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Oscuro ser el que se adentra en el oscuro pasado, arrebatándome lo poco que me quedó de mi vida pasada.

No, no me refiero a objetos, me refiero a personas importantes, pero no sequé; se me está pasando. Siento satisfacción al verlos llorar, ver cómo sus lágrimas brotan me divierte, si tan solo hubiese sangre en sus pieles para saborear sus heridas. No soy ningún demonio ni nada por el estilo. Solo es mi mente, con su pequeño desequilibrio.

Quizás, solo quizás, si no hubiese hecho caso a aquel amigo imaginario que se envolvió en mi psique sincrética, corrompiendo mi actitud; los días pasaban mientras sentía conmigo más personalidades, que absorbían toda mi energía. Él... era él tratando de dañarme. Sucumbí al suicidio, mientras escuchaba a mis tres nuevas personalidades en una mezcolanza que me volvía loco. La sangre recorre mis manos solo con imaginarlo, y se va fugazmente como las personas a las que he dañado; vorágine infinita de pensamientos dicotómicos, que me recuerdan que todos ellos se lo merecían, pero que también me hacen sentir arrepentimiento.

Le pido a alguien que me acabe; mis extremidades están funcionando en modo automático, y no conozco el alcance de mi vacío emocional, podría acabar con la humanidad, y beber su sangre dentro de los cráneos vacíos, masticar sus minúsculos músculos, alterarlos psicológicamente hasta que sientan que sus nervios se fríen en las llamas del infierno; nadie le haría frente. Los humanos le temen a su castigo, su destino final; ¡peleen por sus vidas!

Y no, no verán mi rostro en la cúspide de su muerte; ese no soy yo, aunque no lo crean. Solo les advierto de mí mismo, eso es todo; el oscuro ser los vigila desde mis ojos, esperando el momento idóneo para la muerte, para mostrar su forma demoníaca.

Así fue. Devoró las entrañas de los seres inocentes, y masticó sus carnes carcomidas por la descomposición de los cuerpos; ¿matarme? Pueden intentarlo, pero no hay muerte sin dolor. Dolor que ya no siento.

Entré a una morada solo para darme a conocer; yo no quería comérmelos... Uno de los hombres me disparó en el estómago, pero no sentí nada; me levanté y él, con la escopeta temblando entre las manos, preguntó qué carajos era. Solo le dije que estaba ahí para devorar todas sus faltas, incluso si ello incluía comerme alguno de sus huesos.

Disfruté su último hueso y me escondí en la oscuridad... donde terminé de unificar mi personalidad inconexa.

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⏰ Última actualización: Apr 23, 2020 ⏰

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