Comenzando...

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Al llegar a Six Flags nos encontramos con Mario y Lucas, sus dos lindas novias también los acompañaban:

Samanta y Jessica.

Genevieve las miró asqueada, por lo que ambas hicieron un mohín y se giraron a pagar las entradas con los chicos.

-No las mires así, son buenas chicas- le dije, y ella se encogió de hombros.

-Tal vez, pero tengo mis dudas- contestó.

No tuve palabras para decir en ese momento, al parecer, ambos estábamos dentro de un momento incómodo.

Genevieve PDV

Los dos estúpidos que venían con su par de pu… fáciles, se acercaron a nosotros y nos dieron una pulserita de color verde, anunciando que era momento de entrar a las atracciones.

Nos colocaron en una fila y esperamos a que ésta avanzara, mientras tanto, Augusto trató de insistir en que socializara con las chicas, así el aprovechaba en ponerse al día con sus amigos. Tras mucho rogar de su parte, finalmente acepté.

-Hey chicas- me puse de pie frente a una de ellas: una morocha de cabello café oscuro hasta la cintura.

-Hola- volteó a verme y, sin esperarlo de su parte, sonrió- creo que yo te conozco, eres la amiga de Astrid ¿no?

-Sí, supongo- me encogí de hombros- por cierto, soy Genevieve, Genevieve Valdez- le extendí mi mano y ella la tomó gustosa.

-Mucho gusto Genevieve, yo soy Jessica, Jessica Robledo, ésta de aquí es Samanta Martínez- señaló a la otra chica, que en vez de sonreír, me sacó la lengua divertida. Ella era rubia, solo que su cabello era un poco más corto que el de la castaña.

-Linda, he observado como nos miraste, no tienes que preocuparte, no somos como Camila, somos chicas decentes- Samanta sonrió y me pasó un brazo por mis hombros.

Creo que éstas chicas no me caerán tan mal.

-De cierta manera, eso me, ¿alivia? No sé qué decir en ésta situación- las chicas rieron y me empezaron a jalar hacia una atracción.

-¿Te gustan las montañas rusas, Genevieve?- dijeron al unísono.

Oh Dios.

-No, la verdad es que...- más tardé en decir aquello que Augusto cargándome como saco de papas sobre su hombro.

Ante mis ojos estaba la temible Medusa, la montaña rusa de madera más grande de América Latina. Curvas peraltadas, al menos cuarenta y dos metros de alto y una velocidad de ochenta kilómetros por hora. Ya se imaginarían como estaba.

Augusto PDV

Genevieve pataleaba y me golpeaba la espalda.

Genevieve PDV

El me dejó en uno de los asientos de la terrible atracción. Sam y yo íbamos hasta adelante, detrás de nosotras Lucas y Jessica, y en el siguiente carrito Augusto y Mario. El vagón comenzó a avanzar, me aferre a la barra de seguridad y comencé a temblar.

-¿Estás bien, Genevieve?- preguntó Samanta a mi lado.

-Claro que sí- respondí, y tragué saliva.

Dimos vuelta a la derecha y el carrito comenzó a ascender. Todos empezaron a gritar de emoción, yo solo me contenía y trataba de pensar en otra cosa. Cuando nos encontrábamos en la punta de la subida, juro que pude alcanzar a ver mi casa. En eso, un fuerte viento golpeó mi cara con brusquedad y un estallido en mi garganta se hizo presente.

-¡Ah!- escuché que Jessica gritaba a todo pulmón, al igual que Lucas. Tenía el cabello rubio de Samanta pegado en la cara. La montaña rusa hizo todo su trayecto: subidas, bajadas, vueltas sobre sí misma.

Al final, no pude evitar sentir miedo por el juego, hice una cruz con mis dedos y apunté a la puerta donde se compraban los tickets para la atracción:

-Aléjate, demonio.

Todos comenzaron a reír y me dirigieron a las atracciones ligeras, shows y demás cosas que no hacen vomitar.

Al terminar el día, decidimos ir a comer a un restaurante japonés, alias sushi.

Jessica y Sam, que a pesar de estar muy delgadas, comían por montones, Lucas y Mario se limitaban a bromear y Augusto, bueno… comía.

-¿Te ha gustado salir conmigo?- preguntó de repente.

Casi me atraganto con el rollito california que tenía en la boca ¿ha considerado esto como una cita?

-Claro, sí, ¿me ha gustado salir contigo?

-Me alegro.

Y nada más; terminamos de comer y tomamos cada uno nuestro camino. Obviamente, tuve que irme con Augusto.

-Gene, son las 7:15- dijo.

Estábamos en la parada del autobús.

-Por favor, Gus, no quieras convencerme con una de mis novelas favoritas- viendo la situación, nos encontrábamos justo como los dos personajes principales en una de las mejores escenas, solo que no estábamos en una relación.

El rio y me miró confundido, y negó con la cabeza.

Cuando llegamos a la puerta de mi casa, Augusto esperó fuera del porche a que yo entrara por la puerta.

-Oye, fue un lindo día, gracias por venir.

Giré sobre mi misma y lo miré expectante ¿Augusto Vega siendo amable y sencillo? ¿Hay otra sorpresa? Al parecer el chico estaba lleno de éstas: toca la guitarra, tiene una hermana menor (cortesía de Astrid) y fue amable conmigo ¿a qué viene eso?

-Um, de nada, supongo- le respondí y abrí la puerta.

-Nos vemos luego, Gene.

Esta vez no le hice mucho caso, solo asentí con la cabeza y entré a la casa.

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Hola, señoritas. 

Como anteriormente lo dije en mi tablero *-* tengo un super aviso, conocí hace poco a una reportera. Le pasé el link de la historia y ella la va a compartir con sus alumnos (también es maestra). Después, si les agrada a los muchachos, me contactará para ir a contarles mi experiencia como escritora novata.

Y pues ¿que más?

Oh, el video de arriba es de Meghan Trainor y quería decirles que... he visto mucha discriminación para la gente un poco robusta y ¿saben lo que me gusta de ella? que se le ve un gran autoestima en sus videos. En el de All About That Bass, me llamó la atención que dejara los estereotipos de belleza actual, usando chicas con pompis (si, así, para que se escuche menos grosero). En el de Lips Are Movin ella se ve preciosa y, ¡no es delgada! Para mí, a la edad que tiene ella, su cuerpo es hermoso. 

Y pues, nada más. 

Nos vemos,

Chau chau.

Un día sin ti es simplemente injustoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora