Trabajar hacía que su mente se mantuviera ocupada, por lo que aquella mañana había vuelto a sus oficinas para ver cómo lo llevaba su equipo de trabajo.— Señorita Gia — su asistente se asomó a la puerta tocando antes de entrar haciendo que levantara la vista del computador — el dinero de la renovación que se hará en el corporativo De Luca fue depositado, necesito que firme estos papeles para dar las órdenes de compra.
— ¿Y los contratistas? — preguntó estampando su firma en los papeles.
— Listos para empezar tan pronto lleguen los materiales — replicó rápidamente — pero los del equipo de trabajo quieren saber cómo se empezará el trabajo ya que las oficinas nunca cierran y obviamente no podemos hacer las cosas con personas ahí.
— Hablaré de eso con Carlo no te preocupes — sonrió tranquilizándola — dile a los demás que mientras sigan trabajando en darle los toques finales al hotel.
Eso le emocionaba mucho porque finalmente el arduo trabajo con su equipo se vería reflejado en la inauguración que los dueños quisieron hacer.
— Los señores Rossi ya enviaron su invitación — puso un delicado sobre su mesa y ella luego de tomarlo en sus manos lo abrió.
— Será este fin de semana — leyó — ¿dos cupos? — preguntó extrañada — ¿por que suponen que iré con otra persona?.
Su asistente se encogió de hombros.
— Ya puedes retirarte Alessia — dijo con una sonrisa torcida.
Ojalá no fuera lo que estaba pensando, ojalá los Bianchi y los De Luca no tengan nada que ver con aquello porque la verdad no estaba lista para empezar un circo mediático.
Tomó su bolso, cerró su oficina y pidió el ascensor el cual en aquel momento le pareció que tardaba una eternidad. Necesitaba hablar con Carlo en persona, necesitaba ponerle un pare a sus familias antes de que empezaran a sacar todo de control, él había prometido encargarse de eso y pretendía hacer que cumpliera su palabra.
Hizo el camino entre su oficina y el corporativo De Luca a una velocidad que nunca se hubiera imaginado dado que ella detestaba hacerlo así pero es que la adrenalina que corría por sus venas iba en aumento. Carlo no contestó sus llamadas cuando intento comunicarse después de que tuvo la invitación en sus manos así que decidió no esperar hasta la noche a resolver aquel asunto. Una cosa era dejarles saber que serían abuelos y otra muy distinta que empezaran a meter sus narices en su trabajo, algo que desde el principio quizo mantener alejado de los alcances del apellido Bianchi.
Subió directo a su piso encontrándose frente a ella a Teresa quien permanecía con sus auriculares puestos recibiendo llamadas y anotando cosas en la agenda. Esperó pacientemente a que notara su presencia pero aquel día no tenía paciencia suficiente.
— Teresa — llamó su atención aclarándose la garganta.
— Señorita Bianchi — respondió retirándose los auriculares con algo de pena — disculpe no la había notado.
¿Cómo no era posible no notar a una mujer embarazada de gemelos frente a ti?, esa fue la pregunta que se hizo en su mente.
— No te preocupes Teresa — replicó tamborileando sus dedos sobre el escritorio de madera — se que tu jefe siempre te mantiene ocupada a más no poder.
— Solo es un poco exigente — contestó con timidez.
¿Exigente? Ese hombre era un tirano en el trabajo y en los negocios siempre obtenía lo que quería.
— ¿Puedo pasar a verlo? Necesito discutir unas cosas con él sobre la remodelación del corporativo — informó mostrándole la carpeta donde guardaba todo lo relacionado con el proyecto.
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Regalo de Amor
RomanceGia Bianchi es una hermosa diseñadora de interiores que muere por ser madre y formar una familia pero se ha cansado de esperar al hombre perfecto. No era que no lo hubiera intentado, era hermosa y cientos de hombres la habían cortejado a lo largo d...