los chicos se han ido con unos amigos, dejándome en el césped sola. Me siento en el suelo apoyada en el árbol, dispuesta a encender el teléfono y revisar mi Twitter, del que soy una absoluta adicta, cuando veo que tengo un gran número de mensajes por leer.

A parte de los mensajes en grupos, un par de cada gemelo, y los variados insultos que me manda Lucía para molestar a lo largo de la mañana, un chat desconocido con 2 mensajes llama mi atención.

"No estaba dispuesto a esperar a que me llamaras tú, así que he decidido abrirte yo."

"Ayer no pude saber mucho sobre la chica peligrosa así que, ¿te parece que el viernes este chico sexy se presente en tu casa con una pizza para cenar?"

Tu tan de Ron y yo tan de Vodka. [Rubius]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora